El abecedario casual de Marta Sanz

Texto: Marta SANZ  Foto: Asís G. AYERBE

 

Marta Sanz es una de las escritoras españolas actuales reconocida tanto por la crítica como por los lectores. Aparte de su obra como novelista, también ha escrito cuentos, poesía, ensayos, artículos de viajes y de opinión. Hemos querido saber más sobre ella y la hemos sometido a nuestra Entrevista Abecedario. Aquí tenéis sus respuestas.

 

Amor: Gente que, si no está, echas de menos y que, si está, te produce inmensa irritación o inmensa alegría.

Belleza: Ojos claros enmarcados en tenues ojeras. Sin blefaritis.

Cultura: Lo que metabolizamos y se convierte en carne, hormona, cuerpo.

Dios: No lo conozco, pero estaría encantada de conocerlo: me daría mucha tranquilidad. Sigo nerviosa.

Éxito: Hacer bien tu trabajo, disfrutarlo, que otros lo disfruten contigo.

Fracaso: Hacerse no renacentistamente famoso, sino actualmente famoso.

Guerra: La consecuencia lógica de los mecanismos de acumulación y explotación capitalistas.

Homosexualidad: Una manera de relacionarse.

Intriga: Lo que está pasando, nos inquieta y aún no sabemos qué nombre tiene.

Juventud: Estado transitorio de la vida al que no debe dársele muchas vueltas. Pese a lo que digan los publicistas para vender ácido hialurónico, no está en el espíritu: está en la carne.

Kafkiano: Un bichobola, un tribunal, un padre, un cortahielos que parte por la mitad el cráneo de quien lee.

Literatura: Poner en conexión el dentro y el fuera, escarbar en el origen de nuestros deseos, tomar conciencia de que el yo es una primera persona del plural, mantener una conversación. Todo a través del lenguaje.

Miedo: no miedo en general, sino miedo a las cosas concretas. Miedo a morir, enfermar, no poder trabajar, ser pobre, miedo a que te peguen o a que te echen del trabajo. Miedo a olvidar o a ser olvidada. Todo va junto. Te hace precavida, como los animales pequeños. O te agacha.

Negro: Arma cargada de futuro. En el peor de los casos, runrún y música de ascensor. El negro denuncia la violencia de la realidad y de los discursos —rutinarios, confortables, seductores— que sirven para contarla.

Ñoño: El “no, no hay que llorar, que la vida es un carnaval”, los vídeos de gatitos, la resiliencia, el color esperanza que miente y emborrona la justa ira. El lobo con piel de cordero. Peligrosísimo.

Olvido: Injusticia, lobotomía histórica, falsa buena conciencia, conciliación cojitranca. Asesinos que ganan. Enfermedad.

Política: Espacio de imaginación que debe ser urgentemente reparado. El oficio más generoso según quien lo practique.

Quijotesco: El idealismo muere entre alucinaciones, se imponen el queso manchego y las flatulencias. Cervantes es el escritor que compra su propio libro y refleja una realidad en crisis: un cambio de paradigma económico y moral. Lo quijotesco es la síntesis de inconformismo y reacción.

Risa: La pluma de ganso te hace cosquillas en la planta de los pies, disfrutas, te liberas y, de pronto, te duelen tripa y mandíbula. No es un castigo: a veces al fondo de la risa hay algo negro o desesperado. Me gusta el humor sin inocencia.

Sexo: Apenas él le amalaba el noema… Literatura encarnizada y encarnizamiento literario. Placer poco natural. Pose. Mueca. Imprevisible relación de poder que en la contractura puede conducir al orgasmo. Los animales que no hablan y Madame Bovary. No sabemos, si para disfrutarlo, conviene el exceso de lecturas.

Tierra: Espacio para nacer, descomponerse y practicar el sexo fluido. El lugar de la flor y los colinabos. Objeto de especulación. Lo visible y lo invisible —vergonzosamente escondido— que es real y necesita ser sacado a la luz. Todo a la vez y sin metáforas.

Universal: Lo gentrificado y descolorido por el imperio estadounidense. Una sentimentalidad impuesta. El efecto Humpty Dumpty de saber quién es el que manda y quién da su paga a las palabras. El lugar de la banalidad: no me importa el mal en abstracto, sino quién, qué, cómo, cuándo, contra quiénes…

Verdad: Una aspiración a la hora de decir y de entender. Algunas estadísticas conectadas con la realidad. La utopía irrenunciable para que no todo valga.

Western: La lucha por el territorio, y la simpatía por las tribus indias y los bandos perdedores. El cine dentro del cine en un decorado de Almería.

Xenofobia: Infección, inoculada por las clases económicamente privilegiadas y por otros descendientes de la pata del Cid, para que las personas pobres piensen que, en función de su cultura y su raza, las hay de primera y segunda clase, y se peleen entre ellas hasta el exterminio.

Yo: Ventrílocua con orzuelo.

Zarco: Interlocutor ausente, un fantasma que se mete en todas las bocas y todas las rendijas.