Democracia versus autocracia frente a la guerra en Ucrania
«Democracias y autocracias frente a la guerra en Ucrania» (Editorial Tecnos) es un libro que permite conocer la situación actual en la que se encuentra la política internacional.
Texto: David VALIENTE
La coordinadora de Democracias y autocracias frente a la guerra en Ucrania, Susanne Gratius, profesora de la UAM, investigadora senior asociada en CIDOB y especialista en política latinoamericana, cuenta durante la entrevista a Librújula que: “Este libro nació como un proyecto académico que intenta explicar qué está pasando con esta división entre democracias y autocracias frente a la guerra en Ucrania”.
Sus páginas reúnen las voces de 18 investigadores y sus diferentes perspectivas sobre la realidad internacional: “En su mayoría, se asume un enfoque liberal y realista, no exento de críticas. Es verdad que la alianza de las democracias ha tratado de fomentar sistemas democráticos, pero algunos especialistas del libro ven con poca simpatía el trasfondo militar y se preguntan ¿hasta qué punto la defensa de los valores democráticos legitiman el apoyo o directamente la entrada en un conflicto de los Estados que los defienden?” Es, sin duda, una pregunta que pulula por los medios desde que Rusia invadiera Ucrania el 24 de febrero de 2022.
Democracias y autocracias frente a la guerra en Ucrania también analiza la política interna de los diferentes actores relevantes en el teatro internacional, sin perder de vista el marco general que es la invasión de Ucrania. “Cuestionamos la paz liberal que nos dice que entre sistemas democráticos no va a haber guerras”, pero esto mismo no se puede aplicar cuando uno de los implicados en el conflicto es un país autocrático.
¿El detrimento de la democracia es un hecho real o es que países de largo recorrido autocrático tienen más presencia en el foco mediático?
Se observa una tendencia al alza de la autocratizacion de los países. En la región que yo estudio, América Latina, la balanza se inclina cada vez más a regímenes híbridos que combinan elementos democráticos, autoritarios y autocráticos, aun siendo vecinos de Estados Unidos. Este fenómeno también se da en otros países y en diferentes regiones geográficas y provoca que las democracias, en la actualidad, sean una minoría. Detrás de esta transformación están los enfrentamientos bélicos, en parte, y el sistema de sanciones que, como hemos podido comprobar en muchos países, han fomentado alianzas con países autocráticos. Por ejemplo, las sanciones estadounidenses y europeas impuestas a Venezuela solo han conseguido que Caracas se lance a los brazos de China y Rusia, mientras que la presencia de los países sancionadores se ha visto muy limitada. Esta tendencia hacia la hibridación también la encontramos en suelo europeo. El país que mejor lo representa es Hungría.
¿Entonces usted considera que el sistema de sanciones actual no es el más acertado para convencer a los líderes de un país de que abandonen sus aspiraciones antidemocráticas?
Las sanciones inciden en los factores domésticos de los países y, salvo contadas excepciones como es Sudáfrica, han sido un fracaso. En el libro, hemos reunido voces de Brasil y la India que critican este sistema y justifican la posición neutral de sus Gobiernos en lo referente a la invasión de Ucrania. Recordemos que ninguno de los dos países apoyaron las sanciones contra Rusia cuando comenzó el conflicto, porque hay una nueva variable, los BRICS, también analizada en el libro, que ha moldeado la identidad de algunos de sus miembros. Queríamos comprobar que existe una disonancia entre las democracias que apoyan y no apoyan tan claramente a Ucrania.
¿China y Rusia quieren terminar con el actual sistema internacional?
Joseph Nye y otros autores sostienen que el orden internacional no está en crisis, sino cambiando. Hemos podido comprobar con el conflicto en Gaza como las Naciones Unidas, más en concreto su Consejo de Seguridad, está deteriorándose por las desavenencias entre Rusia y China con los Estados Unidos y la Unión Europea. En el libro, además, examinamos todo lo que tiene que ver con la OTAN, además desde distintas perspectivas. Sigue habiendo muchos realistas que extrapolan lo sucedido durante la Guerra Fría con Estados Unidos y la Unión Soviética al conflicto que sostienen en la actualidad Washington y Pekín. Por supuesto hay otros enfoques, algunos liberales, otros críticos, también aquellos que pertenecen al sur global, tienen mucho que decir, demostrándose también que el mundo está sufriendo una profunda transformación.
¿En este nuevo rumbo que está tomando el orden mundial, las regiones consideradas políticamente periféricas, América Latina y África, tendrán más oportunidades, más voz y más presencia en los foros internacionales?
El sur global está llevando a cabo su propio proyecto emancipador, por eso los países que lo componen reclaman más voz y más presencia en el sistema internacional liberal. Con esta finalidad nacieron los BRICS, que están creando sus propias instituciones alternativas a las que nacieron tras la Segunda Guerra Mundial. Aunque el revisionismo de algunos países africanos y de América Latina pretende conseguir una mayor representación en el Consejo de Seguridad de la ONU, por ejemplo.
Hablando de los BRICS: ¿cree que serán un foco generador de conflictos? ¿Les vaticina una larga vida?
Los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) se están ampliando, por lo que suponemos que tienen un cierto atractivo para los países. Asimismo, pese a las marcadas diferencias entre las tres democracias imperfectas y las dos autocracias, los cinco se han mantenido unidos y, recordemos, son cinco potencias regionales. Y no solo se mantuvieron unidos, sino que han ampliado su agenda y su membresía, y han creado instituciones nuevas. Cooperan en cuestiones como las inversiones, el comercio y los proyectos de desarrollo. Esto no quiere decir que no tengan sus conflictos internos, desde luego la guerra en Ucrania es incómoda para los otros cuatro miembros no implicados. Aun así están unidos y van más allá de las cuestiones económicas, conforman una alianza política, sin llegar a fundar instituciones de ese carácter, que los convierte en un grupo de presión.
Se dice mucho que Europa está perdiendo peso internacional. ¿Está de acuerdo con esta afirmación?
La Unión Europea no cuenta con una política exterior común de seguridad (ahora mismo se está construyendo), lo que, en cierto modo, está afectando a su proyecto político liberal. La guerra en Ucrania está consolidando a la Unión Europea. El órgano ha emitido sus sanciones contra 30 actores internacionales vinculados a Rusia, lo que significa que está desarrollando un poder duro porque las sanciones son elemento coercitivo. Por otro lado, la figura del Alto Representante de la Unión europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad está ganando peso internacional, gracias a Josep Borrell que ha roto con la tendencia de perfil bajo de sus antecesores. En este sentido, se observa un fortalecimiento de la Unión como un actor internacional en construcción, aunque todavía hay muchos obstáculos institucionales que se presentan en el camino. A nivel económico, el peso que se tuvo después de la Segunda Guerra Mundial es cosa del pasado, algo que tenemos que reconocer.