“La afonía del invierno», de Mónica Fernández
La contra del libro nos dice que casi una década después de la muerte de su madre, la poeta le dedica este libro. Dividido en tres partes, las dos primeras se reflejan el tránsito del duelo a través de los paisajes naturales del espino y el mar, donde <<yacen>> las cenizas. La Naturaleza, símbolo y espejo de la interioridad del sujeto lírico, torna en la tercera parte hacia la ciudad. Y es en esta tercera parte, la más extensa, donde la voz poética alcanza el grado máximo de intimidad, con un diálogo yo-tú (hija-madre) en una reconstrucción –y consagración- del vínculo materno. En el delantal del poemario van las citas pertinentes del poeta Vicente Huidobro y de las poetas Pilar Pallarés y Blanca Varela: tres grandes poetas.
Un librito de apenas una cincuentena de páginas, con una treintena de poemas breves en prosa, que me han llamado poderosamente la atención, por la sencillez y la claridad de sus textos, poemas de los que llegan y te hacen ver en el paisaje de la vida lo que de verdad importa: “acoges en casa a una gata maltrecha”.
Su poesía, como quería el poeta alemán Rainer María Rilke, nos ofrece los temas que le ofrece su propia vida desde su óptica y así canta y cuenta lo que ve, lo que experimenta, ama y pierde. La poesía sabemos que es memoria, mirada y lenguaje y en La afonía del invierno bien se demuestra: “heló una madrugada a finales de mayo”. Enrique Villagrasa
un árbol se cubre de nieve, las ramas se hielan.
después, con el sol, se parten. dos pájaros cons-
truyen su nido sobre la escarcha.
una gata aterida se esconde entre los arbustos.
cuando sale el sol deshace la nieve, el animal yace ex´
hausto sobre la maleza. después, brotan flores
junto a su cuerpo.
estás encerrada –en casa- enferma o triste.
mientras –fuera- cae la nieve y el sol muda el
paisaje tras tu ventana.