La poesía española está de luto

El poeta Óscar Ayala ha fallecido a los 57 años.

Texto: Enrique VILLAGRASA

 

                                                         

 A Carmen, Óscar y Jimena

 

El poeta y director de la colección de poesía Rayo azul (Huerga y Fierro), Óscar Ayala (Carpio de Tajo, Toledo, 1967 – Alcalá de Henares, 2024) desencarnaba el pasado martes, día 6, de este mes de febrero, ya tan cruel como abril: lloran las Letras españolas, de aquende y de allende. Aunque bien recordamos esas dos líneas finales de tu epílogo en Sueños de lirios, de cuya edición también te encargaste: “Ha sido una aventura preciosa: ahora, que otros la continúen desde donde quieran”. Y en eso estamos, aun sabiendo que “la luz se retuerce de dolor”, desde aquel momento en que se produjo tu muerte.

Quien fuera una persona sabia, generosa, humilde, irónica, mordaz, con todas las letras, fue también profesor, investigador, crítico y melómano, además de autor de manuales de Lengua y Literatura para Enseñanza Secundaria y Bachillerato; y especialista en la literatura española de los siglos XIX y XX y en Antonio Espina, en particular.

Pero, Óscar Ayala como poeta nos ha dejado una obra de las más interesantes, singulares y señeras de finales de siglo XX y del primer cuarto de este siglo XXI: entre ellas podemos destacar Parajes de los incierto (Alacena Roja, 2014), El síndrome Panero (2015), Sueños de lirios. Antología de poetas locos (2018) y Yacimiento (2021), estos tres últimos en Huerga y Fierro, su querida casa editorial por antonomasia, conducida por Charo Fierro y Antonio Huerga.

Cabe apuntar en este breve adiós que la gran virtud de la poesía de Óscar fue el ser capaz de combinar el más intenso lirismo con el compromiso y la fidelidad a los problemas más vivos de nuestro tiempo, con un lenguaje racional y nuevo, de gran claridad y belleza en la expresión y en el contenido, que él había recibido de nuestros amados clásicos. Y siempre preocupado por leer y por formar personas lectoras. Me encantaban esas sus bromas poéticas desde la complicidad más absoluta, en esa elegante excelencia que le era característica: ese tratar de conocer la esencialidad humana que surgía de ese batirse el cobre con el lenguaje: ser siendo y en su paisaje. Leer a Óscar Ayala y su poesía: “escucharla convierte en yacimiento/ las ruinas que a diario transitamos”.

Sé que tu quehacer demiurgo, tu poesía toda ha sido una inquietante aventura poética dentro del poema río, del fragmento, del poema breve diríase. El verso, el poema y la poesía toda en el límite: “conocer el sutil proceso químico-semántico que convierte la ruina en yacimiento/ y la inmundicia en luminoso tesoro”.

Quiero terminar con estas palabras, Óscar Ayala fue, ciertamente, un autor único y original en la historia de la poesía española. Habiendo desarrollado una lírica filosófica ambiciosa e inabarcable, habiendo alcanzado la cumbre de la poesía, siendo innovador y arriesgado en cada uno de sus libros, deja su núcleo intacto y, al mismo tiempo, ofrece y dispone su poética para las voces líricas del futuro, que habrán de tomar el testigo de cuantas preguntas y cuestiones se han sembrado en su obra: el mejor ejemplo de lo que afirmo es Yacimiento, donde desaparecen los signos ortográficos en inteligente complicidad con la persona lectora: “las explosiones en cadena/ desde el fondo del verso/ galopan ahora sin propósito”.

 

 

la que corte los hilos de la pérfida

gramática

de esta existencia abierta

a la linealidad

la que acalle los bramidos

del reloj

la reconquiste el territorio

que invadió la primavera

año tras año

la que se consuma en el mismo fuego que genere y propague

la que sobre mí se precipite

y me reviente

y lama luego

la sangre de las paredes

la que me sobreviva

 

(pág. 13 de Yacimiento)