Niños robados por el destino
El escritor Daniel Vázquez Sallés narra en “El príncipe y la muerte” la pérdida de su hijo Marc. Una historia triste que se relata con una luminosa ternura, sin eludir los momentos más espinosos, con un agradecimiento infinito hacia ese pequeño maestro que le enseñó el verdadero valor de la existencia
Texto: Redacción
Daniel Vázquez Sallés llegó a la deriva al archipiélago de las Cicladas con una maleta, una libreta y un roto enorme en el pecho. Alcanzó la costa de la isla de Koufonisia tratando de rehacer los restos del peor de los naufragios, la muerte de su hijo Marc. En medio de la soledad encontró la luz del recuerdo, el aprendizaje del dolor pero también de la ternura, las enseñanzas de ese príncipe que lo fue sin quererlo y que justifican una vida entera.
El libro “El príncipe y la muerte”, publicado en castellano y catalán por la editorial Folch & Folch, es una “oda a la vida”, como afirma su autor, Daniel Vázquez Sallés, a pesar de contar la historia de su hijo, que desde su nacimiento sufrió graves problemas de salud y murió a la edad de diez años.
El 30 de abril de 2021 falleció Marc Vázquez a la edad de diez años por una bacteria hospitalaria, después de pasarse la vida luchando contra la enfermedad. Sufría serias patologías, una de ellas le podía provocar quedarse sin respirar cuando dormía o estaba en reposo y esa falta de oxígeno le podía causar la muerte o dejarle otras secuelas. Tuvo que esforzarse más que otros niños para aprender a andar y enfrentarse a un sinfín de problemas de salud que le llevaron a encerrarse en sí mismo para autodefenderse, y aun así “un año y medio después de su muerte te das cuenta de lo luchador y lo valiente que fue y de cómo él supo exprimir la vida de una forma que muchas veces nosotros no somos capaces de hacerlo”, cuenta Vázquez Sallés.
Daniel Vázquez Sallés pasó el duelo en soledad, en una pequeña isla del mar Egeo, con solo 350 habitantes; donde se aisló para poder escribir este libro y rememorar la vida con su hijo. “Es un libro luminoso, una oda a la existencia, una oda a la vida”. También hay espacio para la crítica, para ese sistema de salud en el que algunos médicos te adjudican un diagnóstico sin querer analizar mucho más o a esos colegios donde los niños con ciertos problemas de movilidad y cognitivos están “aparcados en un rincón”.
Este libro es un libro valiente, donde Daniel Vázquez Salles también habla de sus adicciones y del tiempo que estuvo en rehabilitación y cómo la fortaleza de su hijo le ayudó a salir de ese pozo y no regresar a él poniendo como excusa su muerte.
También es una historia sincera donde el autor se desnuda y no esconde sus propios problemas personales con las adicciones y cómo es su hijo el clavo ardiente al que se agarra, el que lo salva: «Uno puede tener mil manos amigas que traten de salvarlo del naufragio, pero si no ofrece la suya para que se la agarren, el hundimiento está asegurado». Se reflexiona sobre la paternidad y se cuentan duros momentos en los que ciertas decisiones pueden significar salvar o no a una persona. “Cuando te encuentras en situaciones tan críticas en las que el niño sufre una parada cardiorrespiratoria y se te muere en tus brazos, se te pasan cosas absurdas por la mente y piensas que lo que tienes que hacer es taparlo con una manta y llamar, pero también piensas en reanimarle porque tu hijo se merece vivir y ver los dibujos animados como los demás niños. Decidí reanimarle con las pocas herramientas que me habían dado en el hospital y salió adelante, volvió a respirar. Esas cinco milésimas de segundo en las que has de decidir son demoledoras; esa fue la primera vez que he tenido en mis manos la vida de alguien, y ese alguien era mi hijo”.
Daniel Vázquez Sallés es autor de varias novelas y numerosos artículos, pero es en este libro donde se muestra abiertamente. Es aquí donde emerge el escritor que lleva dentro. No esquiva momentos dolorosos ni tampoco las preguntas en las entrevistas. Con uno de sus amigos, el periodista Álvaro Colomer, mantuvo una entrañable conversación en el marco de los Diálogos On Lline de la ACEC, patrocinados por CEDRO, donde se sinceró y charló sobre la muerte de su hijo, y también la de su padre, Manuel Vázquez Montalbán, sobre hospitales y colegios especiales, sobre sus adicciones y las excusas de los adictos para seguir consumiendo, sobre la literatura como medio para recordar, sobre la soledad… y, especialmente, sobre las ganas de vivir.
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