Las noches de Tokio

Víctor Alonso retrata la noche nipona en «Tokio Nights» (Héroes de Papel).

Texto: Asís G. AYERBE Foto: Víctor ALONSO

 

Los libros de fotografía que te trasladan de verdad a otro lugar son los más codiciados. Suelen surgir cuando alguien que hace fotos, completamente empapado de un tema, decide trasladar al papel toda esa imaginería que tan bien conoce. Generalmente es algo difícil de ver porque implica que se alineen muchos astros, pero cuando ocurre es perfecto. Es una especie de «Free tour» que puedes hacer en tu casa, sentado en tu sofá. Oriente siempre nos ha fascinado por aquí, y concretamente creo que Japón es el epicentro de esa atracción. De cada diez personas a las que preguntas por sus destinos soñados, al menos cinco dicen Tokio. Lo entiendo, porque yo soy uno de ellos.

Por eso me hago con el libro Tokio Nights, editado por Héroes de Papel, y me adentro con gran ilusión en la noche nipona. Me encanta la idea de un fotógrafo que ha recorrido las calles de la gran ciudad de noche seducido por ese mundo que mezcla lo ancestral y lo hipermoderno. Me fascina ver a través de su mirada, casi puedo imaginarlo allí, con su cámara, captando a esos personajes que se mueven en un torrente de luces de neón de colores exagerados y un ambiente cinematográfico. Son ingredientes perfectos casi para cualquier plan. Víctor Alonso, el autor de las instantáneas, lo vio claro y nos lo ha trasladado en esta cuidada edición donde hasta veo justificado el uso de papel estucado. Los márgenes siempre son una masa negra, que encuadra fotografías muy espontaneas, poco impostadas, de lo que debe ser darse un paseo al terminar el día, para los 13 millones de habitantes de Tokio, por las calles de sus respectivos barrios. El diseño de Marcos Abad favorece los colores, que son arrolladores, y la narrativa de los paseos. La estética de los videojuegos o los mangas está presente en cada momento. Pero, más allá de esto, existe cierto imán de lo impersonal y lo sugerente que da la verdadera sensación de viaje temporal.

El libro, además, viene con su propia banda sonora de la mano de Alberto Muñoz. Esto es realmente estupendo y novedoso, porque puedes acceder a la lista de reproducción con el libro (existe un código para escanear y escuchar con Spotify) y darte un paseo por Shibuya o Nakano mientras escuchas las pistas. Esto resulta, en sí mismo, bastante «japo» y tecnológico.

En la era en que el papel se encarece es importante que los libros de fotografía sigan llegando hasta nosotros, con toda la gran complicación y riesgo que suponen para las editoriales que se lanzan a la aventura de publicarlos.

—Visitar ese lugar

—querer enseñar el libro

—pensar que la vida es fascinante… …

si cierras el libro después de verlo con estas tres ideas es que el esfuerzo de hacerlo o comprarlo ha valido la pena.