“A estas horas”, de Paty Liñán
Patricia Moreno Liñán (Paty Liñán) nace en un pequeño pueblo de la sierra madrileña. Ha publicado en diferentes revistas como la Explanada, Margen de luz, Caminante, Ylatina, Bemoralzarzal, revista poética Azahar, revista Trazos o revista Artistas del vértigo.
Sus poemas han sido seleccionados en varios concursos y su poema “Balada del río” recibió el segundo premio en el concurso de poesía CEPA EL PONTÓN y su poema “Abuelo” quedó seleccionado en el concurso internacional versos al aire VI. Es miembro de AEN (Asociación de Escritores de Madrid) de AEN (Asociación de Escritores Noveles) socia de Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos) de la asociación Verso Abierto, miembro de Recrearte Social, CREA y de la Asociación ACE. También participó en el encuentro de poetas que se celebra en la Casa de Córdoba en Madrid y es asidua a los viernes poéticos en Nothing Hill Alcalá de henares.
Ha participado en recitales y eventos como en el I Festival Internacional Imprescindibles Moral, Festival Saelices Versum, sin tarima libros, la Nothing Hill cultural, Ateneo de Madrid, Vergüenza Ajena,”, Cortejando Fuego, aleatorio y deshojas flores y libros.
Ha publicado dos poemarios Sentimientos. Érase una vez las estaciones el primero en 2019 con la editorial Diversidad Literaria, el segundo La cuerda de los elementos editorial Fanes 2021 y (r)Evolución en 2023 editorial Sial Pigmalión. Este último libro prologado por José María Triper y Carmen Salamanca directora en grupo Cero. También tiene uno digital titulado Llueve en los columpios.
Sus poemas y relatos han sido elegidos para formar parte de varias antologías. También se encuentran en la Fonoteca, el fondo sonoro de poesía.
A ESTAS HORAS
El verso mutila el lenguaje secreto de la flora.
Se apagó el rocío sobre la fuente del día, descolgó las orquídeas
hasta el vértice de la urdimbre caótica.
Deseos del porvenir al pináculo…
Donde la lluvia cae, el pensamiento, como un mantra,
entre las hebras, seca a través del asfalto grisáceo.
La tinta tiñe la nube, la cerrazón acuna los jadeos prisioneros
de las ráfagas de un dios cerúleo y desfonda
los cantos de los ecos fecundos.
Será demolido todo en el desvarío de la savia, pétalos
embalsamados, el reloj del último árbol que allí moraba.
El aluvión abrió las puertas férreas dejando
entrar el escalofrío del látigo, filamentos insolubles,
un puzle extraño de alegorías nocturnas, las máscaras
exhumadas y un ser azul que trajo conjuros
y telones cubiertos de una pátina baldía.
¿Dónde preguntas por el ácido del fuego con el que besas?
Ese lugar donde el párrafo acelera, ahogado diálogo
en la planicie de óxido, de carátulas abiertas que resoplan la melancolía.
Apenas un recuerdo delimita la libélula en su vuelo,
el muestrario de la cárcel en las crónicas, un adiós metálico,
el pálpito cósmico de una célula en el vórtice.
Una nueva palabra en el rincón recóndito, leproso
rostro de instantáneo polvo, las pesadillas gomosas entre la música.
A estas horas, ya camina la fonética por el pecho en errada
floración, un doméstico tribunal del laberinto trizado, la penumbra
de ese abrazo que estalla el juicio, la razón sobre el glaciar.
O las cenizas del naufrago que despojó implacables luces
de las indefensas lámparas del amor.
¿Para qué sirve ese guardián falaz que arrastró el eclipse
por el túnel de ortigas y opalina?
¿Con qué descaro buscas tu lengua cristalizada por argumentos,
que cambian en días y noches, sobre la mácula del volcán
ardiente, donde te busco?
Y pasa y pesa en el umbral, las alas de escarcha no atraviesan
la muralla, la visión inflamada, las minúsculas gotas,
fantasmas de la heroína que el viento aspira y el ángel
devuelve sobre la deidad temprana.
El parpadeo del humo que escarba la sangre, el rumor
de las voces, semillas enterradas por la corriente
en el deseo del revés.
Tesoros piratas despeñándose, el péndulo que besé
en los retazos de la inocencia, mientras los cadáveres
lucían sus sombreros, en el anfiteatro del porvenir póstumo.
