Nórdica publica la antología de poemas de Ángel González para celebrar el centenario de su nacimiento
«Eso era amor», la antología del poeta más significativo del grupo del 50, Ángel González.
Texto: Enrique Villagrasa Ilustración: Pablo Auladell
El verano está acabándose y con él mis relecturas de El grupo poético de los años 50. (Una antología) (Taurus, 1983) de Juan García Hortelano (Madrid, 1928-1992) (lectura por la mañana) y de La novela de la memoria (Seix Barral, 2010) de J.M. Caballero Bonald (Jerez de la Frontera, 1926-Madrid, 2021) (lectura por la tarde) y en ello estamos cuando llega Eso era amor (Nórdica) de Ángel González (Oviedo, 1925-Madrid, 2008), una antología de su poesía para celebrar el centenario de su nacimiento, con magníficas ilustraciones de Pablo Auladell y un elocuente e inteligente introito de Javier Rioyo. La significativa y correcta selección de poemas la ha realizado Verónica Ruiz.
Cabe decir que la antología cuenta con poemas representativos de lo que es su obra poética, al menos es esa la impresión que se llevarán las personas que han seguido y leído a González, está incluido hasta ese poema ya tan cansino Áspero mundo, aunque a la vez creo que es una buena forma de empezar a leer al poeta quienes no lo hayan leído aún. Las ilustraciones que acompañan a los poemas son certeras y elocuentes. Colores y trazos ajustados a las secuencias de ocres, grises, negros con dibujos perturbadores: dan cuenta de un tiempo pasado, no olvidado y que ha dejado cicatrices. Las deslavazadas figuras son hijas de su tiempo. Todo un logro para tamaños poemas como este titulado Ahí, donde fracasan las palabras: <<Poeta de lo inefable.// Logró expresar finalmente/ lo que nunca dijo nadie.// Lo condenaron a muerte>>.
El texto de Rioyo es insuperable, a la manera de las memorias de Caballero Bonald, que tanto nos enseñan. Javier cuenta con una gran ventaja, fue amigo de Ángel González y lo conocía bien; también, a Caballero Bonald. Es un texto con duende, con ángel y musa; pero, con duende: <<Aquí estoy para hablar del libro de Ángel, de esta edición esencial del centenario que ilustra el angelólogo Pablo Auladell y edita Nórdica. (..) Desangelados no somos los mismos. Seguimos celebrando la cena de las ceniza, y con una copa para no olvidarnos porque nunca lo olvidamos>>. No sin antes de estas líneas hacer alusión a <<dos cercanos, insustituibles, vivos y recordados amigos: José Manuel Caballero Bonald y Ángel González. A los dos han querido arrimarlos a causas maniobreras, servirse de ellos, utilizarlos. No pudieron en vida, lo siguen intentando después de la muerte. Cuidado, que resucitan y pueden contar. Pero eso es otra historia que ya será contada>>.
De la poesía de Ángel González, el poeta más representativo del grupo poético de los años 50, del pasado siglo, poco queda por señalar que no se haya dicho ya, pues todos sabemos que: <<Estos poemas los desencadenaste tú,/ como se desencadena el viento,/ sin saber hacia dónde ni por qué>>. Pues todos conocemos contigo, gracias a ti, qué es este escribir versos <<Escribir un poema: marcar la piel del agua>>. Quiero recordar no obstante unas palabras del poeta en la solapa de la edición de Palabra sobre palabra (Seix Barral, 1986), que recogía su obra poética hasta 1985, donde decía: <<Nací en Oviedo en 1925. El escenario y el tiempo que corresponden a mi vida me hicieron testigo –antes que actor- de innumerables acontecimientos violentos: revolución, guerra civil, dictaduras. Sin salir de la infancia, en muy pocos años, me convertí, de súbdito de un rey, en ciudadano de una república y, finalmente, en objeto de una tiranía. Regreso, casi viejo, a los orígenes, súbdito de nuevo de la misma Corona>>.
En definitiva, estamos ante una poesía irónica y sarcástica donde las haya y con ella y en ella la historia de la poesía española del siglo XX. Es protagonista de la película de esa vida y su vivir, poema a poema, de las tinieblas y lucha social y lucha poética de aquel atroz momento. Un poeta de su época sin lugar a dudas. Asimismo un poeta defenestrado a un mundo vencido, descuartizado y falto de todo, la historia siempre la cuentan los vencedores dicen. Pero él y sus versos se enfrentan a todo, a la existencia y busca y persigue la función social de la poesía, de su poesía y la otredad. Sin ir más lejos. <<Las palabras dispersas y los ríos,/ nos llenan de inquietud súbitamente/ y de desesperanza// No busquéis el motivo en vuestros corazones,/ Tan solo es lo que dije:/ lo que pasa>>. También hay amor en su poesía, no lo duden, y más allá de la muerte, si cabe: <<Todo lo consumado en el amor/ no será nunca gesta de gusanos>>.
ESO ERA AMOR
Le comenté:
–Me entusiasman tus ojos
Y ella me dijo:
–¿Te gustan solos o con rímel?
-Grandes,
respondí sin dudar.
Y también sin dudar
me los dejó en un plato y se fue a tientas.