Cristina Fernández Cubas ve más allá de las cosas

El Premio Nacional de las Letras concedido ayer por el Ministerio de Cultura la reconoce como una de las mejores autoras de cuentos de las últimas décadas.

Texto: Antonio ITURBE  Foto: Iván GIMÉNEZ

 

Cristina Fernández Cubas (Arenys de Mar, 1945) mira el mundo a través del cristal verde de unos ojos que vuelven del revés las sombras.  Su mirada es la del protagonista de El día de gracia, un ex seminarista que llega a una isla desierta y se despliega ante él un mundo insólito que no debería estar ahí.  Esa isla extraña que ella dice que era como una biblioteca sin libros. Su narrativa se ha desplegado desde su primera obra, una recopilación de cuentos titulada Mi hermana Elba, en los filos de la cotidianidad, en esos socavones que hay en el suelo de eso que llamamos “verdad”. Aletean en sus cuentos los cuervos de Poe, los juegos de Borges, pero también hay algo muy suyo: esa sencillez con la que hace descarrilar la realidad.

Ella explica que cuando empezó a buscar editorial todos le decían que lo que había escrito estaba bien, pero que los cuentos en España no vendían, y se la sacudían educadamente. Hasta que llegó a manos de Beatriz de Moura ese 1980, y ella vio lo que veían los ojos de Cristina Fernández Cubas y ya nunca más la dejó irse de la editorial Tusquets. No ha sido una escritora prolífica porque confiesa que es muy rompedora de páginas; los cuentos a veces salen como si estirases del hilo de un desgarrón y otras son un callejón sin salida. Ha publicado siete libros de cuentos en estos años y tres novelas: El año de gracia, El columpio y La puerta entreabierta. La última, la más extensa, pasa poco de doscientas páginas. Las otras dos andarán por las 150. Le gusta la narrativa corta, que no se enfría, que camina con el lector muy pegado a las páginas.

Al ser investida doctora honoris causa en la universidad de Alcalá de Henares explicó que “Para mí es muy fácil que el cuento en el que puedo andar metida termine  resultando fantástico.  Supongo que todo viene de mi visión de la vida, de lo que llamamos “realidad”. Una realidad repleta de agujeros negros y una vida en la que se dan muchas cosas que no comprendo. Y en eso estoy, moviéndome en ese mundo de claroscuros, de grises, donde las cosas no son blancas ni negras ni tampoco todas las preguntas tienen respuesta. Quizás dentro de unos años, mucho de lo que ahora consideramos fantástico, enigmático o inexplicable no lo sea tanto. Ley de vida… pero, de momento, me gusta moverme en ese mundo de dudas. En la frontera entre lo conocido y lo desconocido, entre lo que sabemos y lo que ignoramos, entre lo que se nos desvela y lo que no se ve… pero está ahí.”

Es una escritora de talento natural: “Yo escribía desde pequeña. Escribir para mí era un juego privado. Uno de esos juegos en mi soledad de niña”.  Cristina Fernández Cubas nos dice: “A mí el monstruo que me da más miedo es aquel que, aparentemente, es como nosotros, el que no se diferencia en nada de los demás humanos.

El jurado del Premio Nacional de las Letras que concede el  Ministerio de Cultura ha destacado que «la magia de su narrativa la ha llevado a ser una de las mejores cuentistas españolas». Un premio muy bien dado a una escritora de pocos aspavientos y mucha mirada.