Cinco libros con trasfondo ruso

La guerra de Ucrania ha mostrado la complejidad sísmica de las relaciones entre Rusia y el resto de Europa. Estos cinco ensayos de reciente aparición nos acercan con muy diversos enfoques a distintos terremotos geopolíticos del último siglo.

Texto: José Ángel LÓPEZ JIMÉNEZ

 

Sofía Casanova ha sido una figura prácticamente desconocida hasta hace pocos años en España, pese a ser considerada como la primera corresponsal de guerra, que desarrolló su labor desde principios del siglo XX.

Intelectual, novelista, ensayista, dramaturga, poeta y periodista, esta gallega políglota sobrevivió durante sus noventa y seis años de intensa vida a cinco conflictos bélicos (las dos guerras mundiales, la guerra civil española, la revolución rusa y la posterior guerra civil y el conflicto polaco-soviético. Casada con el diplomático e intelectual polaco Lutoslawski, fue contratada como corresponsal del diario ABC en Polonia en 1914. Acaba de aparecer la obra De Guerra, Revolución y otros artículos (ed. La Umbría y La Solana, Los Libros de la Frontera-d) en la que se recogen alrededor de 150 artículos de los cerca del millar que se calcula que escribió en su prolífica vida profesional. Ordenados por bloques que se corresponden con los conflictos mencionados representan los escenarios que, en buena medida, asolaron el continente europeo durante más de medio siglo.

La autora de En la corte de los zares retrata los horrores de las continuas carnicerías de los dos conflictos mundiales y su impacto en la población civil. “La historia comparada es amena”, concluía en una de sus crónicas enviadas en el mes de diciembre de 1917 desde el corazón de la revolución rusa. La comparación con la revolución francesa recuerda mucho a la obra de Iván Bunin- primer Premio Nobel de Literatura ruso-. Su ideología monárquica y conservadora -como se señala en la introducción- no le impidió denunciar los abusos de cualquier tipo de totalitarismos y en esta recopilación podemos disfrutar de una calidad literaria que nada tiene que ver con la figura contemporánea de los corresponsales de guerra. Pertinente obra que rescata del olvido a una autora que, como tantas mujeres relevantes en la historia, han quedado opacadas por otras masculinas mucho más mediocres.

Igual que aconteció con Sofía Casanova, en los relatos dominantes en la historiografía de los conflictos el olvido extiende su manto sobre los nadies. Es decir, el grueso de actores y protagonistas-así como sus historias- que pasan completamente desapercibidas e ignoradas, excepto para sus familiares, en medio de las tragedias globales y de los líderes protagonistas de los respectivos bandos. Francisco J. Leira ha investigado y recogido alguna de estas historias en Los Nadies de la Guerra de España (ed. Akal). Este joven historiador, con mucha distancia generacional del conflicto, aboga en su obra no tanto por la equidistancia sino, más bien, por la reconciliación. Y lo hace denunciando en estas historias de personajes anónimos- pero con nombres, apellidos, vidas y familias- el horror, la barbarie y la sinrazón de cualquier conflicto pero, todavía si cabe con más virulencia, de todo un país contra sí mismo. Para ello no ha escrito un libro sobre la historia de la Guerra Civil española sino “un libro de stories de diversas personas que se han transformado en History”. Son las historias de Francisco y Dorinda, de militares de ambos bandos, de la represión religiosa en Fray Cándido Rial o de las presas de Saturrarán; de la movilización ideológica extranjera de las Brigadas internacionales o de la Guardia de Hierro rumana; todas seleccionadas para evidenciar que en la violencia, el terror o la solidaridad y la empatía era transversal durante el conflicto civil. Solo desde la reivindicación de los nadies se recupera la Historia Pública y sus valores: democracia, derechos humanos y denuncia de la guerra. Algo que no viene dado de forma natural y por lo que hay que trabajar de forma permanente.

Precisamente personajes como Victor Serge retrata en su libro Hombres en prisión (Gatopardo ediciones) la experiencia carcelaria que padeció en las celdas de confinamiento solitario de La Santé y Melun en Francia durante cinco años, desde 1912. Seudónimo de Victor Lvóvich fue una figura del socialismo que participó en el proceso revolucionario ruso y que, desencantado con los resultados del mismo dedicó su vida en el exilio mexicano a denunciar los excesos del estalinismo. Serge, de familia ruso-polaca aunque nacido en el exilio belga -porque su padre fue oficial imperial y miembro del grupo Tierra y Libertad- dedicó su labor periodística y literaria a criticar la desviación de los objetivos revolucionarios de los bolcheviques y la instauración de un régimen totalitario. Medianoche en el siglo y El caso Tulayev constituyeron las primeras obras relevantes en plantear la imposibilidad y el coste de la disidencia. En Hombres en prisión estamos ante una obra anterior a este periodo. Pero ya queda de manifiesto que estamos ante un autor que, llevando sus valores y principios hasta sus últimas consecuencias (se negó a delatar a sus camaradas anarquistas) asumió el coste de su decisión con la cárcel. El valor literario de este libro es muy notable. De nuevo-como en el libro anterior- se concentra en los nadies, en personajes anónimos: presos, funcionarios, policías y delincuentes que conviven en un universo aparte: de “hombres triturados en el rincón más oscuro de la sociedad”. Esta obra, con todas las distancias, recuerda por momentos a Las memorias de la casa muerta de Dostoyevski.

El libro negro de Putin, dirigido por Stéphane Courtois y Galia Ackerman (ed. Espasa) reúne a un conjunto de especialistas sobre distintos temas de Rusia que se aglutinan en torno a la figura de Putin. Courtois, autor del Libro negro del comunismo, desarrolla en su primera parte la crónica de una dictadura anunciada. O, lo que es lo mismo, la conversión de un homo sovieticus en uno post-sovieticus en el que, no obstante, pervive su perfil chequista. En la segunda parte del libro se analizan en distintos capítulos el despliegue agresivo realizado desde su acceso al poder a la periferia rusa (Chechenia) y a las antiguas repúblicas soviéticas consideradas por Putin como su esfera de influencia natural (Georgia) negando sus derechos históricos a una existencia como Estado independiente (Ucrania). En el tercer bloque del trabajo se desarrolla un análisis interdisciplinar de la conversión de la Rusia de Putin en un Estado autocrático con un envoltorio pseudo-democrático. Así, por ejemplo, se enfatiza el papel de las instituciones y su sometimiento al liderazgo de Putin; el sometimiento de la sociedad civil y la persecución de las organizaciones no gubernamentales que se muestran díscolas al régimen; las conexiones y alianzas estratégicas con los oligarcas o con la Iglesia ortodoxa rusa o la persecución de la disidencia política o de la libertad de información. Los escenarios de futuro en Rusia pasan, según los directores del trabajo, por su reinserción en la comunidad internacional acabando con una anomalía interna: la pervivencia del sovietismo y de la autoridad en manos del KGB-FSB.

Serhii Plokhy, historiador ucraniano especializado en el espacio post-soviético y autor de obras tan renombradas como Las puertas de Europa y El último imperio, publica en la editorial Turner el libro Locura nuclear. Coincidiendo con el sexagésimo aniversario de la crisis de los misiles en Cuba el autor aborda en un monumental trabajo de investigación histórica los acontecimientos desarrollados durante 1962 que pusieron a la comunidad internacional al borde del colapso nuclear. Lo más destacado de este libro, muy documentado con materiales inéditos, es que una de sus tesis principales insiste en la impericia de los líderes políticos del momento (Kennedy y Jruschov) y el cúmulo de errores de apreciación que llevaron al mundo al borde del desastre. La gestión de la crisis evidenció la carencia informativa por parte norteamericana (no se conocía el auténtico despliegue de efectivos militares rusos en Cuba, por ejemplo), así como el desconocimiento por parte de la CIA del desembarco de ojivas nucleares hasta que se descubrieron las rampas de lanzamiento de misiles en un vuelo de reconocimiento militar el 16 de octubre de 1962. La carrera armamentística de la Unión Soviética de Jruschov intentaba equiparar su potencial al de Estados Unidos, actuando en Cuba como Estado interpuesto. Durante dos semanas frenéticas —plagadas de actores, negociaciones extremas, bloqueos y derribos de aviones espía— Plokhy desarrolla un auténtico thriller que no terminó consumando la tragedia por el miedo al holocausto nuclear de ambos líderes de la Guerra Fría. Como nos recuerda este escenario a lo que acontece durante el último año entre Estados Unidos/OTAN y Rusia, con Ucrania como víctima propiciatoria.