Serpico: ¿cómo luchar cuando el enemigo está dentro?

El detective Frank Serpico destapó en los años 1970 uno de los casos más escandalosos de corrupción en la policía de Nueva York, pero estuvo a punto de costarle la vida.

Al Pacino en el papel del policía Frank Serpico

 

Texto: Sabina FRIELDJUDSSËN 

El Festival BCNegra, que empieza el 6 de febrero en Barcelona, va a llevar a sus mesas, encuentros y proyecciones cinematográficas el vidrioso asunto del doble, el que se desdobla de manera inesperada. En la propia policía, que es la garantía del bien y la legalidad para los ciudadanos, en ocasiones se desdobla también el mal. Cuando el policía ha de luchar contra su propia organización, el combate resulta mucho más duro, complejo y desolador.

A veces el otro no está enfrente, sino detrás.  La noche del 3 de febrero de 1971, el agente Frank Serpico de la policía de Nueva York recibió un disparo en la cabeza cuando estaba llevando a cabo una intervención relacionada con el tráfico de droga en uno de los peores barrios bajos de Brooklyn. En medio de la confusión del tiroteo, cayó al suelo. Lo raro es que sus compañeros parecieron desentenderse, nadie llamó a las emergencias mientras se desangraba. Tal vez la bala que le estalló en el cráneo no llegó del lado de los narcotraficantes, quizá vino de mucho más cerca, de ese otro yo de la policía que es el mal infiltrado. Un anciano que estaba viendo la refriega, llamó a una ambulancia.

Francesco Serpico era hijo de emigrantes italianos y tenía un afán arrollador de cambiar el mundo. Se hizo policía porque quería hacer algo bueno por la sociedad. En su cabeza había una raya muy clara que separaba el bien y el mal, pero enseguida empezó a ver que en la policía de Nueva York esa línea no solo se difuminaba, sino que había gente que se dedicaba a borrarla.

Cuando le asignaron un puesto que incluía la tarea de atender quejas y denuncias sobre corrupción en el cuerpo, le llamó la atención que le dijeran, le repitieran y le insistieran en que no pusiera mucho ahínco en ese trabajo. Pronto se dio cuenta de lo que sucedía.  Un grupo de oficiales amparaba una red organizada para extorsionar a los sospechosos: a cambio de dinero en efectivo obtenían mejor trato e incluso cambios en la gradación de su delito. No eran casos aislados sino un sistema estructurado y que todo el mundo conocía. Las revelaciones de Serpico llevaron a la alcaldesa Lindsay a formar la Comisión Knapp de investigación. Él tuvo que testificar y quedó marcado dentro del cuerpo de policía, donde no se toleraba la delación.

Frnak Serpico seguía teniendo sueños y deseaba tener la placa de detective para ser un investigador. Para ello debería pasar 4 años en la unidad de calle de la policía secreta, uno de los brazos más corruptos de la policía neoyorquina. En cuanto llegó, se quedó pasmado de los tejemanejes y el reparto de dinero. Aquí ya no se traba de prebendas a delincuentes sino de meter las manos hasta el codo en la connivencia con el tráfico de heroína. Él no quiso participar en ningún reparto de sobornos y enseguida sus compañeros lo pusieron en el punto de mira. Si esa tarde en Brooklyn alguno de ellos, además de ponerlo en el punto de mira, apretó un gatillo, nunca llegó a esclarecerse.

Serpico llegó al hospital más muerto que vivo, pero se salvó. Cuando se repuso, declaró ante un juez federal y se le concedió una medalla y la placa de detective, pero ya no le interesaba. Había perdido la fe en la policía y en 1972 pidió la baja.

Su tremenda historia la convirtió en novela el periodista y escritor Peter Maas en 1973 y se convirtió en un gran éxito, más aún cuando el director Sydney Lumet la llevó a la pantalla con un inspirado Al Pacino en la piel de ese policía italoamericano con una honestidad perseverante que a punto estuvo de costarle que le volaran el cráneo. El libro tiene mucha fuerza y alentó un subgénero muy potente dentro del género negro: el policía como malo de la función.

A día de hoy Serpico (prefiere que le llamen Francesco que Frank) tiene 86 años y vive en algún lugar indeterminado del estado de Nueva York. Siguen quedándole en la cabeza restos del casquillo de la bala que le estalló 50 años atrás y sigue recibiendo de vez en cuando amenazas de muerte. Porque sigue sin callarse. En una entrevista telefónica concedida a la revista Rolling Stone seguía siendo muy crítico con la policía de Nueva York y celebrando la valentía del movimiento  #BlackLivesMatter, que denuncia la muerte de inocentes afroamericanos asesinados a manos de policías. “Black Lives Matter es realmente necesario. La gente joven se está dando cuenta de lo que sucede con todo lo que se está exponiendo a la opinión pública de esa cultura policial. Una cultura de encubrimiento y brutalidad. Los policías simplemente no están sujetos a los mismos estándares que la persona promedio en las calles”

Dice Serpico, la policía de hoy es peor. “La brutalidad y los tiroteos con encubrimiento se han intensificado” Considera que hay poderosos sindicatos policiales que aseguran inmunidad para abusos graves y que la Junta de Revisión de Quejas Civiles, una entidad independiente que investiga el abuso policial y recomienda medidas disciplinarias, es prácticamente ignorada. Afirma que la cultura de la corrupción llega a la cima. “Son los jueces, los fiscales, los alcaldes, los gobernadores, el comisionado de policía…”

Considera que los policías en Estados Unidos “Deben comprender que no tienen inmunidad ni privilegios especiales y, lo que es más importante, solo son responsables de detener a los sospechosos y no deben actuar como jueces, jurados y verdugos, lo que muchos de ellos realmente creen que son”.

 

Dentro del festival BCNegra se dedicará en la Filmoteca de Catalunya (viernes 10 de febrero a las 20.00 h) una sesión a la proyección de Une affaire d’État, dirigida por Éric Valette y que contará con la presentación del escritor Dominique Manotti. Se trata de una adaptación  de la novela policiaca Nos fantastiques années fric, del propio Manotti. Narra la historia de una joven oficial de policía, implicada en un complejo asunto de estado donde se mezclan corrupción, conflictos de poder y guerras entre policías con el trasfondo de un caso de tráfico de armas.