Serhiy Zhadan, el «niño terrible» que lucha por la paz en Ucrania

La editorial Galaxia Gutenberg publica su novela «Orfanato», una historia sobre civiles en el área de conflicto ucraniano y en la línea del frente que tratan de sobrevivir.

Texto: David VALIENTE

 

La guerra le ha obligado a abandonar los grandes escenarios y sus utensilios scriptorium por un tiempo aún sin definir. En momentos puntuales, cuando el frenético devenir de los acontecimientos se lo permite, acude al estudio musical a completar grabaciones que quedaron en stop por el ruido de los cañonazos. A Serhiy Zhadan (Starobilsk, 1974), apodado el “niño terrible”, una guerra que no parece tener fin le aboca a concentrar sus esfuerzos en ayudar a su país a salir de la mala racha. Él no lucha a brazo partido en el campo de batalla; su contribución, mayoritariamente humanitaria, sigue vinculada al mundo del espectáculo. Así nos lo hizo saber  Karin Schmitt-Friderichs, directora de la Asociación Alemana de Libreros, en la última aparición pública de Serhiy fuera de su país, en la Feria del Libro de Frankfurt, para recibir el Premio de la Paz de los Libreros Alemanes: “Estamos impresionados por su compromiso con la gente de su tierra: toca en estaciones de metro, saca a la gente de barrios disputados, lee poemas en salones repletos y distribuye suministros de socorro por la ciudad”.

La editorial Galaxia Gutenberg publicó a finales de noviembre Orfanato, una de las ocho novelas del escritor, poeta, rockero y ahora cooperante, Serhiy Zhadan. En una entrevista que concedió a The Calvert Journal, desveló por qué escribió esta novela: “En el verano de 2014, tuve la idea de escribir una gran obra en prosa; una novela. Era importante para mí escribir sobre civiles: para aquellas personas en el área de conflicto y en la línea del frente, atrapadas entre la espada y la pared. Ambos están tratando de sobrevivir y definen su propia actitud hacia la guerra”.

En Orfanato se narra la historia de Pasha, un profesor de ucraniano con un carácter apático, al que no le queda más remedio que ir en busca de su sobrino, internado en un centro para niños con mal comportamiento. La insistencia de su padre, el abuelo de la criatura, le obligará a adentrarse en los gélidos y violentos caminos del Donbás con la única compañía de una vieja mochila y un teléfono móvil que al segundo día de trayecto ya empieza a dar señales de baja batería. El “niño terrible” conoce a la perfección las escenas que describe en su novela: “La mayoría de los textos que he escrito desde 2014 son sobre la guerra. Eso es lo que me preocupa, así es como vivo, eso es lo que siempre estoy rastreando: muchos de mis amigos están involucrados como soldados y civiles”. Por ese motivo, Orfanato debería ser leída como una crónica de los horrores de la guerra.

El Donbás es una región ucraniana que colinda con Rusia. Tras la caída del Telón de Acero y la descomposición de la Unión Soviética, muchos rusoparlantes se quedaron fuera de la órbita moscovita, dentro de la región que Vladimir Putin invadió de forma terrible el 24 de febrero del 2022. En 45.000 km2 se concentra una gran diversidad cultural, pues no solo habitan personas que hablan ruso, también lo hacen quienes tienen el ucraniano (o una mezcla del ruso y del ucraniano) como eje vertebrador de su día a día. Esta situación se ha convertido en motivo de pugna, y ninguno de los Gobiernos, ni el ucraniano, ni los regionales, ni el ruso, han sabido gestionarlo. Por el contrario, su desidia queda plasmada en la novela. Pasha, un profesor de ucraniano, siempre que inicia una conversación con algún desconocido le cuesta reconocer el idioma de su interlocutor. Serhiy Zhadan alude a la cuestión lingüística del Donbás y a su propio uso de la lengua en una entrevista concedida a The Ukrainian Weekly: “En casa hablábamos surzhyk, un surzhyk basado en Ucrania con algo de ruso mezclado. En Starobilsk no hablamos ucraniano literario, pero en realidad no hablamos ruso. Fui a una escuela ucraniana donde estudié lengua y literatura. Cuando estaba en el grado 11 gané la competencia de idioma ucraniano ‘Olympiada’. Representé a mi escuela y luego al Óblast de Luhansk donde obtuve el segundo lugar”.

Aunque Serhiy Zhadan desarrollaba una exitosa carrera en el mundo de la música y las letras, la guerra le ha obligado a dar un giro de timón inesperado: “Están sucediendo muchas cosas en este momento, lo último en lo que pienso ahora es en mi arte, y pienso más en lo que está sucediendo en mi país y cómo ayudar”, confesó en The Kyiv Independent. El “niño terrible” forma parte de una banda de ska-rock que recibe el nombre de Zhadan i Sobaky (traducido al español: Zhadan y Los Perros). Precisamente, en Orfanato apenas se hacen alusiones literarias y mucho menos de música. Quizá la gente no tiene tiempo de pensar en las canciones de su juventud y de su infancia cuando tratan de sobrevivir al intenso fuego cruzado; o tal vez la guerra, en su feroz marcha, no solo destruye edificios, carreteras, vidas, sino también acaba con cualquier nutriente del alma.

Hace unos meses que sus entrevistas ya no versan sobre discos y libros. Los temas han tomado un cariz político, las circunstancias exigen un compromiso mayor y una definición argumentada de su visión sobre el conflicto. En este sentido, en The Calvert Journal confesó que era patriota pero se desvinculó del movimiento nacionalista, muy criticado por venerar a personajes como Stepán Bandera, un colaboracionista nazi: “Conozco el movimiento nacionalista de Ucrania desde la década de 1980. Tengo muchos amigos en el movimiento nacionalista, pero las ideas del nacionalismo no se corresponden con mi visión de Ucrania. Ucrania es mucho más complicada y mucho menos clara”.

Patriotas o no, resulta irónico que alguien nacido en Ucrania tenga que viajar por su propio país con el pasaporte en el bolsillo. Eso le sucede al protagonista de la novela, Pasha: cada dos por tres, hombres vestidos de uniforme le piden su identificación. Hay una invasión y un intento de independencia en marcha, las autoridades de turno (constantemente en cambio) deben comprobar si Pasha es un potencial aliado o un peligroso espía. Zhadan rastrea en una escena reveladora la división política que la región del Donbás sufre desde hace ocho años. En esa escena, Pasha se encuentra con un periodista y mantiene con él un diálogo en el que emplea, refiriéndose a los Gobiernos, los pronombres posesivos “vuestro” y “nuestro”.

No obstante, la sociedad tiene otras pulsiones; Zhadan no habla en la novela ni en sus entrevistas de una sociedad dividida o silenciada a la fuerza, sino carente de expresividad. El problema es que nadie se detiene a escucharla, nadie le pregunta para saber cuáles son sus necesidades. De hecho, el autor de Orfanato se muestra partidario de “escuchar al Donbás” más que de “entender al Donbás”: “Todas nuestras regiones, todo nuestro país necesita ser escuchado. Siento que no somos una ‘sociedad parlante’ y necesitamos que nos escuchen. Esta es muy a menudo la razón de las muchas neurosis y acciones que nos desconciertan después. (…) Esto se debe en parte a que el público ucraniano simplemente no se siente escuchado; la gente no puede ver ninguna reacción o atención por parte del gobierno o los políticos”, comentaba en Open Democracy.

Para personas desconectadas del mundo sensible como Pasha, la conversación con el periodista supuso un aliciente para reflexionar sobre todo aquello que le había sido indiferente. En esos momentos de descubrimiento involuntario, a Pasha se le abre el mundo vasto y ruin que permanecía latente detrás del biombo. La soledad se apodera de él, su cuerpo aterido descubre lo insustancial de la existencia y, seguramente, si pudiera, cavaría un agujero y cual avestruz sin plumas se escondería bajo tierra. Cualquier compañía es bienvenida, incluso la de un perro callejero. Pero el destino es caprichoso y le obliga a sufrir ciertas incomodidades en soledad. El perro se marcha, desamparando a un Pasha sumido en los siguientes pensamientos: “¿Por qué me has abandonado? (…). ¿Por qué no se ha quedado conmigo?”.

Así es la guerra: destruye la vida de las personas, pero a Pasha también le ayuda a madurar deprisa, a insuflar el carácter necesario para afrontar los reveses. Creo que todo aquel que lea Orfanato estará de acuerdo en que las experiencias que moldean la personalidad en veinte años, durante el conflicto con tan solo tres días convierten a una persona descuidada e intransigente en una especie de Superman: “Así que helo aquí, como un cura rodeado por parroquianos ansiosos de que les aclare ciertos conceptos del sermón que acaba de pronunciar, mientras piensa: ‘Es una responsabilidad, una gran responsabilidad, guiar en la oscuridad a personas a las que apenas conoces hacia vete tú a saber adónde’. Pasha no está habituado a algo así.  Ni siquiera se había hecho jamás cargo de su clase, acostumbrado como estaba a hacer valer como excusa la iniciativa de los mismos alumnos y su autonomía”, escribe Zhadan en Orfanato.

El mundo de Serhiy Zhadan ha sido el arte, pero su activismo político comenzó en sus años universitarios en Járkov, donde conoció a una comunidad políticamente activa y comprometida con “el idioma y los derechos ucranianos, la reforma democrática”. Su actividad se intensificó durante el Euromaidán, Zhadan recuerda en The Calvert Journal que en Járkov “celebramos nuestro propio Maidán”: “Empezamos a organizar protestas a principios de noviembre e invitamos a escritores, periodistas y músicos para tener un contexto intelectual”. Los movimientos regionales apoyaron los esfuerzos de Kiev: “Los voluntarios que iban a Kiev venían a través de nosotros y enviábamos dinero y suministros para el Maidán”. Sin embargo, su aventura no duró mucho: “Estuve involucrado en el Maidán de Járkov hasta el 1 de marzo, cuando hubo una gran pelea callejera y me golpearon brutalmente. Mis amigos me llevaron a un hospital militar en Varsovia, donde me quedé durante una semana. Luego regresé, pero todo había cambiado: Maidán había terminado y la anexión de Crimea estaba en marcha”. Su compromiso con los acontecimientos de 2014 le ha convertido en una persona non grata en Rusia y otros países amigos de Moscú: “Estoy en una lista negra. Hace dos años, fui arrestado y deportado de Minsk porque Bielorrusia, Rusia y Kazajstán están en una unión aduanera y tienen una lista común de personas sancionadas. La policía bielorrusa explicó que yo estaba en la lista negra rusa como cómplice terrorista”.

Para Serhiy Zhadan y el resto de ucranianos, estos últimos ocho años han sido un infierno como el de Dante, con diferentes fases. La guerra iniciada hace casi ya un año no parece tener fin y los personajes de la novela (y también las personas de carne y hueso) son conscientes de ello:

“- No me fijé mucho –confiesa Pasha-. Simplemente me preocupa. Quiero encontrarla cuando todo esto acabe –añade.

  • ¿Y qué te hace pensar que todo va a acabar? –pregunta ella.
  • Bueno, en algún momento tendrá que acabar –supone Pasha.
  • ¿Lo crees?”