«Un día fuimos río», de Ana Fuertes Sanz
Nací en Monreal del Campo en agosto de 1967. Allí crecí, bajo el sol del verano y el frío del invierno. Lo que más recuerdo de la infancia es el olor del azafrán en otoño y el olor de la siega en verano. Estudié en el Instituto Valle del Jiloca de Calamocha Bachillerato y COU, y de ahí marché a estudiar a Zaragoza Ciencias Químicas. Cuando acabé la carrera empecé a trabajar como profesora de física y química. En los noventa trabajé en varios pueblos de Teruel (Valderrobres, Alcañiz, Monreal…) y es entonces cuando empiezo a escribir poesía, sobre todo como forma de acompañarme en la vida. En el año 98 gané el Premio Nacional de Poesía Amantes de Teruel con el poemario “Abandono la Tierra”. También participé varias veces en el Certamen de Poesía “Mujeres del Picarral”, y en el concurso de Cuentos de Navidad Comarca del Jiloca con el cuento: “La grullita y el muñeco”, que publicaría años más tarde. He participado con poemas y textos en proyectos artísticos como “Tierra: poemas y música de las esferas”, “El viaje de Noa”, y “Josefina”, y he dado voz a poemas de mujeres en la obra de teatro “Las palabras olvidadas”.
A finales de los noventa me formé como Terapeuta Gestalt, y durante varios años dejé la enseñanza y trabajé como terapeuta en el espacio Esbrina Psicoterapia. Me gradué en Psicología, formándome en distintos enfoques terapéuticos. En los últimos años me he formado en Escritura Expresiva con Marisé Barreiro, participando en talleres de escritura de forma continuada. En este momento investigo en la importancia de la escritura expresiva como método de crecimiento personal, y de la poesía como expresión creativa del ser. Actualmente trabajo como Profesora de Secundaria e imparto talleres de educación emocional para profesores. Ana Fuertes Sanz
UN DÍA FUIMOS RÍO
Un día fuimos río, y gota de rocío,
y conseguimos ser una esquina del viento,
y fuimos tierra seca, y fuimos paramera.
Un día fuimos río.
Un día nuestros cuerpos fueron gotas de lluvia
y granizo azotando en el centeno,
y semilla brotando bajo el surco entreabierto.
Un día fuimos río.
Un día nuestros ojos fueron gotas saladas,
y nuestros pies se hundieron en el barro reseco.
Un día fuimos flores, y fuimos también frutos.
Un día fuimos río.
Fuimos un día árbol quebrado por el rayo,
golondrinas que vuelven anunciando la vida,
Un día fuimos paja sujetando el adobe.
Un día fuimos río.
Fuimos un día un mendrugo de pan,
y trozo de madera quebrándose en el fuego.
Fuimos un día pasto de las ovejas.
Un día fuimos río.
Fuimos un día el aire que respira
la alondra y la cigüeña
y fuimos el silencio de la noche.
Un día fuimos junco, y fuimos rosaleda.
Un día fuimos río.
Un día nuestro cuerpo era polvo de estrellas
abrazando la vida que allí estaba esperando,
y fuimos mariposa posándose en las hojas.
Un día fuimos río.
Fuimos un día el canto de los pájaros,
y cuerpos abrazados en noches clandestinas.
Fuimos un día células danzantes.
Un día fuimos río.
Fuimos un día aquello que ahora somos:
riachuelos del río generando la vida.
Ahora todos y todas somos parte del río.
Un día, fuimos río