Poesía en la 83 Feria del Libro de Madrid

Madrid tiene una feria del libro: la 83 edición, del 31 de mayo al 16 de junio en el parque de El Retiro, que es lo más de lo más de las vanidades y ahí estamos todos: editoriales, libreros, autores, distribuidores y personas lectoras, entre otros miles, posiblemente las que más beneficiadas salgan después de su pertinente recorrido por la misma.

Detalle del cartel de la 83 edición de la Feria del Libro de Madrid. Autor: Mikel Casal

Texto: Enrique VILLAGRASA

 

Para que las personas lectoras tengan una guía de las propuestas de lectura les presentamos estos más que interesantes libros, justos y necesarios:

Las Sinsombrero y un nuevo 27 (Alba), edición de Alba Fernánez-Cebrián y con la presencia poética de Juan Ramón Jiménez, León Felipe, Lucía Sánchez Saornil, Federico García Lorca, Concha Méndez, Vicente Aleixandre, Ángela Figuera Aymerich, Luis Cernuda, Elisabeth Mulder, Ana María Martínez Sagi, Josefina de la Torre, Josefina Romo Arregui y Miguel Hernández. ¡Ahí es nada y la polémica está servida! Dice Alba Fernández-Cebrián que: “En esta antología hemos seleccionado textos de algunos de los poetas que transformaron la imaginación poética en España desde el primer tercio del siglo XX. Imaginamos una antología como una casa común que puede recibir otros invitados que los lectores consideren, por lo que a los escritores que viven en estas páginas siempre pueden acompañarles otras voces y otras presencias”. ¡Amén!

Pero, no solo de antologías vive la Feria, también de interesantes poemarios como La última Coca-Cola (Dilema) de Maite Martí Vallejo (Barcelona), con inteligente y pedagógico prólogo de Luz Pichel. Lúcido y lúdico poemario que me trae ecos de Antonin Artaud y de la canción Hotel California. Ya que la lectura de estos versos muestran el espíritu del yo poético, en esa realidad del poema, que es ese arderse en preguntas. Y al igual que él Martí Vallejo no concibe la obra al margen de la vida: “Nada de lo que nos rodea es púrpura”. Y lo mismo que no se puede escapar del famoso hotel y su música, tampoco podemos escapar de este poemario y su paisaje, nos atrapa: “al poema se le sigue pidiendo que hable y preguntando qué dice, como si no bastara con lo que hace”.

O, Amargo nepente (Dilema) de Paula Einöder (Montevideo, 1974) que contiene además el premiado poemario Para bálsamo de ruiseñores, publicado allá por Yaugurú (2021), y está asimismo inteligentemente prologado por Gustavo Esmoris. Memoria, mirada y lenguaje se debaten en este balsámico o no nepente: tal vez nos haga recordar o tal vez olvidar pero: “tú serás el laurel siempre vivo”. No olvidar el cuervo que nos trae ecos de Poe y sobrevuela los poemas. Pero como dice la poeta que curiosamente deja que el poema lo acabe la persona lectora, de ahí la ausencia de puntos finales y casi ausencia de signos ortográficos: “una tirada de azar/ no abolirá los dados”. Einöder es una poeta de justa y necesaria lectura y: “quizás me encuentres donde siempre estuve”.

Además está el revelador Ondina (Huerga y Fierro) de la profesora de filosofía y poeta Andrea Bernal (Andrea González Bernal, Madrid, 1985): “Tarde de paloma muerta y rayo azul,/ voy mirando todas las casas”. La capacidad de asombro de esta poeta es significativa, nunca la deberíamos perder aunque tengamos que pasar: “Toda la noche en el vértice de un tejado”.

También y cómo no, Don de la insolencia. Juan de Tassis, Conde de Villamediana (Siruela) del poeta Carlos Aganzo (Madrid, 1963). Este libro debería ser el más leído en esta feria. Es una joya: “y sin oscuro velo al sol hermoso”. Un volumen que recoge una excelente introducción sobre quiénes eran los Tassis y este conde tan singular: “ni sé huir de mí ni estar conmigo”, y señero con el toro y con el verso, de la pág. 9 a la 140, con bibliografía citada, y sus poemas amorosos, satíricos, líricos y conmemorativos, de la pág. 145 a la 396. Poemas que toda mujer deseaba: de reina a plebeya y todo noble maldecía; que posiblemente le llevaron a la muerte: esa envidia tan nuestra. Aganzo lo reivindica y con razón: nadie como él: el mejor poeta del verso amoroso y satírico, sin ninguna duda: “queda el llanto, con llanto, acreditado”.

Otro de los poetas que hay que reivindicar en esta España es Manuel Ruiz Amezcua (Jódar, Jaén, 1952), que por más que premios Nobel de literatura, entre otros cátedros, que lo digan es olvidado aquí y ahora. En esta ocasión presenta Sobre la herida. Poesía amorosa 1974-2024 (Cántico), con epílogo del reconocido hispanista Christian de Paepe (Universidad de Lovaina). 50 años de sobresaliente poesía. ¡Ahí es nada!: “Cómo queréis que crea en nada,/ si estoy sufriendo”. Y es que leer a Amezcua es ver que “Los árboles despiertan/ y sus ramas se abrazan con el mundo”. Creo que es un poeta necesario y su poesía canta y cuenta aquí al y del Amor. Piedra angular en todo su quehacer demiurgo poético: “Arañando a las puertas del amor/ la voz que nunca vimos,/ su luz de nunca,/ su verdad de siempre”.

Asimismo, el poeta Rafael Soler (Valencia, 1947) vuelve a sorprender con la publicación, de su último poemario Memoria y no (Huerga y Fierro), donde hace gala de su saber poético y gran conocedor de su oficio,  para sustentar sobre tres pilares esta obra: A reloj candente podríamos decir, Limpieza semanal con cuchillo y Pabellón cinco, al viento de los manteles. O lo que es lo mismo: evocación, sugerencia y ritmo: domina el saber poético, no hay ninguna duda: su poesía está cimentada bajo la memoria, su mirada y el lenguaje, con él se bate el cobre. ¡Ah, su poesía, ese verso con erudición! Toda ella es pues como una jaula abierta y dorada que regresa al cemento a buscar personas lectoras, que disfrutarán leyendo estos versos cincelados por orfebre, pues: “tan solo el mar tiene memoria”.

Y leer al poeta y profesor Juan Antonio Tello (La Almunia de Doña Godina, 1965), flamante ganador del XXXIII Premio de Poesía Santa Isabel de Aragón, Reina de Portugal 2023, de la Diputación Provincial de Zaragoza, con el libro Representación, en este poemario justo y necesario: poemas en prosa, donde la realidad real es la realidad pergeñada en el poema, como esas pinturas que navegan en estos inconmensurables versos. “A qué suena lo indiferente, lo real de un/ símbolo, la parte sensible de un cuadro”. 61 poemas que encienden la luz más brillante al cerebro de las personas lectoras. Aquí la memoria se rebela, se alza: ahí la mirada y el lenguaje, a la luz que irradian estos versos. Poesía y pintura y lo que puede ser será: pues ni en el verso ni en el cuadro moriremos: “Es la realidad de esta ficción”.

Poeta y profesor es Nacho Escuín (Teruel, 1981), quien presenta Cover (Bala perdida), con epílogo de la señera poeta Sofía Castañón. Uno de los poemarios más sangrantes que podemos leer y “No se trata de hacer leña del árbol caído”. Son versiones de poemas y canciones que nos han acompañado siempre. Son textos para cada una de las personas lectoras que aman la poesía y a los poetas y a los músicos y sus letras. Son versos que no dejan a nadie indiferente, pues: “La verdad no hace mejor a un hombre”. Escuín ha dejado escrito este libro con esa total lucidez con la que ha querido interpretar la esencialidad de su ser expuesto al fuego de la vida: a veces calienta y es necesario y otras quema y es (in)justo. La poesía nunca es complaciente, ben lo sabemos. “Toda historia tiene origen/ y puede no tener fin”.

El poeta y ensayista Martín Rodríguez-Gaona (Lima, Perú, 1969) presenta Wunderkammer: las musas y otras mutaciones (Huerga y Fierro) que es como escuchar la única poesía que no muere, con ecos del gran Jorge Guillén: de esa cándida profundidad de espejo, que el poeta de hoy traslada a las musas, al ángel y al duende de la poesía. Deja que seas tú quien encuentre certeza: “Abre los ojos, toma aire, no has pronunciado/ respuesta, todavía”. Martín sorprende en sus propuestas, busca la complicidad lectora, que ciertamente son de  agradecer: “Allí en el umbral entre el vacío y la plenitud nunca atisbada, siempre intuida, dormir en lo que otros creen silencio y para ti es música repetitiva y envolvente que calma y cura, que transporta y rescata, que te lleva a aceptar que sería mejor nunca salir de ella”.

Pero no solo estos libros, también podemos considerar otros como los que últimamente proliferan por doquier, los aforismos, y para ello y por su buen hacer y mejor leer está este ensayo, estudio, antología Paso ligero. La tradición de la brevedad en castellano (siglos XX y XXI) (Siltolá), en edición, selección y prólogo del singular poeta José Luis Morante (El Bohodón, Ávila, 1956): “Sus páginas seleccionan las aportaciones coetáneas más exigentes de la producción aforística en castellano, cuando ya se ha formado la primera generación literaria del siglo XXI”: “El arte se desvía para alcanzar el centro”, Erika Martínez dixit. Y otra poeta aforística que siempre sorprende, Sihara Nuño, esta vez con Hápticas. 99 aforismos sobre ciencia (Apeadero de aforistas), pues “La ciencia necesita esas llamadas ‘partículas termonucleares’ que enciende el pensamiento aforístico”. Poeta que también presenta Ilargi/Luna (Ultramarina), con traducción de Nagore Pérez Fernández. Este poemario es un canto y cuento a su hija: “Éramos nosotros/ y entonces/ ella”. ¡Ahí es nada: Poesía pura!

También hay libros de haikus que hay que tener en cuenta en esta Feria como son La casa en fuga. Haikus de una mudanza de Eva Muñoz (Barcelona, 1970), quien también se cuida de las fotografías: “El corredor:/ persisten los murmullos,/ se van los pasos”. Y Rayos de luz serena de Vicente Gallego (Valencia, 1963), con ilustraciones de Susana Benet. El poeta Gallego siempre sorprende: “Qué corazón/ no abrirán estos campos/ a tanta holgura”. Ambos libros está publicados en La Garúa. Y del poeta León Molina (San José de las Lajas, Cuba, 1959) Olor a humo. Haikus del jardín (Siltolá): “Regreso a la casa./ El jardín está lleno/ de soledad”.

Hay también una joya literaria como es Manual de eternidad (Fulgencio Pimentel) del escritor casi secreto Arturo Marcelo Pascual Fernández (Logroño, 1958-Barcelona, 2016), con prólogo de Alejandro Montiel. Creo que es un hallazgo y reivindicación necesaria y justa de este tamaño poeta, Arturo Marcelo pascual: “Telmo anunció radiante:/ henos aquí sin patria ni herederos/ por los que sucumbir sea preciso/ o por ellos salvarse”. O este poemario de Ernesto Alcalá (Barcelona, 1971) Insinuaciones del agua (Valparaiso) con versos tan elocuentes como: “Vanidosa luz,/ idilio luminoso de palabras/ en manos de barro”. O Argayu / Derrumbre (Bartleby), en edición bilingüe de la poeta asturiana Berta Piñán (Cañu, Cangas de Onís, 1963) donde podemos leer memoria, mirada y lenguaje, que no otra cosa es la poesía: “Y después, dejar que el viento/ arrastre afuera las hojas y las risas”.

Además, tenemos a Agustín Calvo Galán ( Barcelona, 1968) con su El Cairo-Tokio (Polibea), con epílogo de Rafael Mammos. El poeta nos habla de dos ciudades, del amor por el amor, por la vida, por sus caminos y travesías: “y el transcurso de lo vivido/ será ya un paisaje/ de dunas que se hacen y deshacen/ indefinibles”. Donde también hay que “dar una voltereta/ equidistante/ hasta llegar al destino”. También tenemos al poeta Elías Gorostiaga (Valencia de don Juan, León, 1963), quien ha obtenido el premio Villa de Pasaia-Altamira Puente en su XXII edición con El alma de la roca (Bermingham), con prólogo de Elena Román. Poesía que conmueve, que emociona con imágenes poderosas: “Esa luz de trigal/ es la mirada eterna/ esfera en la que anida lobo y sombra”. Y el reconocido poeta Kepa Murua quien nos presenta Orfandad (El Desvelo). Versos lúcidos de un poeta a su madre: “He de elegir la ropa para el funeral./ El traje que me cosiste/ lo use hace un mes/ en al presentación de mi último libro”. Y la gran poeta Lola Andrés (València, 1961) con Llámala (Dilema). Poemas que inquietan, laceran, te marcan, pues tras leerla: “no puedo reponerme/ poned a prueba el verso milenario”. Poeta que sabe de tropos imperativos y poderosos. Sin olvidar a la poeta Amelia Serraller (nacida en el Madrid de la movida), quien presenta Blanco roto (La Tortuga Búlgara), con prólogo de Javier Díaz Gil e imágenes de Luis Viviant Arias y de Isabel Montero Garrido la imagen de Miramar. Una poeta que no conocía y me ha impresionado y no solo por citar al barrio de El Serrallo (Tarragona) y sí por ese quehacer demiurgo que es “Música callada del recuerdo,/ sol que calienta en invierno”. Una sugerente y preciosa definición de poesía: memoria y mirada: también lenguaje con el que batirse el cobre. Es: “La tierra fértil en llamas”.

Disfruten de la Feria del Libro en Madrid, paseen, ojeen y hojeen. Compren libros, lean y lean, por favor. Y no se olviden de regalar libros para que lean los otros también. La sociedad necesita personas lectoras, no lo duden. Y busquen revistas como esta Librújula, que les presenta propuestas de lectura de lo más interesantes, que no defraudan. También hay otras, claro, aunque esta sea la más plural, que no es poco.