30 años de democracia a la rusa

Ensayos, narrativa y libros de viajes para acercarnos a la complejidad de Rusia en el año en que se cumplen tres décadas del final de la Unión Soviética.

 

Texto: José Ángel LÓPEZ JIMÉNEZ

 

Un buen puñado de novedades editoriales evidencia la pujanza y el interés que suscita Rusia como realidad compleja, poliédrica, controvertida, y siempre fascinante. Pasamos revisión a algunos ensayos, libros de viajes, de experiencias personales, novelas y compilaciones que han aparecido recientemente.

La muralla rusa, Hélène Carrère D´Encausse (ed. Rialp) es un delicioso ensayo de una de las más acreditadas especialistas en la historia de Rusia y de la Unión Soviética. En su última obra la autora -madre del también afamado novelista Emanuel Carrère- traza el recorrido de lo que califica en las primeras palabras del trabajo como ¡Qué novela esta de la larga relación-tres siglos- que tantas veces atrajo, unió, enfrentó y reconcilió a Rusia con Francia! Desde el siglo XI, con el matrimonio entre Ana de Kiev y el monarca francés Henri I, esas relaciones se estrecharon o separaron al compás de la historia. Pero será con la dinastía de los Románov cuando Francia empezará a ser un espejo en el que mirarse para Rusia. La Ilustración, las ideas revolucionarias, la cultura y la lengua francesa, el arte, o la literatura pasaron a ser objeto del deseo de la nobleza y de los círculos de poder ruso. Especialmente deseosa de replicar el estatus de potencia internacional de Francia durante el reinado de Luis XIV los sucesivos zares y zarinas se vuelven hacia ella buscando su aprobación y la intensificación de sus relaciones bilaterales. Sin embargo, Francia se mostró reacia durante estos más de tres siglos a realizarlo en pie de igualdad: el recelo hacia su inmenso territorio, su carácter “bárbaro”, su especificidad tan diferente a lo “europeo” y, especialmente, el temor, provocaron en varios períodos históricos conflictos bélicos entre ambas. Este  recomendable ensayo nos permite interpretar las actuales relaciones entre la Rusia actual y Europa occidental en clave histórica, si sustituimos en la ecuación a Francia por la Unión Europea. Como destaca Carrère en sus conclusiones, los temores y recelos respectivos persisten y Rusia ha otorgado prioridad al concepto de proximidad, a su “extranjero próximo” –antiguo espacio soviético- sobre la colaboración con el mundo y los valores occidentales, tras los fallidos intentos en su primera década de independencia tras la desaparición de la Unión Soviética. Merece la pena recordar también que, en esta misma editorial, se publicó hace un tiempo el excelente trabajo de Adolfo Torrecilla, Cien años de literatura a la sombra del Gulag (1917-2017) en el que se repasa la relación establecida entre más de cien obras y autores con el sistema represivo creado en la Unión Soviética y replicado en sistemas y Estados afines ideológicamente.

El profesor de Historia Contemporánea de la Universidad Complutense, José María Faraldo, acaba de publicar El nacionalismo ruso moderno (ed. Báltica). Especialista en el mundo eslavo y del conjunto de la Europa oriental y traductor literario de algunos autores muy relevantes de estos países, tiene una experiencia muy dilatada en este ámbito geográfico de investigación, como lo reflejó en su anterior trabajo Las redes del terror. Las policías secretas comunistas y su legado (ed. Galaxia Gutenberg). En este breve ensayo Faraldo rastrea de forma brillante el pragmatismo de Putin a la hora de plantear una suerte de continuun entre el imperialismo soviético y el nacionalismo ruso actual. Larvado durante el período soviético y reforzado por filósofos y pensadores ultraconservadores (Dugin, Ivan Ilyn o Solzhenitsyn) ha conseguido impregnar a una parte importante de la sociedad rusa y en su forma de relacionarse con su nuevo “extranjero próximo”. El fracaso del internacionalismo soviético y la irrupción de los fenómenos republicanos, la campaña antifascista de Rusia para justificar su acción en Ucrania y Crimea desde el año 2014, la venganza del “homo sovieticus” y, en definitiva, la consolidación de un nacionalismo ruso fóbico a lo ajeno y expansionista hacia lo cercano deparan una imagen que puede ayudarnos a entender a Rusia y sus relaciones internacionales en clave nacionalista/imperialista.

Xoxé Manuel Núñez Seixas nos introduce en Guaridas del lobo (ed. Crítica) en los espacios y lugares de memoria de los dictadores tras su desaparición, por lo que significan de gestión del carisma del líder una vez que no está presente y su fuente de legitimidad se ha extinguido. Diferencia en todo el ensayo entre dictaduras autoritarias y regímenes totalitarios, entendiendo en estos últimos su aspiración de ingeniería social, integral, utópica, con una sociedad moldeada según un patrón ideológico. Aunque pasa revista a todos los ejemplos de un signo u otro que se dieron durante el siglo XX (fascismo, nazismo, comunismo, dictadores militares, colaboracionistas) dedica una buena parte del trabajo a la Unión Soviética y sus satélites ideológicos. De hecho considera el autor que el ejemplo de Lenin introdujo un modelo de culto fúnebre al Jefe del Estado (embalsamamiento, mausoleo, exposición al público) Las réplicas en otros casos con variantes (Stalin, Tito, Ceaucescu, Ho Chi Minh) La conclusiones del trabajo evidencian las diferentes variantes existentes en torno a la gestión de la memoria de estos personajes, así como la complejidad de responder a las cuestiones sobre dónde, cómo y qué deben de recoger esos espacios asignados para la historia.

Desde los orígenes de la Unión Soviética hubo multitud de experiencias de “viajeros” más o menos ilustres que quedaron plasmadas en posteriores publicaciones con un contenido emocional, personal, o puramente memorístico. Los clásicos de André Gide, Regreso de la URSS (Alianza Editorial) o de Bertrand Russell y su Viaje a la revolución (ed. Ariel) son buena muestra de ello. Justo en los meses en los que se estaba gestando la disolución de la Unión Soviética y el retorno de la Rusia independiente Sara Gutiérrez estaba experimentando, sin saberlo, lo que era estar en el ojo del huracán de un vuelco histórico. En El último verano de la URSS (ed. Reino de Cordelia) nos narra su viaje hace treinta años desde el mar Báltico al mar Negro a través de cinco repúblicas que iban a ser Estados independientes en pocos meses. Viajando en trenes nocturnos, eludiendo los precarios controles de las autoridades en un mundo que se desmoronaba la experiencia de Sara, que aterrizó en Ucrania por motivos profesionales e inquietudes y curiosidad por el universo que se encontró al conectar con aquella peculiar sociedad y sus gentes, se plasma en un relato que tiene mucho de costumbrista y también de intimista. Aquellos que pudimos compartir experiencias similares en aquellos territorios en estancias de investigación durante un período histórico tan crucial, nos sentimos muy próximos al relato. Para el lector en general es una toma de contacto muy “natural” con aquella realidad.

La inmensidad del territorio ruso y el lugar que Siberia ocupa en el mismo se citan en el libro de Sophy Roberts, Los últimos pianos de Siberia (ed. Seix Barral). Entre la literatura de viajes, la historia de la música rusa y los principales acontecimientos históricos que jalonaron el Estado-continente en tres grandes períodos (Pianomanía, 1762-1917; Acordes rotos, 1917-1991; Dios sabe dónde, 1992-actualidad) la autora nos traslada a la pasión rusa por la música a través de diversas historias que la conectan con la esperanza, la civilización y el consuelo-tan necesario en un país de duras experiencias-. Sin embargo, para despliegue cartográfico el que nos encontramos en el recién publicado Geopolítica de Rusia y Europa Oriental, de Silvia Marcu (ed. Síntesis). Imprescindible trabajo, inexistente hasta este momento en la bibliografía en español, analiza la evolución de un espacio compartido por más de la mitad del continente europeo y su agitada evolución histórica. Los principales elementos identitarios y sus múltiples cruces históricos y territoriales están presentes en un libro-mapa. Las explicaciones aportadas en el texto permiten navegar visualmente a través del atlas regional de un espacio marcado por la geopolítica. Imperios, grandes potencias, vecindario compartido entre la Unión Europea y Rusia, territorio de conflictos congelados, redes de infraestructuras energéticas y escenario de movimientos migratorios y una demografía cambiante, van desfilando por las páginas de este volumen muy recomendable para los lectores y lectoras interesados en ubicarse en un espacio complejo, próximo y bastante desconocido.

Desde una vertiente literaria, pero con una inequívoca vocación testimonial, recibimos la dura aportación de la rusa Anna Starobinets en Tienes que mirar (ed. Impedimenta). La crónica emocional del recorrido a través de la sanidad rusa, con el tema principal del embarazo, la malformación que hará inviable la vida del bebé, la terrible falta de empatía y la rudeza de la sociedad y de las instituciones rusas, el negocio detrás del drama, y la huida a Alemania, dónde el necesario acompañamiento de los sanitarios aconseja que el duelo exige “tener que mirar”. Aunque utiliza el recurso en ocasiones a lo tragicómico y al humor negro, el libro conmueve y plantea la dureza de un pueblo habituado a situaciones excepcionales. Vasili Peskov,  Los viejos creyentes (ed. Impedimenta) relata en el libro el descubrimiento accidental de una familia superviviente en la taiga siberiana, aislada durante más de medio siglo, pertenecientes a esta secta que existió en los tiempos de Pedro el Grande. Anclados en el siglo XVII, es una crónica periodística de un retorno al presente de la familia Lykov, con sus paradojas y su viaje a través del tiempo.

La editorial Automática, en su esfuerzo por recuperar obras literarias rusas escasamente conocidas, no traducidas al español, acaba de publicar La muerte del Vazir-Mujtar, de Yuri Tyniánov. Narra -desde la posición del formalismo ruso- la desconocida historia de Aleksandr Griboyédov, destacado intelectual, militar y diplomático ruso que vivió durante el primer tercio del siglo XIX. Los avatares de este potente personaje son múltiples hasta ocuparse de la embajada rusa en Teherán, pasando por su potencial implicación en el movimiento decembrista contra el zar en 1825- a la muerte de Alejandro I y contrarios al ascenso de Nicolás-. Sin embargo, fueron los acontecimientos desarrollados el 30 de enero de 1829, tras la ocupación de la embajada rusa en Persia auspiciada por las autoridades locales tras el asilo otorgado a un eunuco y dos muchachas armenias que estaban en el harén del sha, los que constituyen el colofón a una historia personal fascinante. Desde la literatura española tenemos la última aportación: La bailarina de San Petersburgo, de Andrés Pérez (ed. Almuzara) teje una historia de espionaje a través de la contienda emocional entre revolucionarios y contra-revolucionarios. París en 1930, exiliados, infiltrados al servicio de la Unión Soviética, dudas ideológicas, Sevilla, intentos de revertir la revolución, Moscú y Leningrado, componen un escenario múltiple que el autor recrea con un pulso literario apasionante y que ofrecen una hipótesis distópica, pero sugerente.

Last but not least, es la monumental recopilación que ha realizado la editorial Páginas de Espuma de la obra de Isaac Bábel, bajo el título de Cuentos completos La más completa realizada hasta la fecha de un escritor “con destino difícil”, como él mismo se autocalificaba. Capaz de describir las atrocidades del ser humano y, en paralelo, las acciones más compasivas en medio de la destrucción, Bábel constituye un ejemplo más del auge y caída dentro del sistema instaurado tras la Revolución rusa. Su pertenencia a una minoría étnica azotada por el secular antisemitismo (ruso y soviético) no le impidió hacerse un hueco en la intelligentsia durante el período de la Guerra civil. Sin embargo, su agitada vida sentimental-como la relación que mantuvo con la esposa de Yezhov, el máximo responsable de la NKVD- y la caída de alguno de sus protectores, precipitaron su encarcelamiento y posterior fusilamiento el 27 de enero de 1940. Estamos ante una edición conjunta de cuentos, reportajes, diarios y relatos cinematográficos con una excelente introducción de un centenar de páginas que completan una excelente obra de un escritor al que solemos identificar exclusivamente por su obra Caballería roja.