El poeta José Luis Rey se bate el cobre con Jacob y el ángel

Cántico publica la versión definitiva de «La poética de la víspera».

Lucha de Jacob con el Ángel, de Delacroix

Texto: Enrique Villagrasa

 

El poeta, traductor, ensayista y crítico literario José Luis Rey (Puente Genil, Córdoba, 1973), autor de uno de los mejores libros de poesía que leí el año pasado: El dorado (Visor, 2023), nos vuelve a sorprender con la edición definitiva de Jacob y el ángel. La poética de la víspera (Cántico), la anterior edición data de 2010 en Devenir. No hace falta recordar que, en este reciente ensayo de 170 páginas y sus ocho capítulos, el poeta plasma su teoría poética o poética de la víspera: en ella se refiere, sin ir más lejos, al sentido de la poesía frente al vacío del ser humano y al silencio metafísico del lenguaje, poniendo los puntos justos sobre las íes necesarias y tomando como pretexto la lucha bíblica de Jacob con el ángel: así, Jacob sería el poeta y el ángel, el lenguaje, y de esta lucha surge la poesía, que está más allá del lenguaje. Urge pues un planteamiento poético del lenguaje. Ya que la palabra al ser dicha nace, aparece y vive, parafraseando a Emily Dickinson.

Esta lucha de Jacob con el ángel, que está en el complejo capítulo 32 del Génesis, en la Biblia, ha llamado la atención también de algunos pintores reconocidos y entre ellos recuerdo a Rembrandt (detalle de portada), Gauguin o Delacroix, y aunque es la misma escena está tratada de manera muy distinta: unos más amable y otros más vigorosos e intensos, hasta violenta. Cada uno con su mística singular, al igual que Rey que nos pergeña su mística señera desde la fe que tiene en la poesía y lo hace desde los detalles más cotidianos y conocedor bien de todo ello. Nos habla de Emily Dickinson, Rimbaud, Rilke, Juan Ramón Jiménez, Lorca, Montale y José Ángel Valente, entre otros. Y nos habla del lenguaje dormido que escriben algunos poetas soberbios y de alguna tendencia poética española, actualmente aún en candelero, y José Luis Rey deja bien claro que: “La poesía es todo lo contrario al lenguaje dormido, ya que ella anhela por encima de todo ser real”.

No nos cabe ninguna duda de que la poesía es siendo, como la Voz de la zarza ardiendo: “La poesía es espíritu, el lenguaje es letra”. Y necesita el lenguaje como forma en la que encarnar, pues la poesía es el don gratuito de ver más allá del lenguaje, como don gratuito es la fe; pero, y bien dice José Luis, la poesía es el enorme esfuerzo de la realidad, que exige un planteamiento poético de la misma, por ser algo más que ese lenguaje: este algo más llegará después del lenguaje, nunca antes. Y ese lenguaje no es el fin, pero tampoco su desprecio es el medio, Rey dixit. Y es esta gran poesía, pobres los del silencio y los de la experiencia con un lenguaje dormido, inerte diría yo, las otras tendencias no interesan mucho, la que desea encarnar en lo puro, en lo espiritual de la persona, en lo cotidiano de ella misma.

Rey posiblemente sea, en y con su lenguaje y en y con su escritura, el mejor poeta y el mejor crítico de la poesía que se escribe hoy por hoy, pues sabe que la realidad pide a gritos transformación, que es transustanciación por y para el poeta y la poesía. Y es lo que hace sencillamente el poeta elevar a la categoría de poesía la anécdota diaria: o sea, sálvese de los temas generales y vuélvase a los que ofrece su propia existencia, intente contar y cantar lo que ve, lo que experimenta, ama y pierde. Y es que el poeta está aquí, en esta realidad que le ha tocado en suerte, para iniciar la citada transustanciación de lo cotidiano. Bien lo sabía Rilke. Uno, que estudió teología en sus años mozos, no sé si sabe o quiere saber que la poesía es el exorcismo del lenguaje. Es algo que me preocupa. De ahí que pienso como Rey en que “no puede haber poesía del silencio, pues la poesía no puede encarnar en el silencio del lenguaje que se empeña en ser lenguaje, que es y quiere ser solo significante ruidoso, que se siente a sí mismo solo como significante”. Todo esto nos lleva a pensar como al autor, que “Para romper el silencio del lenguaje, la poesía habla”. Pues: “¿Qué sentido tiene la víspera en el amanecer sin perdón de la poesía?”.

Leer a José Luis Rey en Jacob y el ángel. La poética de la víspera es, y parafraseando a Dante en su Comedia (traducida por José María Micó), caminar al fin, de luz en luz, con este libro/ donde he leído cosas que, si las repito,/ amargarán a muchos paladares”. Y esto si saben leer. Es justo y necesario leer y más a quien es docto doctor. Dejémonos de paparruchadas y zarandajas, abracemos la poesía y su poética de la víspera: “Calla tú, calla tú, dorado, calla./ No digas el misterio de haber sido”.