Los Tom Ripley de nuestra vida

La usurpación de identidad es uno de los delitos con los que la policía ha de lidiar constantemente, pero para los escritores de género negro es una fuente inagotable de tramas y de personajes. En BCNegra conoceremos a unos cuantos, aunque uno de los grandes es sin discusión Tom Ripley.

Matt Damon en el papel de Tom Ripley en «El talento de Mr. Ripley»

Texto: Susana MARTÍNEZ

 

Los casos de suplantación de identidad siempre han existido y existen, ¡y no digamos ahora en el mundo digital y el de las redes sociales! Las razones pueden ser diversas, desde intentar cobrar una herencia, incluso una humilde pensión, a querer enamorar a una mujer o a escapar de los acreedores o de los asesinos… Algunos de estos casos reales han inspirado obras literarias. Una de ellas es La esposa de Martín Guerre, de Janet Lewis, publicada por la editorial Reino de Redonda. Narra el caso real de un hombre que en 1556 se hizo pasar por el desaparecido Monsieur Guerre. Su parecido era tal con el suplantado que engañó a su familia y a la propia esposa, con la que llegó a convivir durante tres años, teniendo incluso hijos con ella. No obstante, ciertas acciones del supuesto Guerre levantaron suspicacias entre algunos familiares y acabó yendo a juicio. Durante el proceso, se presentó el verdadero Martín Guerre y lo curioso del caso es que los más cercanos a ellos dudaron entre uno y otro y no sabían quién era el verdadero. Al final, uno de ellos acabó en la horca, pero ¿fue el suplantado o el suplantador?

Aunque la realidad muchas veces supera la ficción, hay personajes de la historia de la literatura que representan la usurpación de identidad de forma magistral. En el género negro tenemos varios, pero si hemos de quedarnos con uno, sin duda, ese es Tom Ripley.  El personaje de la escritora norteamericana Patricia Highsmith apareció en escena en 1955 en la novela El talento de Mr. Ripley y revolucionó el mundo editorial. Ripley era un asesino pero conseguía empatizar con sus lectores. Ese joven americano educado, tímido y reservado lograba hacerse querer tanto por los personajes que le rodeaban como por los hombres y mujeres que devoraban la novela de Highsmith. La escritora que ya había demostrado su talento y logrado la fama con Extraños en un tren, publicada en 1950, cimentó su leyenda cuando imaginó a Ripley. La reina del suspense psicológico creó un personaje frío, sin escrúpulos, calculador, donde la línea del bien y el mal se diluye y, en cambio, atrapa al lector, porque vemos también en él a un hombre acomplejado, con un deseo obsesivo por ser aceptado, por agradar, por ser querido. Después del éxito de la primera novela, Ripley protagonizó cuatro más: La máscara de Ripley, El juego de Ripley, Tras los pasos de Ripley y Ripley en peligro. Y con los libros llegó la adaptación al cine.

Son pocos los casos en los que la película y la novela son excelentes y este es uno de ellos. El director de cine Anthony Minghella estrenó en 1999 el film del título homónimo del libro El talento de Mr. Ripley, con Matt Damon en el papel, acompañado por Jude Law y Gwyneth Paltrow, en los personajes de Dickie y su novia Marge, y rodada en bellos escenarios como la isla napolitana de Procida. Es interesante, además, ver cómo de un final se ofrecen dos versiones distintas según se vea en la pantalla grande o se lea la novela. Si Ripley ya se había alzado como uno de los personajes más interesantes de la literatura de suspense y de la ficción en general, la película ayudó a consolidar su éxito.

Tom Ripley es un joven americano inteligente y buscavidas, con enormes ansias de escalar en la sociedad.  Él es un simple empleado de servicios de empresa, pero se cuela en una fiesta y logra acercarse al rico anfitrión haciéndose pasar por amigo de su hijo Dickie. Ripley, con su cara de niño y de buena persona, amable, correcto y atento; se gana la confianza de los padres que echan mucho de menos a su vástago que vive en Europa. La oportunidad se le presenta cuando le encargan, por una interesante suma de dinero, que vaya a buscarlo y lo traiga de vuelta a casa para que se haga cargo de los negocios familiares y acompañe a su madre enferma. Lo que ellos no saben es que cuando Ripley conozca a Dickie y a su novia Marge quedará fascinado por su personalidad y su forma de vida y hará sus propios planes.

Highsmith nos muestra a ese joven que observa, aprende, imita los movimientos, el tono de voz, la manera de vestir y de actuar de Dickie, primero por admiración y por amor, para luego hacerlo por ambición y rencor. Representa dos papeles, el de Dickie y el de sí mismo, para continuar con la farsa y poder disfrutar de una existencia de lujo. Pero Highsmith no se lo pone fácil, y su personaje tiene que superar situaciones con ingenio, pero también con violencia, para salir airoso y no ser descubierto. Las escenas en las que en un mismo lugar se encuentra a amigos que lo conocen como Ripley y otros como Dickie son memorables.

Patricia Highsmith fue una genial escritora y de éxito, pero una mujer solitaria. Sus relaciones amorosas fueron un fracaso y su deseo por agradar a su madre y lograr que la dejara estar a su lado se convirtió en su obsesión. Viajó y vivió en el extranjero -murió en Suiza en 1995- y con los años se encerró en la literatura y en el alcohol, alejándose de las personas para dedicarse a cuidar a sus gatos y a los caracoles.

En la personalidad de Tom Ripley, Highsmith volcó sus obsesiones y sus temores, y por eso logró crear un personaje cruel, pero a la vez tierno y creíble, un personaje que sueña con vivir otra vida y ser otra persona y hace lo que sea para lograrlo. De ahí surge la fascinación que produce Ripley porque debajo de su apacible apariencia se esconde un «yo» mucho más oscuro, que nos resulta casi imposible de distinguir y que puede hallarse en cualquiera: en nuestra vecina, en el tendero, en el conductor, en la abogada,…en fin, ¡cuidado con tener un Ripley a tu lado!