¿Qué han aportado a la fantasía, la ciencia ficción y el terror estos 25 años?

El Librero del Mal realiza una tarea titánica: hacer un repaso de este primer cuarto de siglo en cuanto a los géneros fantásticos se refiere.

Detalle de la ilustración de Hallina Beltrâo publicada en la revista Librújula número 59.

 

Texto: Antonio Torrubia  Ilustración: Hallina Beltrâo

 

Podría haber hecho memoria de cuando empecé a trabajar en Gigamesh —ya van veintidós años—, pero he echado un ojo a los más vendidos y, para sorpresa de nadie, los primeros cinco años del siglo estaban dominados por sagas de fantasía escritas por hombres. Nada de autores de aquí.

En noviembre de 2001 se publicó el primer volumen de Canción de hielo y fuego y, junto al resto de la saga — Choque de reyes fue publicado en diciembre de 2003 y Tormenta de espadas, en junio 2005—, encabezaron las listas de ventas y pilas de lecturas en los primeros compases del siglo XXI. Eran tiempos en los que algún volumen de la saga de Mundodisco, de Terry Pratchett —un longseller que llega hasta hoy en los rankings de los más vendidos del año—, se colaba junto a los tres libros de El Señor de los anillos, gracias a las adaptaciones de Peter Jackson. También el Elfo oscuro, de R. A. Salvatore —que volvió a estar de moda las pasadas navidades con una edición de lujo, culpa casi seguro del Baldur’s Gate 3— y muchos libros de Orson Scott Card, Dan Simmons o Frank Herbert. Lo único que se vendía a espuertas y bajaba un poco el nivel testosterónico eran las novelas de las Crónicas vampíricas de Anne Rice —supongo que por la salida de la tercera película de la saga, La reina de los condenados, en 2004—, y las novelas de la Dragonlance, que escribía a medias la autora Margaret Weiss junto a la que hoy es su expareja, el autor Tracy Hickman.

Entre enero de 2006 y las navidades de 2010 destaca la cuarta parte de Canción de hielo y fuego, que se publicó en diciembre de 2007, y los primeros puestos fueron los otros tres libros de la saga, seguidos por otro libro de George R. R. Martin: la reedición de Los viajes de Tuf, que llevaba años descatalogada en la colección Nova CF y se reeditó en una manejable edición de bolsillo. Guerra Mundial Z y La guía de supervivencia zombie fueron dos bombazos escritos por Max Brooks —el hijo de Mel Brooks. Y tanto esta última, con su adaptación al cine, como la serie de HBO sobre Juego de tronos aún no habían acabado de eclosionar. Con los primeros puestos copados aún por la saga de los dragones y con los zombis americanos, empezamos a ver otras sagas de fantasía, como el tímido asomo en las listas de las primeras novelas de Brandon Sanderson, justo por detrás de las primeras novelas de la trilogía de La Primera Ley, de Joe Abercrombie.

Avistamos las primeras novelas de la saga de La herejía de Horus, de Warhammer 40K —que hace poco ha concluido—, la multipremiada saga de Miles Vorkosigan de la autora estadounidense Lois McMaster Bujold, las novelas de Connie Willis y los primeros libros de la saga de Geralt de Rivia, hoy mundialmente conocida gracias a los tres videojuegos y la serie que empezó en Netflix con Henry Cavill y que se ha deslavazado bastante con Liam Hemsworth de protagonista.

También en esos años empezamos a ver los primeros autores españoles en la lista, y es que los zombis que siguieron la estela con la moda empezada por Max Brooks —Apocalipsis Z, de Manel Loureiro y Los Caminantes, de Carlos Sisí— estuvieron entre las novelas más vendidas esos años.

En el siguiente lustro, y tras los siete ejemplares de Canción de hielo y fuego —contando El mundo de hielo y fuego y El caballero de los Siete Reinos—, destacan las sagas fantásticas de Patrick Rothfuss, Joe Abercrombie, Brandon Sanderson y Terry Pratchett.

Sin embargo, empezamos a ver más ciencia ficción con El atlas de las nubes de David Mitchell, Ready Player One de Ernest Cline, varios títulos de Philip K. Dick, como Ubik o ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, Jennifer Gobierno de Max Barry o El marciano de Andy Weir. Por esas fechas, en el género de terror ya empezaban a aparecer publicaciones como Cuernos, de Joe Hill, o el inclasificable —con tintes quinqui-lovecraftianos— Mataré a vuestros muertos, del barcelonés Daniel Ausente.

Otros libros que llegaron en esas fechas y coparon durante muchos meses las listas de la librería fueron La chica mecánica de Paolo Bacigalupi, Embassytown de China Miéville, La corte de los espejos de Concepción Perea, Neimhaim de Aranzazu Serrano Lorenzo, y varias de las novelas de Emilio Bueso: Diástole, Cenital y Extraños eones. Sin olvidarnos de Ismael Martínez Biurrun con Rojo alma, negro sombra o El escondite de Grisha. Al fin empiezan a verse autoras y autores de fantasía y terror en español.

Entre los años 2016 y 2020, el dominio dejó de estar en la saga de Martin y se repartió entre la trilogía de Los Tres Cuerpos de Cixin Liu, la saga de Geralt de Rivia del polaco Andrzej Sapkowski, el BOOM del Cosmere de Brandon Sanderson —que ya empieza a crecer tras el empujón ejercido por sus dos visitas a España y el lavado de cara de sus dos sagas principales, que llevó a cabo la editora Marta Rossich en Nova CF—, o los inicios de la saga de The Expanse de James S. A. Corey. Y llegamos a la que podría ser casi clasificada como la más importante, por el hito de ser tres veces ganadora, consecutivamente, del Premio Hugo. Hablo de N. K. Jemisin y de su saga La Tierra Fragmentada.

En medio del dominio aplastante del sello de Ediciones B —que adquirió Penguin Random House antes de la pandemia—, ya vemos destacados a un par de autores españoles: Sergio Sanchez Morán y su detective Parabellum, en el caso del humor, y a Ferran Varela con La danza del gohut o El arcano y el jilguero, en la vertiente más oscura. Estos autores acompañan a Emilio Bueso, Concepción Perea y Aranzazu Serrano Lorenzo en la lista de longsellers de autores españoles.

Durante esos años, las continuaciones de las sagas de Joe Abercrombie —que lleva ya una decalogía y una trilogía escrita—, Ken Liu y su ciencia ficción y fantasía mitológica china, las novelas de ciencia ficción de Kameron Hurley, Becky Chambers y Margaret Atwood también llegaron a las librerías —en forma de novedades o reediciones— y poblaron nuestras pilas.

La trilogía Luna de Ian McDonald, las recuperaciones de la obra de China Miéville o las de clásicos como Hyperion de Dan Simmons, Dune de Frank Herbert, o la Fundación de Isaac Asimov también despuntaron en esos años.

Y llegamos a los últimos compases de este cuarto de siglo. George R. R. Martin, el Cosmere de Brandon Sanderson en pleno estallido y, tanto la Era de la Locura de Joe Abercrombie —la trilogía que cierra su decalogía— como los libros que se van publicando de Patrick Rothfuss, en lo más alto de los más vendidos cada año. Títulos puntuales como la biografía de Terry Pratchett, publicada por Mai Més; El café de las leyendas de Travis Baldree, editada en Roca, o los grandes hitos de estos dos últimos años: S. El barco de Teseo, de J.J. Abrahms y Doug Dorst, en Duomo, o la hexalogía de Blackwater, del desaparecido maestro de Stephen King, Michael McDowell, publicada en Blackie Books. Títulos que están muy presentes en nuestras lecturas y han conseguido saltar al mainstream, al igual que el Romantasy, que, entre Sarah J. Maas, Holly Black y Rebecca Yarros, ha conseguido estar en boca de todos.

Como sucede con Terry Pratchett, hay un puñado de autores que navegan de manera sempiterna por nuestras baldas, como es el caso de Stephen King, Robert Jordan o Margaret Atwood.

Y ahora llega el momento de la verdad, mi repaso a los mejores libros publicados y uno histórico rápido de estos 25 años de género fantástico.

En Ediciones Gigamesh —que no publica nada nuevo des de febrero de 2022— están algunas de mis novelas favoritas de este cuarto de siglo. Tenéis Las puertas de Anubis y En costas extrañas de Tim Powers, la trilogía de Altered Carbon, protagonizada por el mercenario Takeshi Kovacs, y Leyes de mercado de Richard K. Morgan, o los cuentos completos de Richard Matheson y Fredric Brown.

Como novedades de Alamut en los últimos años solo encontramos la space opera de Adrian Tchaikowsky y, en reimpresiones, la primera antología de Ted Chiang y algunos clásicos como Flores para Algernon, o novelas y cuentos de Asimov… Pero su joya más preciada, la saga de Geralt de Rivia, está prácticamente agotada y a la espera de reimpresión.

Valdemar Ediciones, que se acerca a su cuarenta aniversario, reimprime su colección de Gótica para combatir la especulación de los tomos más difíciles de encontrar de sus 131 volúmenes.

El catálogo de Alianza, con el sello Runas, además de las ya mencionadas novelas de Joe Abercrombie, Ken Liu, Concepción Perea o Kameron Hurley, tiene joyitas como Lago negro de tus ojos de Guillem López, la trilogía de Rosalera —o Saga de Ajenjo— de Tade Thompson, Agentes de Dreamland de Caitlín R. Kiernan, o la saga de los Niños descarriados de Seanan McGuire. En Nova Ciencia Ficción, aparte de Brandon Sanderson, N.K. Jemisin, China Miéville y Cixin Liu, más recientemente han despuntado la saga de la Tumba Sellada de Tamsyn Muir, la saga de Malaz, que escriben a medias entre Steven Erikson e Ian C. Esslemont, y las novelas de Hao Jingfang.

Y en los últimos años han surgido un puñado de editoriales que publican autoras y autores de gran calidad, pero que comercialmente se escapan de los grandes grupos. Entre otras, encontramos a las editrices María Pérez de San Román y Shaila Correa Lamas, las señoras del terror que gestionan La Biblioteca de Carfax; las insólitas publicaciones que lleva cual hombre orquesta Christian Rodríguez en Insólita editorial, Job Peró desde Obscura Editorial o Pak Gallego en El Transbordador. Todas ellas van haciendo lo suyo, igual que Hugo Camacho con el weird desde Orciny Press, los eclécticos Cisco y Sara desde Aristas Martínez, que editan desde el páramo cultural extremeño, o Rebeca y Almudena Cardeñoso, las hermanas que nos traen el interesantísimo y variado catálogo de Duermevela desde Asturias.

Si he de resaltar una de las grandes carencias del género fantástico, hasta bien entrado este siglo, es la falta de autoras. Más allá de J. K Rowling o Anne Rice, apenas llegaban a librerías; en cambio, en los últimos años, tanto Nocturna como Hidra, así como los sellos de Urano, Puck y Umbriel, no dejan de traernos a autoras como las ya nombradas Maas, Black y Yarros, añadiendo best sellers como R. F. Kuang, Jennifer Armentrout, Leigh Bardugo, Naomi Novik, Dianna Wynne Jones, Katherine Arden o Ava Reid.

Otra de las carencias es en la vertiente terrorífica, donde no veíamos más que nombres anglosajones. Sin embargo, a Pilar Pedraza, Cristina Fernández Cubas e Isabel del Río se ha unido un gran grupo de autoras de América, desde las argentinas Mariana Enríquez y Agustina Bazterrica, con la ecuatoriana Mónica Ojeda, la cubana Elaine Vilar Madruga o la mexicana Silvia Moreno-García, para darnos horas y horas de lecturas al nivel de los grandes del terror.

Y como ya llegamos al límite de palabras que me permiten para esta pieza, solo comentar que, entre el Festival Celsius de Avilés, en el mes de julio, y el 42, Festival que se celebra en Barcelona cada noviembre, los géneros fantásticos gozan de una excelente salud y, además, este 2025 librería Gigamesh cumple 40 añazos, con lo que, más que nunca: ¡Nos vemos en las librerías!