Liternatura en la Siberia extremeña: “En España hay formas de llenar y dignificar los pueblos”

El escritor, viajero y activista cultural Gabi Martínez impulsa la 4ª edición de Siberiana, el Festival de Liternatura de Tamurejo, en la Reserva de la biosfera de La Siberia extremeña.

Texto: Antonio ITURBE

 

Tamurejo, un pueblo de Badajoz de poco más de doscientos habitantes, se convertirá los días 22, 23 y 24 de junio en capital de la literatura verde con sus jornadas “Siberiana da voz”. En su programa habrá escritores, naturalistas y periodistas como Odile Rodríguez de La Fuente, Jorge Riechmann, Jacinto Antón, Pilar del Río o Basilio Sánchez. Detrás del festival está la tenacidad del escritor Gabi Martínez, que realizó su particular radiografía literaria, ambiental y emocional de la Siberia extremeña en Un cambio de verdad, tras pasar un invierno como aprendiz de pastor. Siberiana se inserta en la red Liternatura de festivales culturales que luchan por la sostenibilidad y la narración como sendero hacia la empatía con la naturaleza.

 

¿Cómo es el compromiso de Tamurejo con la defensa ambiental?

Enorme. El pueblo, y su alcaldesa Rosa María Araújo, fueron claves para conseguir que La Siberia extremeña fuera declarada Reserva de la Biosfera.

¿Y eso cómo se consigue?

Con su trabajo por proteger el entorno aunando cultura rural y naturaleza, cuidando igual de la dehesa como de las lecturas a las que acceden niños y adultos, está siendo aún más impresionante. Y esto no es una opinión personal: el año pasado Tamurejo recibió el premio que concede Reservas de la Biosfera de España en la categoría de Conservación del patrimonio natural y cultural. Un pueblo de 214 habitantes.

¿Y cómo llegas tú a Tamurejo?

MI abuela nació allí. Mi abuelo era de un pueblo vecino, y mi madre nació en otro también muy cercano. Yo fui a pasar un año ayudando a pastores con la idea de escribir un libro. Quería reproducir la forma de vida de mi madre para intuir un poco mejor su ética.

¿Y lo conseguiste?

No lo iba a conseguir del todo, soy un hombre, había pasado mucho tiempo desde su infancia… pero quise acercarme un poco más a su forma de entender el mundo viviendo en los espacios que ella vivió. De aquella experiencia ha quedado la Asociación Caravana Negra, que intenta promover acciones que reúnan a artistas con ganaderos, agricultores y siberianos en general, y con los animales y la flora que habita la zona;  también hicimos una trashumancia con artistas que acompañaron a un rebaño de oveja merina negra criada en ecológica; e impulsamos este festival, que evidencia que vamos en serio. Que en España hay formas de llenar y dignificar los pueblos, y nosotros lo estamos haciendo.

Después de viajar por todo del mundo, has regresado a la tierra de tu madre. ¿Qué has descubierto en la Siberia extremeña que no hayas encontrado en otros territorios remotos?

Aquí ya tengo amigos de verdad. No es lo mismo pasar unos días por un lugar donde quizá no vuelvas nunca que instalarte en un sitio, compartir alegrías y asperezas, comprender hasta qué punto existe aún un feudalismo no tan encubierto que está complicando la vida de miles de personas… y decidir implicarte, trabajar a favor de ese territorio que también es tuyo.

¿Feudalismo en el siglo XXI?

Es que hay muchas cosas por cambiar. Aquí he descubierto a gente impresionante que no va a renunciar a seguir con su proyecto pese a la burocracia demencial y a los caciques con brazos en medios de comunicación que quieren que todo siga atado y bien atado. Ahora mismo, estoy como testigo en un juicio para intentar que se haga eso, justicia. A la misma vez, contrarrestamos a esa gente montando festivales, caravanas, y escribiendo, por ejemplo, sobre lo mejor de las vidas que llevan resineros, pastoras, apicultores…

¿Cuál es el leit motive de este festival?

Esta edición la hemos titulado “Siberiana da voz” porque queremos atender con cuidado a los sonidos que nos rodean, a los de los márgenes sobre todo, que son los que quedan más ocultos por el fragor y las estridencias urbanas. El ruido de la ciudad puede hacernos creer que no hay más voces que las que nos llegan desde ese magma. Parece que esas voces barren a todas las demás. Parece incluso que son las únicas que existen, que valen. En Siberiana queremos escuchar a esas voces y sonidos interesantísimos que millones de personas suelen percibir más bien poco o nunca.

En tiempos de nacionalismos hiperventilados, la apertura de miras y de oídos también es geográfica…

Queremos abrirnos por primera vez a Portugal. La idea Liternatura está seduciendo más allá de España, y, vista la vecindad y que el festival ya empieza a asentarse, creemos que es el momento de saber cómo están escribiendo sobre naturaleza nuestros vecinos portugueses.

¿Y qué es la red de festivales de liternatura?

Liternatura es una propuesta para aproximarnos. Para crear esa familiaridad. Y, con ella, una cantera de autores que, al generar narraciones, poesías, ensayos poderosos, seduzcan a miles de lectores de que no solo esa literatura, sino aquello de lo que hablan esos libros, es algo valioso y que hay que cuidar. De esto se han dado cuenta también en otros países, y estamos trabajando con ellos en red. Creo que a medio plazo vamos a poder hablar de proyectos preciosos que van a visibilizar libros impresionantes.

¿Pero realmente había un hueco en medio de tanta producción editorial?

Liternatura es una propuesta que viene a ocupar un insólito espacio vacío. Ante los desaguisados medioambientales, alguna gente se está dando cuenta de que quiere leer e incluso crear relatos que comenten esa realidad… y se han percatado de que casi todos los libros literarios sobre naturaleza debían leerlos en otras lenguas.

¿Tiene su importancia que gente como tú trate de popularizar el término “liternatura” por delante del “nature writing”?

Muchos autores también han comprendido que no tenían el conocimiento ni las palabras para escribir sobre naturaleza en su propia lengua. De hecho, para decir que alguien había escrito un libro de este tipo decía que había escrito un libro de nature writing. Emplear un término foráneo denotaba la enorme distancia que hemos creado entre nuestra narrativa y la naturaleza: ni siquiera teníamos una palabra para acercarnos familiarmente al entorno.

¿Qué persigue la liternatura?

Un propósito es evidenciar que la literatura de naturaleza es, ante todo, gran literatura. Durante décadas, el relato donde los elementos naturales eran decisivos ha sido desplazado al ámbito de lo infantil o la poesía bucólica. Eso conecta con el desprecio que España, -y muchos otros países, que conste-, han tenido hacia la naturaleza que les rodeaba. Lo sorprendente es cuántos intelectuales y escritores se han sumado al arrinconamiento, atrapados en el juego político, olvidando que la base de todo está literalmente en las raíces. También es cierto que el intelectual no deja de ser sociedad civil, que la economía le importa, y que un libro de naturaleza no ha dado precisamente dinero a quien lo escribiera.

Intelectual ahora suena despectivo. Incluso se oye muy poco la palabra “librepensador”…

Ya nadie usa el término librepensador. Entre otras cosas, porque ese perfil de individuo que va por libre, y eso quiere decir que se aparta de la lógica de mercado, ha sido neutralizado por quienes han preferido entrar en la autopista del euro contante y sonante en lugar de transitar los caminos llenos de baches de la crítica y de los géneros alternativos. El dinero se ha comido también a la intelectualidad.