El feminismo poético de Manuel López Azorín
El poeta Manuel López Azorín escribió «Sombras del amor amargo» en 1993. Treinta años después lo publica la revista Poesía y Métrica.
Texto: Enrique VILLAGRASA
Sombras del amor amargo es la última entrega lírica del poeta Manuel López Azorín (Moratalla, Murcia, 1946, y residente en San Sebastián de los Reyes, donde fue nombrado Hijo Adoptivo). Es un libro de sonetos publicado en la reconocida revista digital trimestral Poesía y Métrica, en lengua española, que está bajo el patrocinio del Centro de Investigaciones Estéticas Latinoamericanas (CIELA), Facultad de Artes de la Universidad de Chile. El poemario está escrito con voz de mujer y son 54 sonetos, más dos soliloquios: de apertura y cierre, dos notas introductorias, y un texto en prosa y verso dedicado a la gran poeta Francisca Aguirre, Tus troyanas y mis sombras. Ambos poetas, ella y él, fueron grandes amigos: “Hablábamos sobre ellas, las mujeres,/ esas que, por amor lo dejan todo / para volverse sombras dando luz / al hombre de su vida, quedando en el olvido/ como una sombra amarga”.
Estos sonetos se abren con las citas de Pascal, María Zambrano, Rosa Montero, Betty Friedan y la citada Francisca Aguirre; y en la nota de la editora Blanca Izquierdo Albelda se justifica su publicación: <<Sombras del amor amargo se escribió en 1993 y se publica 30 años después. Es un libro feminista, de la vanguardia del feminismo poético en su gestación. Hoy, en 2023, es un poemario histórico. En España, la dictadura franquista eliminó los movimientos y logros que desde finales del siglo XIX abogaban por la igualdad de derechos de la mujer>>. Y hoy vienen tiempos sombríos, por lo que debemos despertar y no cejar en el empeño de no perder lo conseguido. Hay que lograr un mundo totalmente paritario: “Amor que yo imagino compartido,/ que te ofrezco sin más y amor te pido,/ amor en igualdad y sin grilletes”.
Y el poeta Manuel López Azorín también nos explica que: <<Este es un poemario de amor y de falta de amor (¿Puede la mujer, por amor, someterse y resignarse a ser sombra del hombre? Sombras del amor amargo trata de mostrar, a través de una mujer que representa a todas las mujeres, la poca empatía que el hombre ha tenido hasta ahora con relación a la mujer y la igualdad en todos los ámbitos, aunque aquí sea tomado el amor/desamor como temática principal. Tal vez hoy ya no sea tan frecuente, pero estamos a finales del siglo XX y todavía lo es porque la igualdad aún no es total>>. Y ni siquiera hoy hay igualdad y ha llovido… con toda la ironía del mundo: “Te contemplo y me lleno de tristeza./ Para ti el amor no está en la cabeza,/ tú sabrás con tu afán donde te metes”.
Dejando claro esto, vemos que todavía hay poetas que saben cantar y contar y ser palabra en el tiempo, además de dejar que la luna se acerque a la fragua y que los jardines tiemblen y se mueran de frío. Y qué mejor forma que cantar y contar con el soneto y para esto se necesita oficio, ingenio, inteligencia y conmover a la persona lectora, como lo logra aquí López Azorín: “La vida es un saber ir aprendiendo / a fuerza de los golpes que te asesta,/ un no poder jamás vencer la apuesta/ de ganar la partida y no ir muriendo”.
Por cierto, en Sombras del amor amargo hay erudición y frescura y tal es así que si lo leemos nos hace despertar, a la vez que fascinarnos y descubrir y descubrirnos. Pues, esta poesía sí es verso perfecto, endecasílabo para más señas, y tiene magia, sorpresa y revelación, además de esa fascinación rítmica propia del soneto: “Sentir la vida no es soñar dormida/ ni andar por ella a ciegas y pasiva/, dejar hacer y, en actitud altiva,/ pensarse diferente o confundida”.
Un poemario para la reflexión y provocativo, que comienza con estos versos introito tan significativos : “Sé revulsivo poemario. Actúa/ como un detonador de la razón,/ sobre los sentimientos que la anulan,/ para aflorar la luz del verbo amor/ denotando fulgor, no sombra oscura”, del propio autor, claro. Y lo ha logrado, admiradas personas lectoras: “Mujer mira de amar a quien te nombra;/ pero sin apagar jamás tu luz / porque serás, sin ella, sombra, nada”.
Cabe apuntar que el poeta en San Sebastián de los Reyes (Madrid) fundó el Colectivo de poesía y relato “Helicón”. Dirigió y presentó “Tertulias de Autor” (CNTV) desde 1992 hasta 2000, tertulias por donde pasaron muchos de los más importantes poetas españoles. Puso en marcha y dirigió el Centro de Estudios de la Poesía (C.E.P.) en la Universidad Popular José Hierro (1996-2000). También creó en el CEP la revista Poesía en la diana. Como poeta ha publicado unos 12 poemarios. Una selección de nueve de ellos está recogida en la antología Sólo la luz alumbra. Poesía 1986-2010 (2011). Después publicó Romancero flamenco (2012) y La voz que me protege (2019). Ha sido traducido al árabe y algunos poemas al inglés y al italiano. Tiene varios premios, entre otros, el internacional de poesía “Rafael Morales” (2000) y otros a su labor cultural de creación y de difusión y de la poesía en general.
Y para acabar, señalar que estoy totalmente de acuerdo con Blanca, sin que sirva de precedente, en que este poemario se constituye dentro de la poesía clásica, la sociología y la historia contemporánea españolas. Y me sumo al agradecimiento: <<agradezco profundamente al autor este poemario, como mujer y como persona, desde las raíces de mi evolución a una sociedad más paritaria, y en nombre de todas nuestras antecesoras que supieron resistir y gestar los que un día serían los cambios de valores sociales que hoy se han consolidado en las nuevas generaciones. Vaya por todas ellas, con nuestra comprensión, respeto y homenaje, de la mano y de los versos de Manuel López Azorín>>.
XXXVI
A la vejez pregunto si merece
la pena haber vivido, haber amado,
haber dejado el llanto derramado
en el rincón oscuro donde crece
la más amarga flor, la que florece
en manos del olvido despiadado,
nutrida de un dolor acumulado
en el tiempo que, lento, se decrece.
A la vejez pregunto y no responden,
ni la vida ni el tiempo me contestan
y en el cansancio van haciendo nido
los sentimientos todos. Si se esconden,
si no se muestran vivos ni protestan…
¿Nos merece la pena haber vivido?