Paul Klee: copa y raíz

En “Sobre el arte moderno” el pintor Paul Klee hace una reflexión sobre el sentido de la creación.

 

 

Texto: Sabina FRIELDJUDSSËN Ilustración: Paul KLEE

 

Paul Klee estudió música, pero desde joven se decantó hacia la pintura y con 17 años ejecutaba dibujos a tinta de gran virtuosismo. Con el paso del tiempo fue derivando hacia una pintura menos realista e incorporó el color: “El color me posee”, escribía en sus diarios. También, en 1914, decía de sí mismo: “Soy un abstracto con recuerdos”. Algunos trataron de desacreditar sus cuadros más esquemáticos afirmando que no sabía pintar, cuando lo que hacía, después de alcanzar la máxima técnica como dibujante, era ir más allá. Klee enseñó en la Escuela de la Bauhaus y, a partir de 1931, en la Academia de Bellas Artes de Düsseldorf, antes de ser denunciado por los nazis por producir “arte degenerado”.

Klee no cedió. No quería hacer cuadros que se convirtieran en espejos de la realidad sino la realidad misma con todas sus variaciones posibles. En Sobre el arte moderno (Elba) hace una breve reflexión personal sobre el sentido de la creación. Para rebatir a los que en esos primeros años del siglo XX consideraban el arte no figurativo como una estafa, recurre a una analogía: el árbol. El impulso creativo de un árbol se inicia en las raíces, pero lo que genera es un tronco y una copa, y eso es lo que vemos de él: “A nadie se le ocurriría afirmar que la copa de un árbol crece a imagen y semejanza de su raíz. No existe un efecto espejo entre arriba y abajo”. Klee considera que el artista “no hace otra cosa que recolectar y trasladar lo que le llega de las profundidades”.

A los que reclaman la verdad del ojo, les recuerda que también es ojo el del microscopio: “¿No es cierto que incluso una acción tan insignificante como mirar a través de un microscopio nos revela imágenes que consideraríamos fantásticas o excesivamente imaginativas si las viéramos en otra parte por azar?”. Hay que escuchar a los pintores cuando hablan sobre cómo mirar el mundo. Algo ven que los demás no vemos.