Xavier Borrell: “Fui abducido por la energía que desprendía la librería Negra y Criminal”

Publica la novela “La semilla del caos”, una historia de expolios, asesinatos y torturas durante la guerra civil con saltos a la actualidad y las mafias de la prostitución.

Texto: Susana PICOS

 

Xavier Borrell es un apasionado del género negro. Este crítico, gestor cultural y escritor de tres novelas, es uno de los plumillas fijos de los encuentros y festivales de novela negra desde hace años. El cruzarse con el librero de la desaparecida Negra y Criminal marcó su camino y le animó a adentrarse en el mundo de la escritura. “Siempre fui lector de novela negra, pero cuando me inicié en el atrevimiento de escribir mi primer libro, a principios del siglo XXI, tuve la suerte de poder contactar con gente del mundo de las letras a través de un programa de literatura que dirigí en Radio Cornellà. Allí, a base de entrevistar a todo tipo de autores y autoras, fui abducido por la energía que desprendía la librería Negra y Criminal, conducida por Paco Camarasa, alma del festival BCNegra del que era comisario y de las tertulias de los sábados en la librería, consistentes en presentaciones acompañadas de mejillones y vino negro. Enseguida, me di cuenta de que ese era mi mundo y que lo que se cocía allí me marcaría para el resto de mi vida. Creé la página web de entrevistas y crítica literaria “Propera parada cultura” y poco después, Laura González me llamó para hablar del género en el programa ‘Todos somos sospechosos’ de Radio 3, en el que juntos hemos vivido el auge de la novela negra con pasión. Por eso, cuando me fui a vivir a Cubelles, decidí, junto a un grupo de amigos, organizar el Cubelles Noir, el cual cada agosto nos da satisfacciones y mucho feedback con la gran cantidad de asistentes creciente edición tras edición.”

La última novela de Xavier Borrell se titula La semilla del caos (Ediciones Dokusou), en la que una joven rememora una historia ocurrida durante la guerra civil sin ni siquiera imaginar que esa historia tiene que ver con su familia. En un pueblo del interior de Cataluña, al inicio de la contienda fratricida, una mujer quiere evitar que los anarquistas requisen el retablo de la iglesia, lo que desencadena una tragedia que acaba con ella detenida y separada para siempre de su familia y de su casa. A partir de este hecho, Borrell narra cómo ciertos personajes de los dos bandos actúan con maldad y avaricia a medida que avanza la guerra y cómo el destino alcanza a cada uno de ellos.

Le preguntamos a Xavier Borrell por la existencia del retablo de San Rafael y si realmente desapareció durante la guerra, pero nos cuenta que  “lo más real que hay sobre el robo del retablo de Sant Rafael es la historia de La Roca del Vallés, el pueblo de mi padre y de su familia, en el que, durante la Guerra Civil, los republicanos desmontaron el retablo para llevárselo a un almacén de Granollers con la intención de salvaguardarlo de los bombardeos, sin importarles que los habitantes tuvieran que ver la parroquia, en la que habían hecho todas las celebraciones de su vida, totalmente desnuda, en un periodo de incertidumbre como aquél. Si bien, al acabar la contienda les fue devuelto, siempre hubo una parte que hasta hace unos años no fue retornada, y una, de la que nunca más se supo. Con esto, aproveché para denunciar las incautaciones de reliquias por parte de las milicias anarquistas, con la excusa de ser necesarias para la economía de guerra, que tiempo después se supo, por libros de biografías de componentes de dichos comités, que gran parte fueron vendidas en el extranjero buscando un lucro personal.”

En la novela, Xavier Borrell muestra lo peor del ser humano sin distinción de bandos (el falangista Carreras y su «socio» comunista), pero cuando le preguntamos por correo electrónico si el mal no entiende de ideales, él nos responde que: “creo, o quiero creer, que en el bando popular había gente de ideales muy de izquierdas, procedentes de la lucha obrera, cuya única intención era mejorar la vida de los más necesitados y construir un país más abierto. Sin embargo, el hecho de que se abrieran las cárceles con la llegada de la República hizo que los presos comunes también salieran a la calle y con la excusa del ideal republicano, hicieron mucho daño al bando de izquierdas. Por otro lado, del bando nacional no soy muy optimista en que hubiera, salvo pocas excepciones, gente con mando o poder de decisión, con buen corazón para ayudar a construir una sociedad más justa y solidaria.”

En La semilla del caos, Borrell da un salto del pasado a los años del final de la guerra de la antigua Yugoslavia, cuando, finalizada en 2001, los excombatientes perdedores huyeron del país y se escondieron en otros lugares, como España, en este caso; para establecer actividades ilegales, tales como la prostitución y la trata de personas. “Me he documentado leyendo libros de víctimas que describen su lucha por poder salir de un mundo de esclavitud como es el de la trata de blancas, aunque de los que más datos pude sacar, son los de los proxenetas arrepentidos que han explicado cómo para ellos las mujeres solo eran materia sexual para su lucro personal, sin ningún escrúpulo. Y de cómo las engañaban de todo tipo de maneras para tenerlas sometidas y secuestradas, con deudas inventadas e inexistentes. Fue muy duro leer esas experiencias para documentarme, viendo que ese sufrimiento está cada día más presente.”

Que el género negro está en plena forma es un hecho avalado por los numerosos festivales que se celebran en nuestro país. Xavier Borrell es comisario de uno de ellos, Cubelles Noir, un encuentro que se celebra en una pequeña población de la costa catalana, Cubelles, que este mes de agosto celebrará su séptima edición.

“Los festivales de novela negra son importantes en poblaciones pequeñas porque cada vez más, la población tiene acceso a las mismas plataformas de streaming de contenidos audiovisuales que el resto de la población, pero no del mismo modo a las diversas publicaciones literarias que la gente de las grandes ciudades, por eso es muy importante acercar autores a los lectores más alejados de las urbes, con tanta o más hambre de novela negra que los demás. Además, últimamente estamos detectando personas que vienen a vivir a poblaciones más alejadas de la gran ciudad, quienes se sienten muy contenta de poder tener relación con el género en el nivel que tenían cuando vivían allí, gracias a los clubs de lectura, festivales o simples tertulias literarias improvisadas.”