Hervé Le Corre: “La guerra de Argelia sigue siendo una herida abierta en Francia”

Ambientada durante la ocupación francesa de los nazis y la posterior guerra que Francia vivió con Argelia, el autor Hervé Le Corre analiza en su última novela en español, «Después de la guerra» (Reservoir Books), los temas que tanta fascinación le han causado a lo largo de su vida, temas relacionados con el fenómeno de la violencia, la frustración humana y la exploración de las pulsiones más atroces.

 

 

Texto: David VALIENTE

 

Después de la guerra, publicada en 2014 en su lengua original y ganadora de varios premios entre los que se encuentran el Prix Michel-Lebrun o Prix le Point du Polar Européen, narra las peripecias de un comisario corrupto y colaboracionista llamado Darlac y las de un joven mecánico, Daniel, que decide marcharse a combatir a Argelia. Este relato aúna los dos periodos de la historia de Francia que más pasión intelectual han despertado a lo largo de su vida al escritor Hervé Le Corre por cómo se desarrollaron los acontecimientos: por un lado, los intentos de los nazis de deshumanizar a los individuos y, por el otro, los problemas que supone la guerra de Argelia para la actual sociedad francesa.

Respecto a este último tema, el autor galo dejó claro en la rueda de prensa organizada por la editorial Reservoir Book,  que la guerra de Argelia “sigue siendo una herida abierta” en Francia. Cuando impartía sus clases los alumnos argelinos “afinaban el odio en cuanto narraba la historia de la guerra y les explicaba cómo es su país de origen”, pero desconoce cuáles serán las reacciones de los jóvenes franceses de ascendencia magrebí. “El postcolonialismo ha dejado de ser un tabú para ser expuesto y debatido. De todos modos esto está generando problemas. La sociedad francesa es muy racista, primero fueron los italianos y los españoles, y ahora son los africanos, especialmente los provenientes de la zona del Magreb, y la causa precisamente es que no somos capaces de curar las heridas abiertas”, se lamenta Le Corre

A esta situación de racismo endémico, se añade la fuerte corrupción policial, presente a lo largo de la historia del país vecino y de la cual Le Corre se queja a través de su texto: “el personaje del policía corrupto sobrevive en la sociedad actual al igual que la venganza inútil ejemplificada en cada hito de la historia de mi país”. Es más, Albert Darlac, comisario del Departamento de la Policía Judicial de Burdeos en la novela, “es una mezcla de diferentes policías, algunos que sabían moverse muy bien en los bajos fondos y otros de peor calaña colaboracionistas”.

En un primer momento, la escritura se le presentó como una manera de resolver una serie de cuestiones suscitadas, pero, mientras su relato avanzaba, se dio cuenta de que “la ficción plantea más preguntas que respuestas”. Lo interesante de la construcción ficcional subyace en la capacidad que da de presentar la guerra en perspectiva, es decir, “nos demuestra que los seres humanos vivimos la historia y por lo tanto tenemos reacciones diversas que van desde el valor al miedo, nos comportamos como podemos”. Destacó la importancia que la novela tiene para el lector en este contexto, porque le alienta “a plantearse nuevas preguntas y a hallar las respuestas”.

La novela ha contado con un proceso de documentación muy cuidado en el que no ha dudado en emplear “los testimonios de los soldados que combatieron en Argelia, además de películas y documentales”. Ha intentado conocer los detalles más insignificantes del modo de vida de los soldados, comprobando que fueron “muy pocos los soldados franceses desertores en la guerra contra el país magrebí”. El resultado de tanta indagación ha sido una novela escrita desde el punto de vista francés: “En cambio, salvo por los historiadores argelinos, no creo que ningún escritor de la zona haya escrito ninguna novela sobre la guerra argelina, lo que es una pena porque el historiador ve desde la distancia y la subjetividad, mientras el novelista se introduce en lo candente del relato”.

Si hablamos de la guerra de Argelia y Francia es imposible no mencionar a un escritor y filósofo que marcó una época: Albert Camus. “Todavía se le reprocha las dudas que mantuvo respecto a Argelia, su país de origen, y la ruptura que al final resultó”. Sin embargo, para Le Corre, quien nunca ha pisado Argelia, las lecturas de los libros de Camus le han permitido recrear su propia Argelia soleada, mediterránea y mineral. “Camus tenía una manera de atrapar la luz argelina que era extraordinaria”, asegura.

El autor ha concluido la rueda de prensa deseando que su novela despierte el interés del público español por esa parte de la historia de Francia en particular y de la literatura francesa en general, “al igual que los franceses sentimos mucho aprecio por los literatos españoles que se traducen a nuestro idioma”.

También nos ha adelantado el tema de su próxima novela de la cual apenas ha escrito 50 páginas: “Es una distopía con tintes postapocalípticos ambientada en la Francia del 2121”. Sale de su zona de confort para ofrecernos “unos personajes errantes en un  mundo afectado por la pandemia y otras catástrofes, una sociedad muy mermada demográficamente y con comunidades que sobreviven gracias a proyectos políticos radicalmente distintos”.