Libros para saber más sobre Rusia y el (des)orden internacional

En los casi cinco meses del inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania se han publicado numerosos libros sobre el conflicto y la figura de Putin. En este artículo os recomendamos 10 títulos que invitan a una reflexión seria sobre la situación actual de la guerra y sus consecuencias en Europa.

Texto: José Ángel LÓPEZ JIMÉNEZ

 

Poco a poco, al calor de los acontecimientos, las informaciones sobre la evolución de la agresión de Putin contra Ucrania van reduciéndose en los medios de comunicación. Su lugar lo van ocupando los primeros análisis sobre el conflicto asimétrico, sus orígenes históricos y su eventual desarrollo y conclusión. En su mayoría adolecen del apresuramiento, la escasa reflexión o sencillamente el rescate de libros ya publicados hace años que son reimpresos y a los que se les añaden unas breves páginas adicionales.

No es el caso de la última obra de Antony Beevor, Rusia. Revolución y Guerra civil (1917-1921) (ed. Crítica), que nos regala un ensayo excelente. No tanto por las novedades añadidas a buena parte de lo ya estudiado y publicado sino, más bien, por el estilo narrativo (el clásico, pero muy real comentario sobre que se lee como una novela) El relato sobre los antecedentes históricos de la Revolución rusa de 1917, el inicio de la misma en plena contienda mundial, el monopolio bolchevique del liderazgo —siendo la fracción minoritaria— y la posterior instauración del terror (parece que ya no hay discusiones sobre su inicio por parte de Lenin y su continuación e intensificación posteriormente por Stalin) dan paso al núcleo central de la obra, con el desarrollo de la Guerra civil entre blancos y rojos. El balance de fallecidos —entre seis y diez millones de víctimas— producto de las hambrunas, los desplazamientos, las ejecuciones y las operaciones militares mostraron la incapacidad para llegar a pactos entre dos bloques con posiciones ideológicas irreconciliables. Beevor es muy crítico con ambos bandos, a los que califica de inmorales e inhumanos. El problema fue que, con la consolidación del sistema totalitario, la extensión espacial y temporal de la violencia alcanzó unas cotas inimaginables, abriendo además un largo periodo para que en Ucrania, por ejemplo, tuviesen que sufrir las consecuencias del Holodomor, de la invasión nazi, de la represión soviética posterior y, así, hasta los acontecimientos actuales. Un excelente complemento de esta lectura es el breve ensayo de Cédric Gras, Los alpinistas de Stalin (ed. Crítica), en el que con el relato de dos hermanos alpinistas (Vitali y Yevgueni Abalákov), héroes nacionales del régimen que acabaron como la mayoría siendo víctimas del terror estalinista, el autor nos presenta un recorrido por las entrañas del sistema y el trágico itinerario vital de muchos de sus más insignes representantes. Sobre la extensión de un sistema como el soviético y sus instrumentos de represión tenemos el libro de Rozenn Morgat, El Gulag chino (ed. Ariel), en el que nos narra la experiencia de Gulbahar Haitiwaji, superviviente de los llamados “campos de reeducación” del sistema chino para la población de la minoría iugur. Ella residía en Francia pero en un viaje a China fue detenida y recluida en uno de estos campos y solo pudo ser rescatada tras intensas gestiones diplomáticas. El detalle de la violencia ejercida, la práctica de tratos vejatorios e inhumanos, como la esterilización forzosa, la situación de semi-esclavitud y, en definitiva, la violación sistemática de los derechos humanos y de las minorías étnicas en China son aspectos evidenciados en este trabajo testimonial.

Marta Rebón, traductora de literatura rusa y escritora, acaba de publicar un breve pero excelente ensayo sobre la evolución de la literatura ucraniana a la sombra de Rusia. En El complejo de Caín (ed. Destino) hace un repaso por los procesos de rusificación e indigenización como instrumentos de anulación de la identidad cultural y nacional ucraniana, en una abierta relación entre imperio y colonia. La apropiación de autores como Gógol por parte de Putin muestra la integración del conjunto eslavo en el mundo ruso. Sin embargo, la riqueza de las letras ucranianas y su recuerdo por parte de Rebón (Aksiónov, Vladímov, Grossman, Bulgákov, Gógol, Chéjov, o Alekseiévich-ucraniana de nacimiento-) debe de ser el principal activo frente al intento de asimilación forzosa y de negación de la independencia identitaria ucraniana.

Mark Galeotti es el autor de dos ensayos publicados por la editorial Capitán Swing: Tenemos que hablar de Putin. Por qué Occidente se equivoca con el presidente ruso, y Una historia breve de Rusia. El primero analiza el brusco giro autoritario en el interior y agresivo e imperialista hacia el exterior, acentuado con su aislamiento al inicio de la pandemia de la COVID-19. La soledad y la ruptura con su núcleo más íntimo de consejeros, ha provocado que sus decisiones hayan asumido un riesgo inédito hasta ahora. Con algún error de cálculo, pensó que Ucrania —al intentar abandonar la esfera de influencia rusa— podría ser controlada como Bielorrusia. Putin ha creado un escenario que puede empeorar notablemente, incluso cuando ya no sea el inquilino del Kremlin. Como recoge Galeotti en el inicio de su segundo ensayo, un conocido proverbio ruso recalca que “Rusia es un país cuyo futuro es fácil de predecir; lo que es impredecible es su pasado. La constante pulsión autoritaria, imperial y expansiva, obedecen a una táctica eminentemente defensiva. Sin embargo, parece que Putin se ha ofuscado con Ucrania: “estaba convencido que este no- pueblo no lucharía para proteger su no-Estado” y podría asistir a una suerte de venganza de la historia que acabase con su régimen y, como sucede tradicionalmente, las consecuencias derivadas de la agresión afecten al pueblo ruso durante décadas.

En Prohibido dudar. Las diez semanas en que Ucrania cambió el mundo (ed. Akal), Pascual Serrano aborda el tema desde una perspectiva poco habitual, no equidistante sino tratando de establecer marcos de referencia y contextos anteriores que no nos presenten una película de buenos y malos sin identificar zonas grises relevantes. En esta línea, se analizan anteriores conflictos (Iraq, Kosovo, Libia) y el comportamiento de la comunidad internacional, el papel de la OTAN, la UE, las sanciones y el impacto en la economía internacional, los múltiples intereses que actúan por encima de los principios, la evolución de Ucrania desde 2014, la innegable responsabilidad de Putin, la rusofobia provocada en diferentes ámbitos (culturales, deportivos) y los debates políticos (nacionales e internacionales, así como el instrumentalismo de los medios de comunicación. Aunque algunas de sus opiniones son abiertamente discutibles, resulta higiénico escuchar argumentos alternativos a los habituales si queremos tener una perspectiva más global de los acontecimientos y, por encima de todo, tener nuestro propio criterio y opinión sin someternos al gregarismo habitual.

Desde una perspectiva más académica tenemos el trabajo colectivo publicado por la editorial Deusto, ¿Hacia un nuevo orden mundial? La guerra de Ucrania y sus consecuencias, dirigido por José María Beneyto. Volumen colectivo en el que se trabajan diversos puntos de análisis por académico e investigadores en el ámbito económico, militar, securitario, jurídico internacional, energético, o del sistema colectivo de seguridad regional, así como desde la perspectiva de la violación generalizada de Derechos humanos. Una interesante aportación, teniendo en cuenta la proximidad del inicio de la agresión y la publicación del volumen.

En un ejercicio de recuperación de la memoria histórica continental más reciente hay que mencionar la oportunidad y la coincidencia de la publicación de dos trabajos. El primero es de Luca Rastrello, La guerra en casa (ed. Ariel). Recoge una visión general, a través de múltiples historias, de la guerra de los Balcanes, el último conflicto europeo que cerró el siglo XX. El paisaje desolador de violencia masiva, de riadas de deportados y refugiados, de comisión de crímenes internacionales y genocidios como el de Sebrenica nos resulta ahora tan próximo con la agresión a Ucrania que parece increíble la escasa atención que algunos líderes autoritarios como Putin prestan a la historia reciente. Algo similar sucede con la recreación tan evidente con el periodo de la Guerra Fría que nos planteamos en estas horas. En El túnel 29, Helena Merriman (ed. Salamandra), nos narra —como si se tratase de un thriller— una fuga real protagonizada por un grupo de ciudadanos de Berlín oriental bajo el Muro, detallando y describiendo como era la vida en la RDA.