Thomas Olde Heuvelt: “Las buenas historias de terror van más allá, tratan sobre la emoción humana del miedo”
Una bruja en «Hex», una posesión en «Echo», y ahora un barco encantado. La editorial Nocturna nos trae la tercera novela de Thomas Olde Heuvelt traducida al castellano, «Oráculo».

Texto: Slawka Grabowska
El nuevo maestro del terror, el neerlandés Thomas Olde Heuvelt, utiliza los arquetipos de las historias de miedo para desbloquear el terror a un nuevo nivel. Recomendado por el mismísimo Stephen King se está convirtiendo en el nuevo heredero del trono del Reinado del Terror. ¿De dónde viene? ¿Cuáles son sus secretos? ¿Qué le asusta? ¿Qué piensa de Stephen King?
¿De dónde viene tu fascinación por el terror, teniendo en cuenta que en los Países Bajos no hay mucha tradición de este género?
Crecí escuchando historias de miedo porque crecí rodeado de narradores. Mi padre murió cuando yo era muy pequeño, tenía tres años. Para darle a mi madre tiempo de asimilarlo, mi hermana y yo pasamos mucho tiempo con mi abuelo y mi tío. Ambos eran cuentacuentos y a los dos les gustaban las historias de miedo. Mi abuelo siempre se las inventaba y mi tío hacía sus propias versiones de Las brujas de Roald Dahl o El señor de los anillos. Escuché todas las buenas historias, como Drácula de Bram Stoker cuando tenía siete años o Frankenstein cuando tenía ocho. A mi madre no le gustaba mucho que mi tío me contara esas historias, porque tenía pesadillas durante semanas.
Me contaban ese tipo de historias porque yo había tenido que lidiar con la muerte a una edad muy temprana y veía la muerte por todas partes a mi alrededor: monstruos y todo lo que podía atraparme por la noche. Así que, me contaban este tipo de historias en las que los niños se enfrentaban a la muerte y a los monstruos y salían victoriosos para ayudarme a superar mi propia pérdida y mi dolor. Aprendí que esa es la forma de vencer a los monstruos, esa es la forma de vencer a la muerte, contando este tipo de historias. Por eso quería hacerlo yo mismo.
Empecé a escribir estas historias y a leer todo lo que estaba disponible traducido. Porque, como bien has dicho, en Holanda no hay tradición de fantasía, terror ni nada por el estilo. Somos gente muy práctica, con los pies en la tierra, un poco aburrida, supongo. Así que tuve que buscar en el extranjero. Y cuando era joven estaban traducidos Clive Barker, Stephen King, Peter Straub y eso era todo. Solamente cuando empecé a leer en inglés más tarde, mi horizonte se amplió un poco. Ahí es donde surgió mi fascinación.
¿Crees que tus propias historias pueden ayudar a la gente a superar momentos difíciles, ser una especie de catarsis?
¡Por supuesto! Las historias de terror se pueden leer de dos maneras diferentes. Primero, se pueden disfrutar como las historias espeluznantes que son y eso es divertido. Esa es una forma perfectamente válida de leer historias de terror. Pero las buenas historias de terror van más allá, tratan sobre la emoción humana del miedo.
Todos lidiamos con miedos, ya sea miedo a la oscuridad, miedo a perder a nuestros seres queridos, a perder la cordura, a enfermar… Todos esos miedos están ahí, estemos donde estemos en el mundo y sea cual sea la cultura en la que hayamos crecido. Todos los sentimos. Y, por eso, las historias de terror son una buena forma de lidiar con ese tipo de miedos. Escribo el tipo de historias de terror que son historias espeluznantes y me gustan los arquetipos, como el arquetipo de la bruja en Hex, la posesión en Echo, o el barco fantasma en Oráculo, pero, al mismo tiempo, en todos estos libros hay cosas más profundas sobre el amor, sobre la vida, sobre la muerte de las que se puede obtener mucho consuelo.
Aunque ya habías publicado libros en neerlandés, el gran éxito internacional llegó con Hex y con la versión adaptada que hiciste para el mercado estadounidense. ¿Qué cambiaste de la novela original y por qué?
Bueno, ya sabes cómo es cuando eres de Europa. Tienes tu propio país, hablas tu propio idioma, y luego conduces un día y estás en otro país, y luego conduces dos horas más y estás en otro país más porque esto es muy pequeño. Así que los mercados son relativamente pequeños también. Hay algo de traducción, por supuesto, pero no tanta y, sobre todo, no al inglés, porque en Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia tienen mucha ficción de terror. No dependen de nuestras historias. Están abiertos a ellas y les gustan, pero para poder leerlas se necesita traducción, que es un proceso costoso. Y pensé que cómo no hay mucha tradición de traducir historias de terror europeas al mercado anglosajón, tenía que ponérselo un poco más fácil. Porque la novela holandesa Hex está ambientada en un pequeño pueblo holandés y está arraigada en la cultura holandesa. Mucha gente que lo leyó me dijo que les había asustado por la inmensa familiaridad que creaba la novela. Era un pueblo tan reconocible para ellos… Nunca se había hecho algo así en los Países Bajos y eso causó una gran impresión en la gente. Así que, pensé que quería crear esa misma sensación de familiaridad en los lectores estadounidenses y británicos, porque de lo contrario se obtiene una respuesta muy racional.
Empecé a pensar en todas esas implicaciones y diferencias culturales que se interponían en el camino de ese impacto de miedo que quería crear en Hex. Por eso decidí cambiar la ubicación y trasladé el libro a un pequeño pueblo de Estados Unidos, un pueblo ficticio. Y, mientras lo hacía, pensé que rara vez se tiene la oportunidad de mejorar un libro para un nuevo público. Normalmente tienes la traducción de un libro y ya está. Pero esta vez, un mundo completamente nuevo estaba esperando para leer la historia y entonces pensé, ¿por qué no mejorarla? Y cambié el final porque ya no me gustaba el antiguo. El final original, en holandés, se convirtió en una historia mucho más de venganza sobre una superpotencia malvada.
Cuando lo releí en la traducción, me dí cuenta que el poder del libro estaba en que el mal no está en la bruja, sino en la gente, ella es una víctima de las circunstancias, al igual que la propia gente. Así que decidí ponerlo así. Pensé que eso era mucho más fuerte.
¿Crees que tus historias se leen de manera diferente en los Países Bajos, Estados Unidos y, por ejemplo, España?
Probablemente haya matices, pero con Hex hice giras por Sudamérica, Asia, Norteamérica, por toda Europa, y dondequiera que fui, la gente en general teme las mismas cosas. Todos tememos a esa figura que se encuentra en nuestro dormitorio al borde de la cama y te está mirando, aunque tenga los ojos cosidos. Esa intrusión en nuestro espacio privado, todos tememos eso o perder a nuestros seres queridos, también es un tema importante. Todos sabemos lo que se siente en estas situaciones. La gente, independientemente de dónde venga, de la cultura en la que se haya criado, todos sienten esos mismos miedos.
Pero hay algunos matices. Me pregunté durante mucho tiempo: «Vale, ¿qué puedo aportar a este género que sea único?». Porque creo que cada escritor debe buscar algo que sea único en él. Y durante mucho tiempo no supe qué era, porque todos esos escritores famosos tuvieron una infancia muy interesante, como Stephen King, que creció en la pobreza, o Roald Dahl, que creció en internados y fue golpeado por los profesores. Yo no tuve nada de eso. Fui un niño holandés muy normal. Bueno, mi padre murió, pero todo el mundo pasa por eso en algún momento. Así que no era único en eso.
Pero entonces pensé: «Vale, soy holandés». Así que aporto mi holandés, que es que somos gente muy práctica. Si una bruja con los ojos cosidos se planta en nuestro dormitorio, no salimos corriendo y gritando como la gente normal. Simplemente la cubrimos con una toalla y nos vamos a la cama, somos muy prácticos. No creemos en lo sobrenatural. No hay superstición, apenas hay religión. Así que lo afrontaríamos de una manera muy práctica. Y eso se cuela en mi ficción todo el tiempo, las formas prácticas en que afrontamos lo sobrenatural.
Lo mismo ocurre con Oráculo, donde cubren el barco y lo convierten en una especie de exposición al aire libre, como una noticia falsa. Así es como los holandeses se enfrentarían a eso. Así que supongo que eso es lo que lo diferencia para los lectores españoles del terror estadounidense al que están acostumbrados. Supongo que por eso se perciben como diferentes mis libros.
¿Qué significó para ti que Stephen King recomendara Hex en Twitter?
Eso fue un momento que me cambió la vida. En parte porque crecí con su obra, así que significó mucho para mí que le gustara. La idea de que leyera mi libro, de un tipo de los Países Bajos, un país tan pequeño, me pareció alucinante. Pero también cambió mi vida porque, gracias a sus palabras, el libro se publicó en 30 países. Se vendió en muchos mercados y a muchos lectores. Lo vi suceder. Como cuando estaba firmando en un mercado en Francia, en una ciudad del sur, y nadie me conocía. Estaba firmando Hex y entonces vieron la cita de Stephen King en la portada, lo cogieron y lo compraron. Así que es un incentivo para gente. Por eso, le estoy muy agradecido.
Luego ha habido más momentos como ese, como cuando The Guardian, en el Reino Unido, dijo que Echo tenía la escena inicial más aterradora que jamás habían leído en un libro. Eso fue increíble. Hay un par de cosas más, como que Oráculo fue reseñado por primera vez por el New York Times. El nuevo libro, Darker Days, que sale el año que viene en España, tiene las palabras de Mike Flanagan, el cineasta en la contraportada. Así que están pasando cosas increíbles que nunca hubiera imaginado cuando era más joven.
Echo y Oráculo tienen la misma versión en todos los idiomas. ¿Has cambiado algo en tu estilo de escritura o crees que simplemente fue más fácil publicarlo internacionalmente gracias a Hex?
Lo segundo. Escribir Hex me llevó cinco meses. Reescribirlo me llevó un año. Fue mucho trabajo. No quería volver a pasar por eso.
Echo es un libro muy europeo, pero hay un personaje holandés y un personaje estadounidense. Está ambientado parte en Ámsterdam, parte en Suiza, parte en Nueva York y parte en el norte del estado de Nueva York. Así que sentí que tenía suficiente carácter internacional.
Oráculo es muy holandés. Tiene un velero holandés antiguo, un barco fantasma en un campo de tulipanes. No hay nada más holandés que eso. Así que pensé: «Vamos a dejarlo todo holandés». Y supongo que a estas alturas ya no importa, porque la gente ya conoce mi escritura.
Oráculo tiene conexión con Hex, reaparece el personaje de Robert Grimm. ¿Lo planeaste antes o fue algo más espontáneo? ¿Tienes pensado crear una especie de universo como el de Stephen King, con algunas cosas conectadas entre todos los libros?
Todos mis libros transcurren en nuestro propio mundo, en nuestro universo, donde todo es como es, excepto, por supuesto, que de vez en cuando ocurre algo, se abre una grieta hacia lo sobrenatural, algo que aún no he visto en la realidad.
No tenía pensado que Robert Grimm volviera. Hay guiños a todas mis novelas en mis otros libros, como habrá referencias a mis tres novelas anteriores en la nueva, Darker Days. Hay una mención a Hex en Echo. Hay una mención a Echo en Oráculo. Existen todas estas conexiones cruzadas. Pero Robert Grimm, por supuesto, era el más importante y, sinceramente, no esperaba que volviera. Tenía este barco sobrenatural muy extraño que apareció de repente en un campo de tulipanes y el gobierno holandés estaba en pánico necesitando a un especialista en lo sobrenatural. No hay mucha gente así. Y entonces pensé: «Hmm, ya había creado uno». Pensé que sería divertido que le sacaran de su jubilación bien remunerada para comprar su silencio y que investigara este nuevo fenómeno sobrenatural. Y así es como sucedió. No fue algo planeado.
Aun así, no quería escribirlo como una secuela en absoluto. Es una novela independiente. Se puede leer Oráculo sin haber leído Hex antes. Eso es muy importante porque no me gustan las secuelas, ni las series. Prefiero las novelas independientes.
El campo de tulipanes con el barco en medio es una escena muy visual. ¿De dónde surgió la idea? ¿Qué te inspiró?
Es increíble. Cuando el New York Times reseñó Oráculo, hicieron una ilustración del barco en el campo de tulipanes. La verdad es que fue muy bonito verlo.
Surgió de un día en Holanda en el que pasé por un campo de tulipanes y había un coche antiguo en medio del campo, volcado. No sabía cómo había llegado allí. Era una imagen muy extraña, pero solo era un coche. O bien había llegado allí conduciendo o unos chicos lo habían empujado o algo así. No sé qué pasó, pero mi mente siempre exagera las cosas. Así que cuando lo vi, inmediatamente pensé: «Ooh, ¿no sería genial si hubiera un barco allí o un avión o algo así, algo que no debiera de estar allí?». Y, por supuesto, si hay un barco, hay una pequeña escotilla abierta. Y si entras por esa escotilla, no vuelves. Y entonces intenté pensar en los personajes. Tenía un niño que veía a su padre entrar allí, pero no lo veía salir. Llegué a casa y ahí había una historia.
En general, tus historias son muy visuales. Tengo la impresión de que primero creas este tipo de realidad con la que todos nos sentimos familiarizados, un escenario donde empezamos a sentirnos cómodos y luego introduces el elemento sobrenatural, algo que asusta. ¿Es algo que planificas cuidadosamente de antemano o es algo que te surge de manera natural?
No planifico mis libros con antelación. Tengo lo que yo llamo un documento-vertedero. Es un documento aparte y luego está el manuscrito. Es una especie de tablero de inspiración visual y textual, por así decirlo. Escribo pequeños fragmentos sobre personajes, historias, etcétera. Sólo para desarrollar un poco la historia. Y luego recorto, copio y pego muchas imágenes de Internet que dan forma a este tablero visual. Como soy una persona muy visual, las imágenes me ayudan mucho. Puedo pasar horas mirando una imagen, como por ejemplo un barco en la niebla, y entonces veo una historia desarrollándose en mi cabeza. Luego escribo los dos primeros capítulos, pero no mucho más.
Así que tengo una idea general de hacia dónde voy. Por ejemplo, en Oráculo, sabía que era una historia sobre el mar contra la tierra y sobre la naturaleza contra el hombre. Sabía que en algún momento tendríamos que ver ese barco navegando por el mar o ver cómo es el mar hoy en día, con las plataformas petrolíferas y todo eso. Pero eso era todo. El resto es un descubrimiento. Da un poco de miedo no saber adónde vas, porque tienes que confiar en el proceso y esperar que todo encaje.
Por ejemplo, ahora estoy escribiendo mi nueva novela y estoy en la parte final, no sé al 100 % cómo va a terminar. Sé la mayor parte, aunque no todo. Así que siempre hay un poco de peligro en esa etapa.
 En tus tres obras traducidas al español, Hex, Echo y Oráculo, hay un contraste entre lo antiguo y lo nuevo. En Hex, es la bruja contra la tecnología que la controla; en Echo, tienes un tipo de creencias antiguas o presencia pagana frente a la vida y el alpinismo moderno. ¿Cómo abordas esta confrontación en Oráculo?
En tus tres obras traducidas al español, Hex, Echo y Oráculo, hay un contraste entre lo antiguo y lo nuevo. En Hex, es la bruja contra la tecnología que la controla; en Echo, tienes un tipo de creencias antiguas o presencia pagana frente a la vida y el alpinismo moderno. ¿Cómo abordas esta confrontación en Oráculo?
Cuando investigué la ubicación de Oráculo, ya que está situada en la costa holandesa, en el mar del Norte, descubrí que antes había una masa de tierra, un extenso terreno, entre Gran Bretaña, los Países Bajos y Noruega o Dinamarca. Se llama Doggerland, y creo que fue arrasada hace unos 12 000 años. Era una tierra dónde vagaban los mamuts, dónde vivían pueblos antiguos. Encontraron todo esto cuando estaban sacando cosas del fondo del mar mientras perforaban en busca de petróleo. Encontraron colmillos de mamuts y puntas de flecha de los pueblos. Se sabe que existió, pero no mucho más porque todo fue arrasado. Eso me fascinó.
Hoy en día, tienes el contraste de ese mismo lugar donde hay plataformas petrolíferas con tecnología moderna y perforaciones en busca de petróleo, los helicópteros, el tráfico y todo eso. Me dí cuenta de que si esta es una historia sobre el mar contra la tierra, sobre la naturaleza contra el hombre, en cierto sentido trata sobre el cambio climático. Existe la amenaza del aumento del nivel del mar, que nos amenaza a todos, y tenemos que hacer un sacrificio para detenerlo.
En el mar está lo antiguo frente a lo nuevo y está el barco. Hay tres épocas en el libro y todas están conectadas entre sí. Lo antiguo, lo prehistórico, nunca he retrocedido tanto como a la época de los mamuts, pero luego están las plataformas petrolíferas modernas, que parecen mamuts, por la forma en que se sostienen sobre cuatro patas y con sus grandes patas traseras. En medio de todo eso, están los barcos que navegan, conectando la tierra y el mar. Me pareció un bonito juego con el tiempo.
¿Crees que a veces etiquetar dentro de un género a una novela está forzado por la industria?
Lo que me gusta es que, en la actualidad, hay mucha mezcla de géneros. Hay tanta variedad que ya no parece importar tanto como antes. No sé como es en España, pero los Países Bajos son muy snobs con su literatura. Tenemos alta literatura y luego toda la demás “basura”. Y en Holanda, la “basura”, son básicamente thrillers o novelas policíacas. Se consideran libros de menor calidad. Al menos, solía ser así, pero ahora ya menos. Por ejemplo, yo escribía algo que nadie entendía. Escribía ficción de terror. Nadie sabía dónde colocar mis primeros libros en las librerías. He visto mis primeras novelas con fantasía. Los he visto en suspense. Los he visto en novela negra. Los he visto en literatura general. E incluso, cuando salió Hex, en algunos momentos, algunas librerías lo colocaron en literatura infantil. Pensaba: «No es una buena idea.». Nadie me reseñó en Holanda, los periódicos me ignoraron. Porque nadie sabía qué era ni cómo reseñarlo. Deseaba poder decirles: «Es solo un libro, es una historia, léelo como una historia y disfrútalo». Pero era un don nadie en aquel entonces.
Entonces se vendieron los derechos internacionales, el libro salió en Estados Unidos, Stephen King tuiteó sobre él, hice una gira de seis semanas por Estados Unidos. Al final me invitaron a uno de los grandes programas de televisión holandeses y el libro se convirtió en un éxito de ventas instantáneo. Solo en los Países Bajos, ya se han vendido casi 200 000 copias. La gente empezó a fijarse en mí, los periódicos empezaron a reseñarme y hasta recibí reseñas de cinco estrellas. De repente, les gustó y lo aceptaron.
Creo que esto es solo un ejemplo de un fenómeno mundial en el que ya no importa, como solía importar en los viejos tiempos, qué género escribes exactamente. Los programas de televisión, los videojuegos y las películas han tenido un gran impacto en la cultura pop y hay una mezcla de géneros en todas partes. Por ejemplo, las personas que sólo leen novelas literarias también ven Stranger Things, les gusta y dicen: «Oye, vamos a comprar un libro así». Eso es algo bueno. También los periódicos son más receptivos. Hay muchos cambios. Ahora hay muchos autores literarios en Holanda, pero también en el extranjero, que se adentran en la literatura de género. ¡Me encanta! Quiero decirles: «Adelante, juega con ello». La ciencia ficción es inexistente en Holanda, pero uno de los autores literarios escribió una novela que técnicamente es de ciencia ficción y ganó el premio literario principal de Holanda. Era una novela muy buena, pero también era ciencia ficción. Es bueno que haya todos estos avances y que ya no importe como antes, como solía ser.
Has llegado a una verdadera maestría en el arte de asustar a tus lectores. ¿Qué es lo que asusta a Thomas Olde Heuvelt?
Odio a los tiburones. Es totalmente estúpido, y sé que nosotros somos mucho peores con los tiburones que ellos con nosotros. Pero aún así, cuando ves esa boca abriéndose y todos esos dientes… Vivo en el Mediterráneo, en el sur de Francia, y a veces voy allí a saltar desde los acantilados. Y cada vez que salto desde una roca, imagino que hay una boca abriéndose justo debajo del agua, y que voy a saltar directamente ahí. Me da miedo. Pero es solo un miedo superficial. Todos tenemos miedos. Algunos le temen a la oscuridad, otros a las arañas. No me gustan las arañas. Son como extraterrestres. Los animales no deberían tener ocho patas. Es simplemente incorrecto. Es una mala imagen.
Pero tengo miedos mucho más fuertes. Perder a mi padre cuando era joven me creó un miedo permanente a perder a mis seres queridos. Mi pareja estuvo enfermo durante un par de años. Fue una época muy aterradora para mí. Solo la idea de perder a alguien a quién quieres: eso me da mucho miedo. El nuevo libro que estoy escribiendo ahora trata sobre nuestro miedo a la muerte, y escribir sobre ello es un proceso muy violento, es abrumador.
Si tuvieras que vender Oráculo en una sola frase a tus lectores en España, ¿qué dirías?
La novela Oráculo la escribí cuando llegó la pandemia. Estábamos en confinamiento, y el mundo estaba en un momento muy oscuro, y yo estaba deseando leer una historia como Oráculo. Es una novela de terror divertida y llena de acción. Sí, trata sobre un barco fantasma. Trata sobre una organización gubernamental secreta. Trata sobre un niño que pierde a su padre. Pero, a diferencia de Echo, que es mucho más profunda desde el punto de vista psicológico, esta es una novela de terror divertida, con un aire a Stranger Things, que te entretendrá y te asustará.
Antes de que acabemos, dijiste que tu nueva novela, Darker Days, se publicará en España el año que viene. ¿Puedes contarnos algo al respecto?
Estoy muy emocionado con este libro qué saldrá en inglés este otoño. Creo que es con diferencia, el libro más oscuro y probablemente uno de los más terroríficos que he escrito hasta ahora. El arquetipo que utilizo esta vez es el pacto faustiano, el pacto que haces con el diablo. Trata sobre Bird Street, donde todas las personas son extremadamente felices. Tienen vidas muy afortunadas. Tienen dinero. Son creativos. Son personas bondadosas. Tienen buenas vibraciones. Tienen hijos perfectos que son talentosos, un poco demasiado talentosos…
Pero llegaron a estar así haciendo un trato con una figura que se hace llamar el Contable. Y el Contable sólo viene en noviembre. Básicamente es un pacto con el diablo. Así que tienen toda la fortuna que quieren, pero tienen que pagar dos precios. Uno es que noviembre se convierte en lo contrario de su vida habitual. Tienen mucha mala suerte, se ponen enfermos, mentalmente confusos. Se convierten en personas no tan agradables. Y luego hay un segundo precio: cada año alguien tiene que morir en el bosque detrás de sus casas. Son personas como tú y como yo, no quieren simplemente arrastrar a alguien al bosque y dispararle. Lo hacen de la manera menos reprensible desde el punto de vista ético: buscan personas que ya tengan deseos de morir. Personas con enfermedades terminales que quieren someterse a la eutanasia (que no está permitida en los Estados Unidos donde se desarrolla la historia) o personas deprimidas y que quieren acabar con sus vidas. Éticamente es arriesgado, pero al menos les ayudan a cumplir su deseo y lo hacen de manera muy delicada. Donan dinero a una organización benéfica de su elección. Todos se ocupan muy bien de los que morirán. Pero, por supuesto, hay una trampa, porque quien muere en esos bosques no muere realmente… Todo se convierte en un verdadero problema ético. Lo divertido de este libro es que se vuelve muy oscuro y te sigue planteando la pregunta: ¿Hasta dónde llegarías? ¿Seguirías haciéndolo?
Y muchos lectores me han dicho que, incluso hacia el final, seguían entendiendo por qué los habitantes de Bird Street lo hacen. Y eso nos dice algo sobre hasta dónde podríamos llegar si nos viéramos obligados.









