«El salto de la araña», de Grazziella Moreno

La jueza y escritora Grazziella Moreno publica su sexta novela “El salto de la araña” (Editorial Alrevés)

 

Texto: Carlos LURIA

 

El firmante de esta crítica sostiene la peregrina teoría de que buena parte de las grandes obras de la literatura están protagonizadas por vecinos del tercero segunda. Alonso Quijano, Raskolnikov, Fermina Daza o Jean Valjean podrían vivir en el tercero segunda. Eran gente corriente. Muchos de los personajes de Dickens, también. Y Robinson Crusoe, los Bovary, Gregorio Samsa, Fortunata y el doctor Rieux. Si Florentino Pérez hubiera puesto el ojo en la Tierra Media, Bilbo Bolsón viviría en el tercero segunda de un gigantesco bloque.

Es la concurrencia de especialísimas circunstancias lo que empuja a estos personajes a cruzar la frontera entre la normalidad y la excepcionalidad. A esa frontera se le llama “drama”. Todos podemos ser, en un momento crítico de nuestra vida, moradores de un tercero segunda… Y este es, precisamente, el caso que nos muestra la extraordinaria y absorbente El salto de la araña (Editorial Alrevés, Premio Letras del Mediterráneo 2020), la sexta novela de la escritora y jueza Graziella Moreno (Barcelona, 1965). El protagonista de la historia es Javier, un joven fumigador (de ahí el doble sentido del título) que también podría vivir en el tercero segunda. Si Javier se convierte en un estupendo activo literario es porque una serie de mal calculadas decisiones, unidas a un destino tan infausto y testarudo que parece sacado de una tragedia griega, le harán descender al más terrorífico de los infiernos. A lo largo de cerca de 230 páginas que no dan descanso al lector, Javier narra su coqueteo con el robo a pequeña escala, su desgraciado matrimonio con una voluble y hermosa femme fatal (“pensaba en Alba como una araña gorda y satisfecha, una viuda negra, a punto de cargarse al macho que ya no le servía”), el nacimiento de sus hijos, su internamiento en la delincuencia, su huida… La peripecia de Javier es lo contrario de artificiosa: es humana.

La novela está casi íntegramente narrada en una primera persona bien justificada: “Lo que empecé como unas simples notas para mi abogado, se ha transformado en otra cosa. En una forma de mirarme al espejo con los ojos de la memoria”. Uno se imagina a Graziella Moreno sudando frente al ordenador, sometida al feroz imperativo que ella misma se ha marcado al elegir ese tipo de escritura terapéutica: la simplicidad lingüística y, sobre todo, narrativa. Y recuerda lo que contaba en 2017 una maestra de la fluidez como Amélie Nothomb: “Soy insomne y por las noches ataco el texto y lo cepillo, lo repaso y lo cepillo, lo repaso y lo cepillo. Quitar es todo un ejercicio”. No debe ser fácil crear una novela compleja como El salto de la araña y, al mismo tiempo, conseguir que no se note el andamiaje que la sostiene. Y en esta novela hay mucho andamiaje detrás. Dos ejemplos: el planteamiento, protagonizado por un guardia civil que (si mal no recuerdo) no volverá a aparecer en toda la obra y que muestra la sombra de la tragedia; y el terrible clímax, cuyo protagonista no es Javier, ni Alba, sino el secundario menos pensado. Por si fuera poco, la novela hurga con pulso firme en asuntos tan espinosos como el amor, la amistad, los remordimientos y, ojo, las prisiones interiores.

Tal vez cabría poner un pero a la narración, y es el abuso de avances. Se trata de un recurso que utilizado con habilidad espolea la curiosidad del lector (Stephen King es un maestro en esta técnica), pero cuyo abuso puede producir cierto cansancio. Frases del tipo: “Todo parecía tan fácil que nunca se me ocurrió que acabaría como lo hizo”. O: “Pasado un tiempo recordaría estas palabras. Ojalá no lo hubiese hecho”. La historia es tan hipnótica que no precisa estos anzuelos.

Por lo demás, queda la duda de si El salto de la araña es una novela negra. La verdad, uno ya se ha perdido en este tema. Lo que sí está claro es que esta joya de Graziella Moreno está a años luz, en cuanto a calidad, destreza y verdad literaria de la gran mayoría de novelas que se nos venden como pertenecientes a este género.