Poesía para esta primavera: seis poetas imprescindibles

William Butler Yeats, Jaime Siles, Enrique Falcón, Luis Luna, José Luis Rey y Sara J. Trigueros, seis poetas comprometidos ética y estéticamente con la palabra.

Detalle de la ilustración de Sandra Rilova del libro «He extendido mis sueños a tus pies», de William Butler Yeats. Editorial Nórdica.

Texto: Enrique VILLAGRASA

 

Seis poetas necesarios que buscan la universalidad sin eliminar lo personal. Seis poetas que como las personas lectoras buscan, persiguen, y logran un resplandor vital en sus versos. Y sus poemas desvelan y nos desvelan la verdad, nuestra verdad encontrada. Estos y esta poeta tienen un compromiso ético y estético con la palabra. ¡No dejen de leerlos, tienen hasta la llegada del verano!

He extendido mis sueños a tus pies (Nórdica) del poeta irlandés William Butler Yeats (1865-1939), con edición bilingüe y selección y traducción de Jordi Doce e ilustrado por Sandra Rilova. Es una muestra de 40 poemas de toda su obra, muy interesante y bellamente ilustrada, para acercarnos a la poesía de este Premio Nobel de Literatura en 1923. El señero título del libro es un verso del poema Él desea las telas del cielo. Y todos ellos dan buena cuenta de ese su lenguaje lírico: singular, deslumbrante y vigoroso dentro de una obra coherente y variada; única y admirable en su cosmovisión: “Fuera de la naturaleza no tomaré mi forma/ corpórea de ningún objeto natural/ sino de aquellas formas que los orfebres griegos/ crean forjando el oro y en oro recubriéndolas”.

Doble fondo (Visor) de Jaime Siles (Valencia, 1951). Poeta intenso, extraordinario, lúcido, lúdico, de rima y estrofa, de estructuras clásicas: sonetos y también en octosílabo, romances, entre otras. Es poeta moderno, vanguardista, de mirada aguda sobre la existencia y su devenir telúrico. Ese devenir de doble fondo, donde todo fluye, incluso la poesía y el poema, el mar y sus olas, la memoria y el lenguaje, el tiempo y la muerte. Sensual poesía que engancha y de qué manera. El ser siendo de la persona, con su cultura, en el acontecer diario de su yo hasta su fin, en metros clásicos de arte menor y mayor. Queda demostrado en este libro que es el gran poeta de nuestro tiempo: “Solo ya vosotros,/ caballos lejanos,/ corceles perdidos/ ahora encontrados”.

Las últimas semanas (Huerga y Fierro) de Enrique Falcón (Valencia, 1968), que prosigue el ciclo narrativo del cosmos de su Sílithus, es la prueba testimonial de que la poesía de este gran poeta deja marcado nuestro rostro con los surcos de sus versos; y a la vez leer sus poemas es el mayor y más audaz regalo que le podemos realizar a nuestro cerebro. Su poesía es bella, cálida y siempre poderosa, potente, con enjundia. Este libro es un tremendo poema divido en fragmentos de 30 versos, que al introducirnos en él es como iniciar un viaje en una sugestiva montaña rusa, con una exigencia feroz y una justa y necesaria complicidad con la persona lectora. Falcón escribe poemas con versos rebeldes y conmovedores: “en casi todos los rincones sobre todos los lechos”.

Enser (Huerga y Fierro) de Luis Luna (Madrid, 1975) da cuenta de la poesía como tiempo y sujeto necesario para el crecimiento personal y la gestión de la inteligencia emocional. Me gustan estos poemas en prosa que son capaces de respirar, desde la situación más simple a la más trágica, por amor, por ese canto de esperanza, que persigue y ambiciona expresar, mostrar, el nacimiento de la palabra: ese umbral del sufrimiento, del dolor: tras el fulgor del resplandor. Se escribe con el signo, en la nieve, con el frío hielo para ser testimonio; y todo, en sus poemas, se vuelve realidad libro y este se hace realidad vida: cosmos útil, justo y necesario. Con versos precisos y elegantes de singular sensibilidad: “se congregan para escuchar tu historia de amaneceres grises y enseres en el frío”.

El dorado (Visor) de José Luis Rey (Córdoba, 1973). Un poemario luminoso, áureo. Un poemario que nos acerca y de qué manera al último porqué de nuestra vida, nuestro ser siendo, el más anhelado y perseguido: la eternidad: “Y haber vivido contigo/ será morir contigo./ Y tú me llevarás/ a ser niño otra vez, allí en tu cabaña,/ en la colina de la eternidad”. Esta tragicomedia nuestra, que es la vida, aquí es memoria, amor y lenguaje: sobre todo escritura: lectura del mundo: donde el verbo se hace palabra: donde la realidad es palabra inventada: ese hálito primigenio. Y todo es temor y temblor, azar y necesidad; amar amando lo pequeño, lo fragmentario, lo sencillo, pues: “La riqueza más grande / de un hombre es su dorado./ Y por las sendas de un abril perfecto/ me perderé contigo”.

Arkhé (Candaya) de Sara J. Trigueros (Alicante, 1988). Tras leer este singular, audaz y primer poemario de esta excelente poeta he recordado a Anaximandro y su arhké como origen de las cosas: realidad eterna y una, que subsiste: o sea, origen y fundamento de la naturaleza. Menos mal que la filóloga en Clásicas y poeta Noelia Illán Conesa, lo explica mejor que yo en el prólogo, de justa y necesaria lectura, cual sextante para navegar por este quehacer demiurgo, tan exquisito de la poeta Trigueros: “sacando los pedazos de esta herida abierta”. Enjundia, belleza y calidad en este potente y singular poemario es lo que encontrará la persona lectora, que abra una de estas setenta páginas que configuran el libro: “cómo aniquilas/ tu propia certidumbre”. Las palabras de Carmen Juan son sencillamente una fina brújula.

Esta es mi propuesta de lectura para esta primavera, pero ya saben que hay otras propuestas. Paseen y visiten las librerías de su ciudad, pueblo o barrio y miren y adquieran libros: utilicen las librerías y a los libreros y libreras para que les orienten y lean también revistas culturales; no les defraudarán. ¡Palabra de lector impenitente!