Para este otoño despistado, poesía para leer y releer
El otoño que llega al galope está cada día más despistado, pues más parece un verano que no se quiere marchar que un paisaje de dudas; pero nos trae excelente poesía para leer y o releer. Ahí tenemos la reedición del «Sepulcro de Tarquinia», de Antonio Colinas, o «Seronda», de Ana Pérez Cañamares, o «El Coraje« (Reino de Cordelia), de José Luis Pérez Pastor y o «La vibración del mundo» (Aerea-RIL), de Ramiro Gairín. Sin ir más lejos.

De izquierda a derecha: Ana Pérez Cañamares, Ramiro Gairín, José Luis Pérez Pastor y Antonio Colinas.
Texto: Enrique Villagrasa
Así pues, ahí tenemos el libro homenaje a Sepulcro en Tarquinia (Siruela) de Antonio Colinas (La Bañeza, León, 1946), recién publicado, con motivo del 50 aniversario de su publicación, con introducción de Isabella Tomassetti y estudio crítico de Vicenç Beltran donde nos encontramos con esos versos impecables y de una coherencia del todo emocionante: qué poderío de imágenes y de metáforas; y todo jugando con símbolos y mitos, pues en lo lúdico esta lo lúcido diríase. Y no soy solo yo el que se siente atraído por este libro del mismo título que el famoso poema, pues a decir de Beltrán este poema es uno de los que con mayor fuerza ha atraído la atención de los lectores y de los estudiosos de Antonio Colinas y añade: <<el que probablemente más contribuyó a consagrarlo entre los mejores poetas de nuestro tiempo, y ha sido ya objeto de estudios interpretativos de óptimo nivel que usaremos en nuestra exposición>>.
También nos encontramos con otra poeta grande, Ana Pérez Cañamares (Santa Cruz de Tenerife, 1968), quien tras unos años de silencio nos sorprende gratamente con Seronda (La Garúa), con inteligentes palabras, en la contra del libro, de la poeta Rosana Acquaroni: <<Fruto tardío, este libro respira lenguaje, compromiso. (…) es un viaje que nos incita a hacer balance, desde el recogimiento y la introspección, sobre el bosque interior de lo vivido. Es la raíz que late como herida y se nutre de la propia experiencia en un permanente diálogo con la naturaleza>>. ¡Ahí es nada! Creo que estos dos versos de Pérez Cañamares lo dice todo: <<los pájaros silban la noticia:/ triunfó en el cielo la revolución>>, lo que nos trae ecos franciscanos de amor y hermandad con la naturaleza, con el otro, con el necesitado. Hay en este poemario celebración y festejo del otoño (asturiano tal vez), para iluminarnos. Versos de gran belleza, verdad y sencillez.
Además, está ahí El Coraje (Reino de Cordelia) de José Luis Pérez Pastor (Logroño, 1978), con prólogo de Luis Alberto de Cuenca. Un poemario que nos deja expectantes, pues en el mismo nos encontramos con que: <<Enfrente se atrincheran tenazmente/ con el miedo y la rabia abotonados>> esos versos guerreros, esos poemas en y de guerra y con esos ecos y memoria de aquellas hazañas bélicas desde Las Termópilas (480 a.C.) hasta Normandía (1944); más unas pedagógicas y certeras notas históricas, para no perdernos en este pulso histórico en verso de ritmo endecasilábico. Curiosa maravilla la apuesta de este poeta riojano de contarnos las grandes batallas en verso. Luis Alberto de Cuenca ya nos advierte en el prólogo: <<¿Puede haber un título mejor para un libro de versos que se atreve a celebrar la épica en un mundo como el nuestro en el que los héroes están prohibidos por la political correctness?>>.
Y también La vibración del mundo (Aerea-RIL) del poeta e ingeniero de montes Ramiro Gairín Muñoz (Zaragoza, 1980), con palabras en la contra del también poeta aragonés Jesús Jiménez Domínguez, quien da en el clavo al explicar que cuando un hijo viene el palio que nos cobija ya no es tal y las miradas son otras, desde la sala de espera a la familia, con ese futuro que empieza para construir y festejar un nuevo mundo. Hay una nueva vibración en el aire: late una nueva vida poética: <<para tener el mundo terminado/ cuando lo necesites>>. Al finalizar de leer este su último poemario, me ha llevado a su libro Lar (Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2017) y más a aquel poema titulado Poética, del que son estos versos: <<Si sé que por ti existen los demás,/ que porque estás tú puedo escribir>>. Casi todo está cantado y contado pero con la sencillez cómo lo cuentas y lo cantas te señala, te hace singular, poeta señero: Ramiro Gairín.
Lamentablemente hay pocos libros de poesía para destacar en este otoño que ahora comienza. Pocos poemarios que sorprendan. He traído cuatro a esta página y uno de ellos es una reedición de hace 50 años. Estamos en mal momento para la lírica, nadie lee y todos escriben y publican. No hay crítico, que sí leen, que aguante esto. Y pocas son ya las revistas que cuentan con rigor la poesía que merece ser conocida, como Librújula. Las más son ecos de mensajes promocionales y los poetas así lo quieren. Hoy el talento poético ha desaparecido y el afán lector también. ¡Así nos quieren y así nos va!