Siete poetas para un otoño de sueños y libertad

 

Texto: Enrique VILLAGRASA  Foto: Sara SOUTO PICOS

 

Las personas lectoras encontrarán en estos poetas versos como afilados cuchillos de cocina; pero, también, valores sociales y el paisaje del amor como salvación individual y emoción que nos debe unir al otro. Poetas en definitiva que van con su memoria, mirada y lenguaje: sonidos, ecos y silencio en busca de la luz, partiendo de una reflexión sobre el mundo que nos ha tocado vivir. Es una poesía comprometida por y para conseguir una sociedad más igualitaria, en todos los aspectos. Necesitamos la presencia de esas ausencias y la poesía de ellos y ellas: poetas, que logran encarnar todo eso en estos poemarios. Son paisajes coloristas de poetas variopintos que representan la poesía cotidiana de hoy. Solo poesía: lo que nadie dice. Vale la pena, pues, leer sus versos de sueños y libertad; y tan es así, que son exquisitos regalos: poemas firmes e irónicos con sutiles latigazos para nuestro cerebro. ¡No lo duden!

Iniciamos este brillante otoñal recorrido poético con un poema de 28.48 minutos de lectura (Eolas) del agitador cultural y poeta Enrique Cabezón (Logroño, 1976), su mejor libro hasta la fecha. Donde canta y cuenta el paso del tiempo, el amor, la luz que (nos) habita, los desgarros de la vida y la emoción del poema y del poeta.

 

Tú no eres el poeta y en algunas ocasiones frecuentes

se te olvida lo obvio:

No se puede interrogar a un muerto.

¿O tal vez sí?

 

¿Tú también lees libros de poemas?

 

¿Tú también crees que hay alguien

leyéndote

precisamente

ahora?

 

Soñar con bicicletas (Tusquets) de Ángeles Mora (Rute, Córdoba, 1952). Poesía que persigue la belleza y la razón, y se adentra en el fondo de las personas, de su existencia, haciendo evidente, por ello, la quebrada cotidianidad que vivimos: siempre son esas y no otras nuestras contradicciones. ¡Hirientes versos, para despertar!

 

Dos pequeños cactus,

rosa fuerte,

amarillo,

en mi estantería

lucen firmes.

Parecen vigilantes,

enhiestos

guardianes de las letras.

Son capaces de herir,

como la poesía.

 

La vida extrema (Universidad de Alcalá de Henares) de Olga Bernad (Zaragoza, 1969). Tal vez, ese poemario a la deriva que sí sabe qué playa buscando va. Poemas imaginativos, frescos, nuevos, con poderosas imágenes y metáforas, de las que hacen pensar, con el justo y meditado toque de fina ironía. ¡Asombro!

 

Cerrar los ojos para verte

Cuando cierro los párpados hay mundos

que se convocan solos,

ventanas que se abren, dos disparos

que estallan hacia dentro.

Con los ojos cerrados te miraba

cada vez que te tuve frente a frente.

 

Allí vives y reinas, en la casa

que no se construyó en ninguna parte.

 

La mujer okupada (Cántico) de Begoña M. Rueda (Jaén, 1992). Un poemario brillante, de lúdica lucidez. Donde la poeta se bate el cobre con el lenguaje y se deja girones de su alma. Merecedor del XXIX Premio Internacional de Poesía Ciudad de Córdoba Ricardo Molina. Tras leerlo estoy de acuerdo con el jurado. ¡Genial poeta!

 

LA QUE LUCHA

II

Entre ser poeta

y llamarme Mike Tyson

escogí

arrancarle la oreja a mi oponente.

 

Si hubiera escogido

llamarme Mike Tyson,

no tendría los labios

empapados de sangre.

 

Escribir, golpear.

Escribir:

hook izquierdo.

 

Las ocho y carne (Huerga y Fierro) de Ángeles López (Madrid, 1969). Un poemario donde la poesía cobra el sentido de la vida vivida, experimentada. Hablando de lo que conoce, sufre y goza. Apasionante manantial de versos justos y necesarios en esta sociedad de ayer, hoy y mañana, si llegamos. ¡Genia!

 

XIX

Adral,

Imagen especular de mi propia ruina

a quien por alguna extraña razón debí empezar a

amar, inoportunamente

mientras el gran coro de los días me lo recriminaba.

Seguimos igual que siempre:

Empeñados en querer morir,

 

A despecho del mundo (Los libros del gato negro) de Daniel Izquierdo Clavero (Barcelona, 1975, aunque dice ser de Aguilar de Alfambra, Teruel). Un poeta que escribe, al menos en lo que yo le he leído, como catarsis propia y para las personas lectoras, si les son útiles sus versos. ¡Una poesía sencilla, cortaziana, diríase!

 

SORPRESAS

I

Librería barcelonesa.

No puedo teclear el código secreto.

Ha migrado mi motricidad,

La librera lo hace por mí.

 

-Este año nació Aldo Manuzio

-le susurro al oído.

Teclea, plin, plin, plin, plin.

Ya está.

Al llegar a casa cambio el número.

He puesto el año en que voy a morir.

Un enigma que Borges nunca pudo cifrar.

 

Soy Rosa Jericó (2011-2018) (Diputación de Huelva) de Alejandro Céspedes (Gijón, 1958). Calidad y belleza poética contra la marginación, desigualdad y la injusticia, con lenguaje justo y necesario, sin retórica alguna. ¡Hay que armarse de valor y atreverse a leer esta poesía cespediana! ¡Toda ella es pasión, palabra!

 

SIEMPRE he sido una sombra inconsistente

a quien el cuerpo de una nina

perseguía sin tregua.

 

Procedo de esa estirpe de mujeres

que no han tenido padre

por voluntad propia.

 

Como conclusión, hay que señalar que, la poesía, que es un regalo magnífico para el cerebro, será la brújula de nuestra sociedad o no llegaremos al final. ¡No sean personas cómodas y lean poesía, con veneración y controversia, por favor! ¡Y sobre todo vayan a las librerías y a los quioscos y compren libros de poesía, a poder ser, y revistas como esta, sin ir más lejos! ¡Mil gracias!