La flor de cerezos y ciruelos: poesía japonesa de tiempos antiguos
Satori, editorial dedicada a Japón publica «Koyagire».
Texto: Enrique Villagrasa
Los ciruelos y los cerezos pronto estarán en flor y para recordárnoslo aquí están, recién publicados los 25 poemas, versos japoneses (poesía de tiempos antiguos) incluidos en este Koyagire (Satori), de varios autores: desde anónimos a Sosei Höshi, Tsurayuki, Minamoto no Masazumi, Ki no Tomonori, [Emperador Kökö], Öshiköcho no Mitsune, Ise, Ki no Aritomo, Abe no Nakamaro, [Öshikóchi no Mitsume] y Sugahara no Ason; además de la versión en romaji y japonés, con caligrafía original, traducción, selección y prólogo de Madoka Kubota y edición y epílogo de Juan Antonio Yeves Andrés. Tanto prólogo como epílogo hay que leerlos antes de los poemas, por su inteligencia, pedagogía y emoción, al menos para mí. Son textos de justa y necesaria lectura.
Ya en casa de mis padres, en Burbáguena (Teruel) había una fotografía del monte Fugi iluminando el comedor, mi sitio estaba debajo de esa fotografía. Y desde siempre he pensado que la poesía de allá, de Japón, para mí era todo visual y me atraía por ello, por su carácter cinematográfico, plástico, era pura evocación de dónde algún día estaría y llegó ese día y hoy tras leer los poemas incluidos en esta edición de Koyagire he vuelto a recordar; y no aquellos poemas a la muerte ni la poesía contemporánea, y sí esa poesía de tiempos antiguos: <<Para este viaje repentino no/ he podido preparar nusa, pero reciba, por favor, esta/ ofrenda de hojas coloradas/ del monte Tamuke, bellas como el nishiki>>.
La caligrafía es de lo más interesante, visualmente hablando, por la variedad de signos, intención y sugerencia, en ella anidan sentimientos de belleza, soledad, tristeza, entre otros valores evocadores de la esencia y aroma japonés en esos sus signos. Memoria, mira y lenguaje es poesía de allí y de aquí: <<Los gansos que se van sin esperar/ a que la bruma primaveral se levante/ ¿tienen costumbre de vivir/ en pueblos sin flires?>>.
Que la naturaleza y sus estaciones, con sus imágenes, en la poesía japonesa es muy importante lo sabemos y ahí está la editorial para recordárnoslo con esta preciosa y significativa edición, pues el Koyagire es un manuscrito de extraordinaria importancia en la historia de la escritura y la literatura japonesas, pues es uno de los mejores y más bellos modelos de kana renmen (escritura de más de dos caracteres seguidos). Es un documento de gran importancia para la historia de la literatura y la escritura de Japón. Se trata de uno de los modelos más bellos y mejores de este tipo de escritura y qué versos, qué poderosas imágenes: <<El ruiseñor, como espera con mucha ilusión/ que el ciruelo florezca,/ cree que la nieve en las ramas es la flor>>.
Esta publicación, Kayogire, es una pequeña joya debidamente hilvanada, tanto su continente como su contenido, la cultura japonesa mima tanto la presentación como el contenido, y en este caso la editorial lo ha logrado, además de ser sencilla y atractiva. Y quiero añadir para quien esto lea, que las estaciones en Japón, eran y supongo que son, más o menos las siguientes: primavera, desde febrero a mayo; verano, desde mayo a agosto; otoño, desde agosto a noviembre; e invierno, desde noviembre a febrero: <<Por usted salgo al campo primaveral/ y recojo hiervas verdes, aunque cae/ la nieve sobre las mangas de mi kimono>>.
Cabe apuntar que esta edición incluye una bella muestra de caligrafía de la era Heian junto a los dibujos de la época Edo, realizados por un discípulo de Maruyama Ökyo. Como ya hemos dicho, la reproducción de la caligrafía original está reelaborada por Madoka Kubota, y la traducción de las composiciones poéticas ilustradas con imágenes procedentes de un álbum decimonónico de Yoshimura Kökei (1769-1836). Y que Madoka Kubota es natural de la provincia de Hyogo (Japón). Está licenciada en Filología y Literatura Japonesa en la especialidad tanka, poesía de 31 sílabas, de la era Meiji. Se inició en la caligrafía a los seis años y ha alcanzado el máximo rango en varias disciplinas, kanji, kana, chowatai, por las asociaciones japonesas de caligrafía Shodo Sasanamikai y Nihon Shodo Kyouikugakkai. Reside en España desde 2006 y ha trabajado como profesora de japonés y de shodo, caligrafía japonesa, para Casa Asia y el Círculo de Bellas Artes en Madrid, donde además difunde la poesía japonesa antigua, clásica y moderna. También ha colaborado con otras instituciones como Fundación Japón, Universidad de Carlos III, Fundación Lázaro Galdiano, Fundación Amigos del Teatro Real y la Embajada de Japón, entre otros.
Y, Juan Antonio Yeves Andrés es doctor en Filosofía y Letras por la Universidad de Zaragoza y director de la Biblioteca Lázaro Galdiano desde 1996, año en que obtuvo el Premio de Bibliografía de la Biblioteca Nacional por Manuscritos españoles de la Biblioteca Lázaro Galdiano, publicada en 1998. Es autor de libros y artículos sobre la figura y el legado de José Lázaro Galdiano, como La España Moderna: catálogo de la editorial, índice de las revistas (2002) o Encuadernaciones heráldicas de la Biblioteca Lázaro Galdiano (2008). Además ha sido comisario de varias exposiciones en la Biblioteca, entre otras Escritores, mecenas y bibliófilos en la época del Conde-Duque (2009), Mysterium admirabile: el tiempo de Navidad en los libros de horas de la Fundación Lázaro Galdiano (2011), Itinerario y memoria de José Lázaro: editor, coleccionista, bibliófilo (2012) y Biblias en la Biblioteca Lázaro (2014).
Como cada primavera, si se intentara romper la
rama en flor que se refleja en el agua del río,
¿se mojará la manga de mi kimono
al confundirla con la flor real?
(El poeta Ise lo compuso al ver la floración del ciruelo el la orilla del agua)