Las evidencias científicas son inapelables: los animales sueñan
El profesor de la Universidad de San Francisco, David Peña-Guzmán, nos abre las puertas al mundo de la consciencia animal en “Cuando los animales sueñan” (editorial Errata Naturae).
Texto: Antonio ITURBE
En el año 2000 los biólogos Amish Dave y Daniel Margoliash andaban enfrascados en su investigación sobre el canto de los pinzones cebra australianos. Querían saber cómo conseguían aprender a cantar y monitorizaron su cerebro para trazar el patrón neuronal que se formaba al activarse en su cabeza la melodía del trino. Lo que no esperaban es que al monitorizar su cerebro en la noche, durante su fase de sueño, aparecería ese mismo patrón de actividad con una precisión asombrosa. “La coincidencia era tan perfecta que los autores constataron que podían dibujar esos patrones uno sobre otro no sílaba a sílaba sino ¡nota a nota!”. El profesor Peña-Guzmán lo tiene clarísimo: los pinzones estaban soñando con su trino.
A este profesor de Humanidades de la Universidad de San Francisco, experto en consciencia animal, lo que le llama la atención es que los dos biólogos, incluso teniendo esos patrones calcados, optaran por evitar afirmar que los pájaros sueñan y lo atribuyeron a un proceso de aprendizaje a la manera de una computadora sin que los pinzones cebra tuvieran consciencia del mismo. Afirma que “Dave y Margoliash no lo han visto así porque están obcecados con una interpretación computacional”. A lo largo del libro señala las reticencias de muchos científicos a usar la palabra sueño para describir la evidente actividad cerebral durante el estado durmiente. Eso significaría replantearse muchas cosas en nuestra relación con el resto de animales y nos conviene seguir pensando que son un rango inferior, carne para hacer hamburguesas o mascotas para llevar atadas o esterilizarlas a nuestra conveniencia para que no incordien.
Resulta llamativo que ha habido muchos estudios sobre el sueño de los animales,pero explica que siempre se eludía hablar directamente de ‘sueños’ y se hablaba de ‘comportamiento onírico’ o ‘reproducción mental’. “Aunque los seres humanos llevan miles de años fascinados por los posibles mundos oníricos de otros animales, la primera publicación científica moderna dedicada al sueño de los animales data de 2020. En un artículo publicado en el Journal of Comparative Neurology (Do All Mammals Dream?) los biólogos Paul Manger y Jerome Siegel expresan sus dudas acerca de que los humanos seamos los únicos animales que experimentan secuencias oníricas al dormir. “Es la única publicación que, en una revista científica, utiliza los términos ‘sueño’ y ‘soñar’ explícitamente aplicados a animales distintos del homo sapiens”.
El autor ve en este exceso de prudencia científica un claro antropocentrismo: “Esa renuncia a hablar del sueño de los animales alimenta un prejuicio cultural mayor que justifica el trato espantoso de les damos. En un artículo semanal sobre la consciencia animal, el padre de la etología cognitiva, Donald Griffin, llamó a este prejuicio ‘mentofobia’: el miedo a ver a los animales como criaturas con mente propia”.
Son numerosas las investigaciones que recorre el libro, explicadas de manera amena. Algunas tan fascinantes como las experiencias con chimpancés buscando si podían llegar a tener alucinaciones visuales que acabaron deparando sorpresas. O esa pulpo hembra con la que vive el biólogo David Scheel: se quedó pasmado al observar que durante la fase de sueño, de repente su piel se iluminaba en un tono amarillo con manchas naranjas dentro de la placidez de su tanque, el mismo que cuando en el fondo del mar detectaba un apetecible cangrejo. ¡Su pulpa estaba soñando con cangrejos deliciosos!
David Peña-Guzmán nos dice que actualmente neurocientíficos y filósofos coinciden en que toda experiencia consciente es, en esencia, creativa. Zambúllanse en este libro y cambiarán muchas de sus ideas sobre la creatividad de esos seres raros a los que llamamos animales, como si fueran distintos de nosotros mismos. Ellos también sueñan.