Más de 9.700 asistentes en la vigésima edición de BCNegra

El festival de género negro contó con la participación de nombres imprescindibles de la novela negra como Donna Leon, Benjamin Black y Dominique Manotti.

Texto: Gaia Tilotta

 

BCNegra cierra con éxito su vigésima edición, con una asistencia de más de 9.700 personas. El festival, que se ha celebrado en Barcelona desde el lunes 10 hasta el domingo 16 de febrero, ha contado con una programación diversa y multidisciplinar protagonizada tanto por autores de fama internacional como Donna Leon, Dominique Manotti, Benjamin Black, Manuel Rivas o Arnaldur Indridason, como por nombres que representan las nuevas propuestas del género, entre otros, Virginia Feito, Luis Riera, Ivy Pochoda, Chris Whitaker, Colin Barrett, Jo Alexander, Luis Llort, Kiko Amat, Albert Pijoan o Matiantuá Correa.

 

Esta edición ha destacado especialmente el vínculo que el festival tiene con la ciudad catalana: los actos programados tuvieron lugar en sitios emblemáticos como La Paloma, el Mercado de la Boquería, Mooby Bosque, Paral·lel 62, la Filmoteca de Catalunya y diversas bibliotecas de la ciudad. El hilo conductor ha sido la mirada hacia tres ciudades portuarias: Barcelona, Marsella y Nápoles y su personalidad mediterránea.

 

La evolución del género y su capacidad de investigar las dinámicas más turbias de las sociedades son aspectos que ha subrayado el comisario del festival Carlos Zanón: “Después de 20 años, el festival ha superado las etapas de ser un género nicho y posteriormente una moda, para tratar de ser la mejor manera de explicar la época en la que vivimos, uniendo la novela costumbrista y la social. No hay mejor manera de conocer diferentes lugares, distintas sociedades y cómo funcionan los mecanismos de poder, que sumergirte en una novela negra.”

 

Como cada año, durante el Festival, se ha entregado el premio internacional Pepe Carvalho, instituido en recuerdo del escritor Manuel Vázquez Montalbán y de su icónico inspector. El premio, dedicado a escritoras y escritores con una reconocida trayectoria en el campo de la novela negra, ha visto entre los galardonados a Jo Nesbø (2024), James Ellroy (2018), Donna Leon (2016), y Andrea Camilleri (2014). Este año ha sido para el escritor argelino Mohammed Moulessehoul, conocido internacionalmente como Yasmina Khadra.

 

Carlos Zanón, en calidad de presidente del jurado, comenta la decisión de la entrega del premio como “un acto de justicia” y añade: “El premio ha sido asignado unánimemente. Hacía ya varias ediciones que Khadra estaba entre los finalistas, y este año elegimos entregarle el premio porque él no ha renunciado nunca a plantear dudas éticas y morales con sus novelas sin dejar de entretener, lo que consideramos como un rasgo central de la novela negra. Es un premio para honrar y decir que nos hacen falta autores y autoras que escriban las verdades, aún las que no queremos oír.”

 

Por su parte, Yasmina Khadra ha agradecido a los jurados y al Festival la entrega del premio por concedérselo en un momento muy solitario: “Desde hace unos años mi nombre aparece entre los finalistas de numerosos premios internacionales, pero últimamente acabo no consiguiéndolos. Este premio me toca en lo más profundo, especialmente porque llega de una ciudad que me ha permitido salir al encuentro de muchos escritores y desde un país donde estoy verdaderamente a gusto sobre todo por la humildad de la vida”.

 

Cuando le preguntan sobre el género y qué influencia tiene la novela negra sobre él como escritor y como lector, sonríe: “No soy segregacionista. No hago distinciones entre novela blanca o negra. Lo que sí es cierto, es que los escritores de novelas blancas son más narcisistas y los de negra más humildes y sórdidos, y así soy yo dependiendo de qué estoy escribiendo. La novela negra permite tener una mirada muy franca sobre la sociedad y los individuos porque los asesinados y las investigaciones siempre hablan de la sociedad. Por otro lado, en la novela blanca cabe la belleza.”

 

Al comentar su trayectoria como escritor reconoce que ha tenido momentos turbulentos. En primer lugar, cuando desveló la cara que se escondía detrás del pseudónimo femenino con el que publicó sus primeras novelas; otro, cuando sintió que los jurados franceses le negaban el reconocimiento que se merecía: “Cuando salí a la luz y revelé mi identidad, perdí el 95% de mis lectores” y añade “en 2018 empezaron a boicotearme todos los jurados de Francia: Las golondrinas fue nominada en Estados Unidos pero no recibió ni una mención en Francia y podría contar cómo otras muchas de mis novelas han corrido la misma suerte. Yo detesto la injusticia y la combato con todas mis fuerzas.” Por esa razón su declaración de divorcio de la literatura de hace unos años: “Prefería abdicar de la escritura para mantener un respeto mínimo por la literatura.” En ambos casos, comenta mirando con ternura a su esposa, fue su mujer quien lo empujó a salir del hoyo negro.

 

Khadra expresa también su gratitud a sus lectores que le confirman que los jurados no acaban de reflejar los gustos de la gente: “Yo amo mi país, defiendo mi religión, y esto no lo soportan. Y lo más grave es que, no obstante la exclusión que he sufrido, soy uno de los escritores vivos que más se ha traducido y sigue siendo traducido en el mundo. Ser de Argelia y haber sido militar se considera como una auténtica blasfemia para las élites literarias. Sin embargo, entre las ciudadanas y los ciudadanos tengo seis millones de lectores.” Para concluir, comenta la relación entre Algeria y Francia: “Entre los dos países hay una historia de dolor y sangre. Espero que cambie para mejor tanto para nosotros como para los otros. Ya estamos cansados de los conflictos y queremos vivir un momento de quietud y de paz».