«En el principio fue el caos», de Jaime D. Parra

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Jaime D. Parra. Nacido en Huércal-Overa y residente en Barcelona. Interesado en las creaciones experimentales, la poesía de mujeres y el mundo de los símbolos. Autor de ensayos y antologías, como La simbología (2001), El poeta y sus símbolos (2001), Las poetas de la búsqueda (2002), Místicos y heterodoxos (2003), La poesía otra de Barcelona (con Carlota Caulfield, 2004), Poesía in-versa (con Amalia Sanchís, 2018), Claves de simbología (2018), Poéticas del origen (2019), Poéticas del caos (2019), Poesía bajo sospecha (2020) y Radical 3, I-II-III (2020, 2021,2022), que siguen siendo la base de su actividad ensayística y axiológica. En poesía ha escrito, expuesto o publicado obras como Contrición bajo los signos (1ª ed. 1978), Poemas gráficos (1994), La sombra y la nada (2003), Huellas vacías (2005), Escolium (2007), Dominós aperturas: Integral de Á má zú lat (2015), Éxodo y otros poemas (2021), Wyoming (2022) y Papeles del desierto (2022), que reunirá con Sueños, en Literatura no escrita. En la actualidad coordina el ciclo de lecturas poéticas Radical 3 de la Llibreria de la Imatge y colabora en las de Animal Sospechoso, ambas de Barcelona.

 

EN EL PRINCIPIO FUE EL CAOS

En primer lugar existió el Caos (…) Del caos surgieron Erebo y la
negra Noche. De la Noche a su vez surgieron Éter y el Día (…) Después
de ellos nació el más joven, Cronos.
Hesíodo
Solamente había inmovilidad y silencio en la oscuridad (…) llegó aquí
entonces la palabra
Popol Vuh
En el principio fue el caos, el torbellino esencial, la energía
primera, la nada.
Antes de la luz de la galaxia y el polvo de gas y azufre flotante.
Luego vino la ráfaga de todo lo demás: el lado oscuro de la divinidad,
negro   total, la sustancia nebulosa. El sonido del resplandor.
El caos como una sombra en espiral: aire y fuego girando en un vórtice.
La palabra era esperada, como un teclado de sones y armonías.
Pero el ruido la retrasaba.
La onda expansiva fue jugando con lo líquido, lo gaseoso, lo terroso y
lo ígneo;
y del son surgieron las luminarias,
la voz de los mundos, las estrellas chispeantes.
Todo bello y terrible, como la visión de una roca en combustión.
Nadie vino a saber en qué iba a terminar toda aquella conglomeración
de materias
convulsas, excesivas, diversas..
Gracias a la pulverización y a la condensación fueron surgiendo formas
al principio informes, vermiformes, pluriformes, enanas o tamañas.
Y fue repitiéndose la consideración de los patrones, los fractales:
redondo, cuadrado,
alargado, pisciforme, ovalado, puntiagudo, lanceolado. Y combinándose todo
con todo y todo, se fue generando este puzle de casos.
Y mundos y mundos y trasmundos dentro de otros mundos que generan
mundos y devoran mundos fueron generándose.
Nacimientos y devoraciones y defunciones y nuevos nacimientos helicoidales.
Las formas del caos.
La palabra llegó por fin y se hizo hermosa, cuando todo ya estaba inventado,
intentando reinventarlo todo de nuevo, recrearlo. Y con ella llegaron
los porteadores
de sintagmas, los palabreros,
que empezaron a crear delirios de palabras, aguijones de palabras, figuras
de palabras, mejoradas con cosas
extrañas: labios en flor, globos del agobio, vasijas donde contener un
poco de viento.
Pensamientos, enredos pulverizados, vocales, deseos. Cosas: Casos: Caos.

 

 

CONTRICIÓN BAJO LOS SIGNOS

Jaime D. Parra

Libros del Innombrable

108 págs. 16’15€