La universalidad de Julio Mariscal Montes en «Cien poemas»

Siltolá publica la edición de Blanca Flores Cueto de «Cien poemas», de Julo Mariscal Montes, uno de los representantes más importantes de la generación del 50.

Texto: Enrique VILLAGRASA

 

Una selección de la mejor poesía del poeta gaditano Julio Mariscal Montes (Arcos de la Frontera, 1922-Jerez de la Frontera, 1977) ha sido realizada bajo el título de Cien poemas (Siltolá), por la investigadora Blanca Flores Cueto. Cabe apuntar que Siltolá en 2014 publicó su poesía completa y de cuya introducción se ocupó también Flores Cueto. Y del poeta, la introductora y seleccionadora destaca en su inteligente y pedagógico prólogo que: “Julio Mariscal ha sido considerado heredero de Juan Ramón Jiménez, Machado, La Generación del 27 y de Miguel Hernández. Representante de la generación del 50, con huellas claras que forjan su auténtico tono y voz personal e inconfundible para el estudioso y el lector. Poeta original y profundo, ejemplo de la poesía andaluza de posguerra, se mantiene vigente por la valía de sus composiciones. Del amor a la muerte, se tiñe de denuncia y se revela ante la situación del campo. La insatisfacción vital consigo mismo y con la época le hacen encerrarse y ser él mismo sin parecerse a nadie. Julio Mariscal Montes cultivó una poesía de validez universal y su afluencia entre coetáneos y epígonos fue de trascendental  importancia para la poesía contemporánea”.

Tras leer estos Cien poemas me ha llamado la atención los dos poemas dedicados al poeta coetáneo José Luis Tejada (El Puerto de Santa María, 1927-Cádiz, 1988): María y Consumatum est, este último también dedicado a Maruja (Romero, la mejor compañera del poeta Tejada diríase). Ambos poetas, Mariscal y Tejada son justos y necesarios ayer y hoy para las Letras hispánicas. La antología poética, Desde un fracaso escribo, de José Luis Tejada (Vandalia), en edición de Jaime Siles es de obligatoria lectura, personas lectoras. Así como estos Cien poemas. ¡No lo duden!

A mí me gustan los poemas de Julio Mariscal porque hablan de vida y de la vida, con claridad, sencillez y emoción, cuajados de belleza, en ese su quehacer demiurgo de unos de los grandes del grupo de los 50, del siglo pasado, pero que no hace tanto tiempo y este cálido verano nos ha traído esta más que refrescante antología de apenas 200 páginas de buena y contundente poesía que a nadie dejará indiferente. Pues piensen ustedes que gozaba de una personalidad misteriosa, sin límites, ferviente católico y amante de lo popular, del pueblo, de su pueblo puro y duro, como la poesía, como su poesía dotada de una capacidad de incitación, sugestión, placer, expresividad, y para nada conforme con lo que le rodeaba, con esa realidad que le tocó vivir: “todo se agita y viene y va, y se pierde/ en el claro horizonte de un deseo”.

Creo que es justo y necesario destacar, a la vez, el esfuerzo de Blanca Flores en rescatar esta poesía de este poeta señero, a la que dedicó su tesis doctoral, y el esfuerzo de La isla de Siltolá en sus publicaciones de Mariscal. La selección que nos ocupa lleva 14 poemas de Corral de muertos (1954); 11 poemas de Pasan hombres oscuros (1955); 14 poemas de Poemas de ausencia (1957); 13 poemas de Quinta palabra (1958); 6 poemas de Tierras de secanos (1962); 10 poemas de Tierra (1965); 6 poemas de Último día (1971); 9 poemas de Poemas a Soledad (1975); 11 poemas de Trébol de cuatro hojas (1976); 3 poemas de Aún es hoy (1980); 1 de Ocho poemas a un retrato de una mujer (1982); y 2 poemas de La voz quebrada (1990). Un excelente florilegio de poemas que dan muestra de su magnífico quehacer poético, que: “van si remedio a Ti, sin más remedio…”

La poesía de Mariscal ya no es suya es de las personas lectoras, pues en ellas se derraman sus poemas, se prolongan y se completan. Creo que Julio Mariscal Montes escribía pensando en y con la complicidad de las personas lectoras, pues el amor es y se hace cómplice en y con sus versos: “Y es que ya nunca más -¡Ay!- nunca, nunca/ volveremos a ser para el mañana”.

Finalmente quiero señalar que como dice Flores Cueto: “La calidad de su obra es comparable a la de los mejores poetas españoles del Siglo XX. Admirado y reconocido por las generaciones posteriores, la poesía de Julio Mariscal Montes sigue siendo un referente indiscutible y es de recibo que figure en los anales de la Historia de la Literatura con mayúsculas”. Como tantos otros poetas que deberían también estar, la nómina de estos poetas de postguerra es ampliable, pues su falta de protagonismo y su aislamiento geográfico y hasta su timidez y o homosexualidad y su religiosidad han hecho que sean más olvidados que otros. Algunos y algunas de los y las poetas que hay que reivindicar figuran en los poemas a ellos y ellas dedicados en esta brillante antología que nos ocupa, sin ir más lejos: Cien poemas.

Así pues, todo apunta a que la poesía del grupo de integrantes de la generación del 50 hay que revisarla y ampliar al menos el número de componentes y, por supuesto, reivindicarlos por y para el bien de nuestras Letras universales y de qué manera: “VENÍAS de lo oscuro, de lo entredicho apenas,/ del polvo de todos los caminos”.

 

 

“CONSUMATUM EST”

A Maruja y José Luis Tejada

 

YA nunca más. El viento, solo, juega

a rebuscar la vida por tu frente,

mientras el mundo flota sin simiente

y la tarde sin flores se doblega.

 

Ya nunca. Nunca, El corazón se entrega:

Amor… Piedad… Señor. ¿Cómo se siente?

¿Cómo, Señor, se doma la corriente

de esta sangre podrida y andariega?

 

Cristo está aquí clavado, remachado

a salivazo limpio por la oscura

cerrazón de la noche en agonía.

 

Cristo con una rosa en el costado

y la Última Palabra, seca y dura,

colgándole del labio todavía.