La editorial de Járkov que sigue trabajando para que los niños ucranianos tengan libros en mitad de la guerra

La historia de resistencia de “La bibliotecaria de Auschwitz” se publicará en Ucrania por la editorial Vivat.

Texto: ANTONIO ITURBE  Foto: VIVAT  

 

El año pasado la editorial ucraniana Vivat se interesó en la publicación en su país de mi novela La bibliotecaria de Auschwitz, la historia basada en hechos reales de una pequeña escuela clandestina y una minúscula biblioteca de ocho libros que se formó en un barracón del campo de exterminio de Auschwitz. Aquella escuela del barracón 31 y esos pocos libros que repartía y guardaba todos los días una joven prisionera de catorce años llamada Dita no podían detener el rodillo devastador del III Reich contra personas inocentes, pero lograron que en medio del horror aquellos niños consiguieran seguir siendo niños.

Parecía que la publicación en Ucrania quedaría suspendida por la guerra pero los ucranianos están dispuestos a seguir sorprendiéndonos y darnos una lección de fe y resistencia a los aburguesados europeos. En la editorial Vivat, con sede en Járkov (Kharkiv), una de las ciudades más castigadas por las tropas rusas desde el inicio de la guerra, siguen trabajando pese a las bombas. Me ha dejado estupefacto que me manden desde Ucrania la portada de “La bibliotecaria de Auschwitz” en ucraniano para pedir mi aprobación -cosa que no todos los editores internacionales en situaciones menos estresadas tienen la cortesía de hacer-.

Viktoriya Vifliantseva, responsable del departamento de Derechos internacionales, explica que “En este momento no podemos saber el día concreto de la publicación de La Bibliotecaria de Auschwitz, pero nuestros editores y diseñadores están haciendo todo lo posible para tener todo preparado para ello”. Halyna Padalko, responsable de comunicación, en cuanto sabe de mi interés por mandar un saludo afectuoso a la directora editorial,  Yulia Orlova, y pedirle algunas impresiones para que la voz de una editora ucraniana llegue a España, lo organiza todo con una amabilidad, eficacia y rapidez que aquí en tiempos más fáciles, cuesta de encontrar.

Orlova es la CEO de la segunda editorial en tamaño de Ucrania, con 117 trabajadores bajo su batuta. Las primeras semanas fueron de terror y confusión, pero cuenta que han ido recomponiendo la situación con los trabajadores de la editorial lo mejor que han podido. Muchos fueron evacuados con tanta urgencia que no pudieron llevar sus ordenadores portátiles con ellos y también había problemas con los cables de fibra óptica rotos que complicaba la conexión a distancia. Algunos han podido seguir conectados y otros no. De hecho, una parte importante están refugiados en otras zonas menos atacadas de Ucrania o incluso fuera del país. Algunos de sus empleados e incluso autores de la casa también se han ofrecido voluntarios al ejército para ayudar a la resistencia.

Pero en medio de esa situación difícil pero Yulia Ordova no se ha planteado cerrar: “Estamos unidos por una idea: la victoria y estamos esperando el regreso a nuestro Kharkiv (Járkov) natal, que los soldados rusos han estado bombardeando sin piedad durante más de dos meses. Aguantamos y seguimos haciendo libros, incluso en sótanos y subterráneos. Hay 50 libros confeccionados. Sin embargo, no podemos enviar libros desde el almacén de Járkov para la venta ni tampoco imprimir libros porque las imprentas más importantes están en Járkov y no están trabajando debido al enorme peligro. Esto causa un enorme daño financiero a la empresa, el mes pasado recibimos solo el 10% de la ganancia planificada y así no es nada fácil mantener un gran equipo de más de 100 personas. Necesitamos apoyo, pero nos mantiene las ganas de seguir adelante el convencimiento de que después de la victoria tendremos un Renacimiento del libro ucraniano”.

Dos de sus librerías en Járkov están cerradas temporalmente debido a los combates, pero me conmueve saber que todavía hay una librería abierta en Leópolis (Lviv), cerca de la frontera con Polonia, con un público de niños. Yulia cree que son un consuelo en tiempos difíciles: “Debido a la guerra, miles de madres con hijos están teniendo que mudarse a Lviv huyendo de los puntos más críticos. Por lo general, al salir corriendo bajo los bombardeos, los niños ni siquiera tenían tiempo de coger sus juguetes favoritos, y mucho menos los libros. Nos parece importante que los niños ucranianos tengan acceso a libros en su lengua materna. En Lviv, incluso organizamos lecturas para niños desplazados en el sótano de nuestras librerías con escritores infantiles”.

Me explica que “hay muchos niños que ahora están en el extranjero y no tienen acceso a libros en ucraniano, así que estamos tratando de enviar libros de forma gratuita siempre que sea posible y buscamos canales de distribución para entregas a librerías en el extranjero”.

Me parece asombroso escuchar que las tropas rusas están destruyendo libros, aunque tal vez no debería: ha sucedido desde la Antigüedad, sucedió en la Alemania nazi de 1933 y sucede ahora porque todos los dictadores, sea cual sea su ideología, se han dedicado a quemar libros. Me dice que “El servicio de inteligencia del Ministerio de Defensa ha compartido información de que las bibliotecas de los territorios temporalmente ocupados han comenzado a excluir la literatura histórica y de ficción ucraniana. La razón es que los libros no coinciden con la propaganda del Kremlin y unidades rusas de la policía militar están haciendo eso. Además de las funciones represivas físicas, también hay una represión ideológica. Los ejemplares de nuestro libro El caso de Vasyl Stus fueron confiscados o quemados”. Yulia no está especialmente sorprendida: “Rusia siempre ha actuado de esta manera. No es la primera vez que queman libros. Hacen todo lo posible para que la gente no pueda tener acceso a otra información que no sea la que dicta la propaganda. Efectivamente, es algo que une a los regímenes totalitarios”.

Le digo que ver en una foto que me manda a una de sus editoras trabajando sobre el camastro de un refugio aéreo y su tenacidad por seguir publicando libros en esa Ucrania asediada por un ejército implacable me hacen encontrar un paralelismo con la historia del Barracón 31… “Por supuesto, nos identificamos con los protagonistas de La bibliotecaria de Auschwitz y nos damos cuenta de que su publicación ahora es más importante que nunca para la sociedad ucraniana. Estamos tratando de encontrar fondos de donantes y apoyo financiero para pagar la impresión de su libro en ucraniano y publicarlo como uno de los primeros durante la guerra”.

Le pregunto qué podemos hacer las personas de cultura desde esta orilla de Europa “Estamos buscando empresas que puedan distribuir libros en ucraniano en el extranjero. Y si hay una fundación cultural, alguna organización o un donante privado que quiera ayudarnos a imprimir nuestros libros en esta situación difícil, agradeceremos esa ayuda. Se puede apoyar a nuestra editorial comprando nuestros libros para los pequeños ucranianos de sus países, que ahora se ven obligados a abandonar su hogar a causa de la guerra. Para ello, puede escribir a g.padalko@vivat.factor.ua.

Yulia Ordova y su equipo no se rinden: “¡Somos fuertes y estamos de pie!”