«Padre polvo», de Juan Carlos Elijas
Padre polvo (colección Rayo azul de Huerga y Fierro) es el título de la trilogía formada por los poemarios inéditos: Atlántica, Constantes mortales y Su carne en llamas del profesor y poeta Juan Carlos Elijas (Tàrraco, 1966), que trae ecos del poema Redoble fúnebre a los escombros de Durango de César Vallejo. Y una cita de Ángela Figuera. Y me llama la atención, pues es esta una poeta que hay que recuperar por el bien de la poesía y de las personas lectoras: “Llegué hasta el hombre. Un muerto como yeso fraguado”.
Hay calidad y belleza en esta trilogía poética con una lluvia de acidez brillante y una arquitectura verbal fascinante: “Y comprender la infinitud de lo nombrado”. Tal vez sus poemarios de madurez o al menos los de mayor enjundia: donde canta y cuenta con tres espacios simbólicos: evocación, sugerencia y ritmo. Estos y no otros son los elementos que hacen posible la reconstrucción personal “toda ausencia descifrando bajo los párpados”.
Nada hay más claro que el (re)conocimiento de esa memoria, con este lenguaje y con su mirada: “desde el desierto de la verdad del poema”. ¿Acaso no son los versos de este poeta mediterráneo una fortaleza del ser?: “El sol funde su lengua en el crepúsculo”. Así pues, Juan Carlos Elijas en Padre polvo le da voz a ese sentir oculto tan perseguido en poesía: “metáforas descalzas, verbos que son delirios,/ respuesta del lenguaje/ representando acaso la herida de existir”. Enrique Villagrasa
XII
Piensa, cuerpo, la riqueza
de haber amado en la alborada,
de haber llegado incólume
al final del trayecto.
Piensa en la tramoya que ha guiado
tus pasos hasta los precipicios
conmovedores de poniente,
el teatro natural que es este monte,
el esplendor de este telón
que hubo sido la vida.
PADRE POLVO
Juan Carlos Elijas
Huerga y Fierro
164 págs. 15 €