De España a China: el periplo de los médicos errantes
Carles Brasó Broggi acaba de publicar «Los médicos errantes» (Editorial Crítica), un ensayo donde revive las vivencias de un grupo de sanitarios, que abandonaron sus países y se enrolaron en la sección médica de las Brigadas Internacionales. Sirvieron en España y China, y después algunos regresaron a su tierra natal donde les esperaban más aventuras, esta vez como espías, académicos, políticos o periodistas.
Texto: David VALIENTE
“Mi abuelo, que fue médico cirujano en las Brigadas Internacionales, despertó mi interés por este tema”. Moisès Broggi fue uno de los muchos españoles que formaron parte de las Brigadas Internacionales. Cuando Carles Brasó Broggi era pequeño, su abuelo le contaba la historia de esos médicos brigadistas que al finalizar el conflicto en España con la victoria franquista, cambiaron de escenario y se fueron a servir a China. “He vivido en China y allí estos médicos son conocidos; por eso pensé que sería lo propio que los españoles los conocieran”, dice Carles.
Diez años de arduo trabajo ha tenido que pasar para ver su investigación publicada. Algo a destacar es la perfecta simbiosis entre historia local, historia de las relaciones internacionales e historia universal. “Como historiador y sinólogo, me interesan las relaciones internacionales y cómo estas marcan los acontecimientos de las historias locales. He intentado estudiar la macrohistoria desde una lupa micro, así me he obligado a conocer la historia global, guiándome con fuentes muy concretas”.
Los médicos errantes se caracterizaban por su izquierdismo, pero da la sensación de que este no fue la principal causa de su actividad brigadista.
Detrás de la ideología se esconde una necesidad vital, y esto se aprecia muy bien en las cartas que ellos escribieron. La mayoría de estos médicos eran judíos a los que, primero, se les impedía ejercer su profesión y, segundo, recibían palizas de grupos de fascistas incontrolados. Sus lugares de origen, no solo Alemania sino también gran parte de Europa del Este, no eran seguros para ellos. Las únicas alternativas a su alcance eran emigrar a Canadá, Estados Unidos y América Latina o alistarse en las Brigadas Internacionales y ejercer su profesión en el frente republicano español. Sin embargo, había una parte ideológica no despreciable que les impulsaba a servir.
En las primeras décadas del siglo XX, hubo grandes avances en medicina e higiene, sin embargo no todo lo que relucía era oro.
Toda parte positiva tiene su parte negativa y en los años 20 y 30 del siglo pasado los avances en salud derivaron también en la higiene social que a su vez se fundamenta en las teorías raciales. En aquellos momentos no resultaba aberrante la clasificación social por razas ni la idea de que cada una de ellas era proclive a una enfermedad (tenemos el ejemplo en casa con la Gripe Española). Todo lo que se apartara de la familia tradicional era considerado una enfermedad. Se perpetuó un ataque a las minorías étnicas y a todo colectivo fuera del conservadurismo. El siglo XX también nos demuestra que las teorías raciales y de higiene fueron superadas, no sin dificultades y con consecuencias terribles.
Se habla mucho de la importancia que el conflicto en España tuvo para la experimentación militar, no así de su trascendencia en cuestiones médicas.
En el bando republicano, aunque esto contradiga la lógica por la falta de material, se produjeron innovaciones. Y en gran medida fue gracias a las circunstancias excepcionales que se produjeron. Las brigadas las constituían gente de más de 30 nacionalidades, que trajeron tradiciones médicas diferentes, puestas en común junto a los procederes sanitarios autóctonos. La red de hospitales españoles disponía de ciertas innovaciones en el campo de la medicina y la farmacia aprovechadas por los médicos brigadistas. Entre finales del 36 y comienzos del 37, los médicos y enfermeras brigadistas tuvieron que improvisar mucho y fruto del ingenio se produjeron avances significativos poco estudiados en la actualidad. La falta de una jerarquía estricta les dio manga ancha para intentar operar heridas que antes se consideraban incurables y que enseguida eran descartadas por el médico de turno que priorizaba el tiempo. En el frente republicano se redujo al 50% la mortalidad de las heridas de abdomen, cuando antes esta enfermedad acababa con la vida del 100% de las personas.
Imagino que esta situación generaría conflictos.
Algunos médicos, con un perfil más político que sanitario, ejercieron de espías de sus compañeros. También había problemas de comunicación entre los brigadistas de diferentes nacionalidades, que se acrecentaron por el hecho de que cada grupo trajera consigo su propio equipo. Para solucionar todos estos problemas, se intentó jerarquizar la estructura brigadista. Pero esto generó más desavenencias. Un momento crítico fue cuando el bando nacionalista alcanzó los hospitales de retaguardia en la zona del Levante, y los enfermos tuvieron que ser rápidamente evacuados a Cataluña. Más de 2.500 heridos impedidos fueron metidos en trenes y algunos fueron bombardeados por los ejércitos insurrectos. Se generó mucha tensión, sobre todo cuando las jerarquías quisieron depurar responsabilidades ante las acusaciones de los médicos, quienes consideraban que la evacuación había sido precipitada. Los altos mandos acusaron a los médicos de espías. Sin embargo, la tensión no escaló a más. El problema para los médicos llegó con la desmovilización de las brigadas. No podían volver a sus países, por eso empezó a tomar forma la posibilidad de irse a China.
¿Y ahí es cuando entran en juego Tio Oen Bik y Xie Weijing?
Ellos fueron dos de los casi 100 chinos que hubo en Europa y Estados Unidos. Fueron nexos de unión entre Asia y Occidente. Ambos se habían formado en universidades europeas y militaban en asociaciones antiimperialistas. Su actividad comunista sirvió para vincular a Mao con los brigadistas internacionales. Se le propuso a André Marty, organizador de las Brigadas, crear una que acudiera a socorrer a los chinos invadidos por Japón; pero André no lo aceptó. El intercambio de noticias entre el frente español y el frente chino fue constante; al mismo tiempo que los fascistas bombardeaban Madrid, Wuhan y Cantón recibía también las bombas japonesas. Existe un vínculo muy fuerte entre los conflictos, del cual la prensa del momento se hizo eco.
Si eran conflictos tan similares, ¿por qué la Internacional Comunista no los unificó?
Hay un documento de los archivos de la Komintern que demuestra que se hizo una campaña de ayuda conjunta en el verano del 37, momento de coexistencia de ambos conflictos. El problema (lo analiza muy bien Ángel Viñas en su trilogía de la República) es que a finales del 37 se percibía que los republicanos iban a perder la guerra, por eso se canalizó progresivamente la ayuda a China. Por la pérdida de España, la URSS realizó una violenta reflexión, que les costó la vida a un grupo de generales fusilados en Moscú. Stalin marginó a la Komintern y comenzó a estrechar lazos directos con China, hasta tal punto que los ministros de asuntos exteriores soviéticos intervienen en el país asiático.
Stalin no fue el único, Mao Tse-Tung también realizó cambios importantes tras la caída de Barcelona.
En 1939 Madrid y Wuhan habían caído. Una canción china decía que defender Wuhan era hacer lo propio con Madrid. Parte del comunismo chino, influenciados por los soviéticos, y el propio Chai Kai-sek, líder del bando nacionalista, eran partidarios del criterio militar español de defender las ciudades a ultranza. Mao discrepaba con esta estrategia. Con la caída de ambas ciudades, el líder comunista chino redacta un documento donde propone virar la estrategia hacia una guerra de guerrillas. A diferencia de España, que combatió durante 3 años, ellos llevaban una década. Esto Mao lo tenía muy presenta, de ahí su interés por el repliegue táctico. No solo leyendo a Mao, también indagando en la prensa china del momento, se aprecia cómo intentaron sacar lecciones de la derrota republicana en España. La guerra española fue rápida, todo se precipitó; ellos no podían caer en el mismo error, debían ganar tiempo porque los japoneses, al igual que ocurría con el ejército franquista, eran superiores tecnológicamente. Por lo tanto, no tenían más remedio que aguantar y desgastar al enemigo. Esto lo aprendieron de la realidad española.
Comenta que a partir del ataque a Pearl Harbor, Estados Unidos monopolizó el envío de ayuda a China, tarea antes desempeñada por asociaciones internacionales privadas, ¿la corrupción jugó un papel determinante?
Toda la costa de China (a lo que debemos añadir Hong Kong después de Pearl Harbor) la controlaban los japoneses. Por las circunstancias de la guerra la resistencia china se tuvo que refugiar en el interior del país. Resultaba imposible enviarles armas, suministros, gasolina; además esa área geográfica no contaba con fábricas, y los ferrocarriles estaban bajo control japonés. Las dos capitales, la nacionalista y la comunista, quedaron aisladas. Entonces, después de que Birmania fuera ocupada también por los japoneses, la comunicación se hizo a través de un puente aéreo que partía del norte de la India británica y llegaba a Chongqing, la capital nacionalista. El Gobierno de Chai Kai-sek, antes de la invasión japonesa, ya se caracterizaba por su corrupción y nepotismo, varios familiares de la esposa del líder nacionalista ocupaban puestos de relevancia en su gobierno. En cambio, en el bando comunista, la corrupción se había casi erradicado con las continuas purgas, en las que terminaban cayendo todos aquellos que se metieran en discusiones políticas de cualquier tipo. Informes estadounidenses, gente poco sospechosa de simpatizar con el comunismo, se hacen eco de la eficiencia del ejército comunista en contraste a la falta de higiene y malnutrición de la tropa nacionalista, donde se había establecido un constructo vertical que impedía a los soldados recibir las ayudas extranjeras, la mayoría del avituallamiento no pasaba de las capas altas. Los americanos protestaron ante esta situación. Mao hizo lo propio; pero la rivalidad entre los líderes chinos era un aliciente suficiente para impedir que al lado comunista llegara la menor ayuda posible. En 1943, los americanos lograron volar directamente a la zona comunista.
¿La situación sanitaria de Alemania tras la guerra impidió la desnazificación?
Al finalizar la guerra, la población alemana sufrió de hambrunas y desnutrición. Los aliados quisieron juzgar a todos los culpables, pero no a costa de cometer las mismas barbaridades que los nazis cometieron en países como Polonia y Ucrania, donde destruyeron la administración y provocaron serias hambrunas. Desnazificar se traducía en desmantelar todo la red hospitalaria, pues quienes habían logrado huir de la Alemania nazi no albergaban el deseo de regresar. Sin remplazos sanitarios, los aliados permitieron a los médicos colaboradores de los nazis y a la mayoría silenciosa que permanecieran en sus puestos; una buena parte de la administración nazi quedó intacta. Por otro lado, aunque de manera aberrante, Alemania progresó notablemente en el campo de la medicina, y todos esos avances fueron transferidos a los aliados; es más, la transferencia de conocimiento fue una condición para que algunos investigadores permanecieran en sus puestos.
¿Es ético el empleo de estos avances?
Creo que lo más ético sería aprovechar los conocimientos científicos derivados de prácticas poco éticas, siempre a posteriori y una vez estas prácticas ya se hayan realizado y no hayan podido evitarse, pero subordinando aquellos conocimientos a una institución sin ánimo de lucro que invirtiera los ingresos obtenidos para rememorar el recuerdo de las víctimas y dar apoyo a sus familias.
Usted define a la Primavera de Praga como un “socialismo de rostro humano”. ¿Por qué?
En realidad ese concepto pertenece a Alexander Dubček, Secretario general del Partido Comunista Checoslovaco. Dubček pretendía mantener al país dentro de la órbita soviética, pero a su vez quería hacerlo con una vía alternativa y propia de Checoslovaquia, siguiendo el debate que Stalin había censurado al imponer un único modelo para todas las repúblicas soviéticas. Dubček legalizó los partidos políticos, así otras fuerzas podían participar en el debate público; levantó la censura abriendo medios de comunicación críticos. Lo llamó “socialismo de rostro humano” en contraposición al “socialismo de rostro inhumano”, defendido por Stalin. Se intentó también desestalinizar el país, permutando las condenas de los años 50 por recompensas. La reforma duró poco a causa de la invasión soviética.
¿El comunismo perdió una gran oportunidad de renovarse?
Según la historiografía, y aquí enfatizo que soy sinólogo, es la última oportunidad de reformar el sistema, ya que las reformas posteriores fueron anticomunistas y antisocialistas. No obstante, la influencia de la Primavera de Praga sobrepasó las fronteras checoslovacas e incidió en las posturas democráticas que los partidos comunistas, tanto de España como de Italia, asumieron. Mientras a Europa influyó políticamente, en China, los postulados de la Primavera de Praga, que combinaban una economía planificada con espacios para mercados libres, inspiraron las reformas económicas de Deng Xiaoping. La Europa comunista desapareció en 1989, no así el Partido Comunista Chino que sigue regentando el poder. El reformismo checoslovaco ha tenido más repercusión en Asia que en Europa.
Es curioso que Deng Xiaoping tomara como referencia para su reforma a Europa del Este.
El líder chino invitó a todo tipo de economistas a que impartieran conferencias en el país; desde economistas de Europa del Este, marxistas y partidarios de flexibilizar la economía, a los neoliberales como Milton Friedman y su Escuela de Chicago. Deng picoteó de todas las corrientes económicas posibles e introdujo mecanismos que ayudaron en el desarrollo de un modelo mixto exitoso. No obstante, los chinos nunca olvidaron su propia experiencia; es cierto que la época de Mao fue desastrosa en muchos aspectos, pero se experimentó (y mucho). Mao contradecía los postulados de la URSS, como Checoslovaquia deseaba presentar una alternativa socialista.
La economía, el gran resorte del PCC.
El PCC es el que más afiliados ha tenido a lo largo de la historia del comunismo. China es el país más poblado del mundo, con una variedad y una riqueza inalcanzable en otros países. El PCC se ha legitimado gracias a la mejora de la calidad de vida de entre 500 y 800 millones de chino en 30 años. Quizá esas personas no tengan una vida tan confortable como la nuestra, pero, sin duda, ha sido un salto cuantitativo y cualitativo. Se dice que China es capitalista, pero ellos no están de acuerdo con esa clasificación.
¿No hay capitalismo de Estado?
Un concepto como este se asemeja más al sistema ruso. El chino es distinto. En él conviven dos economías paralelas, una enmarcada en planes quinquenales con una fuerte presencia estatal en la producción, en la banca y en las telecomunicaciones; y la otra con sectores liberalizados.