Ana Carbajosa: «La crisis pandémica y bélica han afectado a todo los países de Europa, pero a ninguno le va tan mal como a Reino Unido»

«Una isla a la deriva. Un viaje por las grietas del reino desunido» (Editorial Península), de la periodista Ana Carbajosa, un libro que va a la raíz de los problemas del Reino Unido.

 

Texto:  David VALIENTE

 

La primera intención de la periodista y escritora Ana Carbajosa fue escribir una biografía del dirigente británico más escandaloso de las últimas décadas: “Leí una semblanza de Boris Johnson y hablé con gente que lo conocía, pero, al estudiar al personaje, comprendí que muchos fundamentos de su vida y trayectoria política, como su educación en colegios privados, la red de contactos que tejió desde la infancia…, explicaban la situación actual de Reino Unido”, comenta la periodista de El País a través de una llamada telefónica. Pero no solo la vida de Johnson es un buen campo para empezar a estudiar los males del país, también la de otros políticos conservadores que han participado en el juego de la alta política nacional e internacional.

De ahí nace Una isla a la deriva. Un viaje por las grietas del reino desunido (Editorial Península), un libro que hace un estudio completo de cuáles son las causas de que el Reino Unido, miembro del G7, tenga unos volúmenes de desigualdad muy pronunciados, unas infraestructuras públicas en ruinas o unos movimientos nacionales e independentistas beligerantes.

Ana creía que conocía bastante bien al país que lleva visitando las dos últimas décadas, pero el año de la Pandemia se mudó a Reino Unido y descubrió que no era así: “Reino Unido estaba en shock (como casi todo el planeta) y el primer ministro Boris Johnson salía en la televisión diciendo que todo estaba bajo control y que las vacunas británicas funcionaban bien. Explotaba un nacionalismo sin complejos, sin importarle si mentía a los británicos porque la realidad era muy diferente”, recuerda la también autora de Angela Merkel. Crónica de una era y de Las tribus de Israel. La batalla interna por el Estado Judío.

Le sorprendió mucho que un país con una tradición política admirable, con una vida parlamentaria tan rica y con unas instituciones académicas tan reseñables hubiera votado a un político como Boris Johnson, quien había conseguido los mejores resultados de los conservadores desde época de Margaret Thatcher, prometiendo a las zonas deprimidas del país el fin de las desigualdades. “Si quería conocer la crisis de Reino Unido, debía salir de Londres y escuchar a las personas que votaron a Boris Johnson y a esa élite de los nacidos para gobernar”.

 

El subtítulo de su libro dice: Un viaje por las grietas del reino desunido, ¿tendremos, en algún momento, que dejar de llamar a la isla Reino Unido?

Con el subtítulo del libro pretendo explicar que existen una serie de grietas, fisuras y tensiones en el país. Muchas de ellas son previas al Brexit, aunque también es verdad que la desconexión de la Unión Europea ha exacerbado todos estos problemas o ha hecho las veces de cuarto de revelado, sacándolas a la luz.  Por supuesto, desarrollo esas grandes fracturas del país que pasan por la ruptura entre las clases sociales, las diferencias entre el norte y el sur y entre Londres y el resto del país a causa de las diferencias socioeconómicas, las pulsiones nacionalistas en Escocia y la actual situación de Irlanda del Norte.

 

Da la sensación de que Reino Unido se encuentra secuestrada por una élite educada en colegios privados, con una visión política alejada de la realidad.

En estos últimos 14 años de gobiernos conservadores, se han sucedido líderes políticos con un perfil muy marcado; dirigentes como Boris Johnson o David Cameron que han tenido una trayectoria vital muy determinada y parecida, que han empleado sus redes de contacto para afianzarse en el poder y que cuentan con una seguridad muy fuerte en ellos mismo. Eso que aquí, en Reino Unido, llaman entitlement, es decir, el tipo de personas que se sienten con el derecho de hacer todo sin preocuparse de las repercusiones. Quedó patente durante la pandemia con el partygate: mientras la gente permanecía confinada en sus casas, Boris Johnson organizaba fiestas regadas con alcohol que transportaban en una maleta de ruedas de un supermercado Trafalgar Square, en el número 10 de Downing Street. Una serie de reglas que la mayoría de la población debía cumplir, ellos no solo se las saltaban, sino que daba la sensación de que, al ser descubiertos, caerían de pie y no recibirían ningún tipo de castigo. Por ejemplo, David Cameron convocó el referéndum para el desastroso Brexit, está acusado de corrupción, pero sigue en el poder, ocupando un puesto relevante como es el Ministerio de Asuntos Exteriores. Para ese grupo de personas siempre hay una segunda o tercera oportunidad.

 

¿Qué función política cumplen en Reino Unido los clubs privados tipo Garrick?

En teoría, son lugares de esparcimiento donde la gente acude a relajarse y no a trabajar. Pero también es verdad que se hacen contactos muy útiles para la vida laboral. De hecho, cuando se produce algún escándalo de índole político, en la prensa trasciende que en algunas ocasiones los planes surgieron en alguna cena celebrada en uno de estos clubs.

 

¿Los norirlandeses y los escoceses se sienten más europeos que británicos?

Ambas regiones votaron mayoritariamente en contra del Brexit, algo que crea cierta distancia respecto al resto del país que votó a favor. En el caso del independentismo escocés, ahora se encuentra en un impasse de tiempo porque la líder carismática, Nicole Sturgeon, abandonó el Partido Nacionalista Escocés y su sucesor, Humza Yousaf, no ha sabido recuperar el tirón popular de su predecesora. Aunque el sentimiento nacionalista sigue estando muy vivo, sobre todo entre los jóvenes, o así lo reflejan las encuestas que muestran a la mitad de la población a favor de la independencia. En Irlanda del Norte, pervive un cierto sentimiento de inevitabilidad: tarde o temprano la isla será de nuevo reunificada, ya que el censo de población refleja que la población católica supera a la protestante.

 

¿Se puede comparar el modo de actuar y de desarrollarse de los movimientos independentistas en Reino Unido con los movimientos en España?

Hay una diferencia muy importante y es que en 2014 hubo un referéndum en Escocia que ganó el ‘no’ a la independencia, y ahora el Tribunal Supremo, por el momento, ha acotado la posibilidad de un segundo. Los escoceses tienen muy claro que no van a organizar un referéndum ilegal o una consulta que no haya sido primero avalada por Londres.

 

Me resulta extraño que en el libro no hable del nacionalismo gales, en los últimos años está mostrando un músculo incipiente.

En el prólogo dejo claro que no pretendo hacer un análisis exhaustivo de todo lo que está sucediendo en Reino Unido. Pero sí, en Gales, el sentimiento nacionalista también es fuerte, aunque por el momento no crea fracturas como las que produce en Escocia e Irlanda del Norte. En Gales se votó a favor del Brexit, por lo tanto, la distancia respecto a Londres no es tan abismal como en los otros dos casos.

 

¿La pandemia y las dos guerras han dado el tiempo suficiente para reflexionar sobre lo acontecido en el Brexit? ¿Sacaron conclusiones?

Sí lo hubo, pero lo que no hubo fue un gran interés en hacerlo, durante estos años se ha producido un pacto de silencio no explícito porque incluso los laboristas, que tienen en sus filas a gente probrexit, tienen las de perder. El proceso fue muy doloroso y divisivo y se trata por todo los medios de no abrir el melón. De hecho, la pandemia y las guerras han contribuido a facilitar esta huida hacia delante, camuflando los efectos del Brexit. Por supuesto que la crisis pandémica y bélica han afectado a todo los países de Europa, pero a ninguno le va tan mal como a Reino Unido. En los últimos meses, empezamos a hablar más abiertamente del asunto, sobre todo porque las cifras económicas son muy reveladoras y empujan a que el debate salga a la luz.

 

Desde el Brexit, da la sensación de que los niveles de xenofobia han crecido en el país: ¿es una sensación real?, ¿son comparables los niveles de xenofobia a los de España?

Sin duda, Reino Unido es infinitamente más multicultural que España. El primer ministro, Rishi Sunak, es de ascendencia india; el actual alcalde de Londres, Sadiq Khan, proviene de una familia pakistaní y el progenitor del ya citado Ministro Principal de Escocia, Humza Yousaf, es de Pakistán y su madre de Kenia; si prendes la televisión, verás en los anuncios y en los programas televisivos a gente que pertenece a eso que llaman minorías étnicas. La diversidad es total tanto en la vida diaria como en la política, cosa que en España no sucede. Sin embargo, la campaña a favor del Brexit se reforzó con mensajes xenófobos y aún el partido conservador los sigue explotando para sacar más rédito político. Pero mi intuición me dice que estos discursos no encajan con el sentir de la población en su día a día. La sociedad británica vive la multiculturalidad con mucha naturalidad.

 

¿Qué tan afectada quedó la sociedad tras la muerte de la reina Isabel II?

El país sufrió una conmoción que le duró varios meses. Los británicos, durante décadas, habían crecido y vivido con la figura carismática de la reina. Carlos III no es tan querido como su madre, incluso en los índices de popularidad se encuentra detrás de su hijo, pero aun así lo aceptan y poco a poco su popularidad, desde que comenzó en el ejercicio de gobierno, ha aumentado. La corona sigue representando esa venda que trata por todos los medios de evitar la fractura definitiva del país.

 

¿Qué pronóstico hace de las elecciones de este año?

Según las encuestas, el Partido Laborista obtendrá una clara victoria en un país al que le ha pasado factura 14 años de gobierno conservador y gestión poco exitosa. Todavía tenemos que esperar porque ciertos rumores aseguran que las elecciones se podrían adelantar a mayo. Veremos que ocurre.

 

¿Por lo que parece de nada han servido el empeño de Rishi Sunak de equilibrar el país con sus medidas contra la inmigración, la bajada de la inflación y la lucha contra la crisis sanitaria?

Sus esfuerzos han sido insuficientes. Respecto a la cuestión migratoria, la retórica xenófoba que se empleó pretendía afianzar al electorado más radical, porque tras el Brexit el número de inmigrantes que llegan al país sigue en aumento. La inflación estaba desbocada y se ha reducido un poco, pero no lo suficiente como para que la gente lo note en su cesta de la compra. En relación con el NHS (National Health Service, en español Servicio Nacional de Salud), la joya de la Corona británica y orgullo de la nación, está hecho polvo, ahora hay un poco menos de espera en las listas de citación, pero los médicos encadenan huelga tras huelga y falta gente cualificada que trabaje en el sistema sanitario, muchos eran europeos y se marcharon tras el Brexit. Los ciudadanos lo notan en su día a día.

 

Es curioso que perteneciendo Sunak a ese grupo de minorías étnicas tolere los discursos xenófobos…

En realidad hace malabares para no perder las elecciones y evitar que el ala más conservadora cumpla sus amenazas de deshacer el partido; trata de mantener a los tories a flote, al menos hasta que se produzcan las votaciones. Lo tiene complicado porque a los conservadores el Brexit les pasó factura, en la actualidad deben convivir miembros muy partidarios de la desconexión con Europa con otros que no lo son tanto.

 

Uno de los puntos fuertes de su libro es que va a la raíz de los problemas de Reino Unido: las políticas neoliberales y conservadoras de la Dama de Hierro, ¿El Partido Laborista va a poder revertir la situación?

Cambios se producirán, pero no muy grandes. Si los progresistas ganan las elecciones, tomarán las riendas de un país que les va a permitir muy poco margen fiscal, las condiciones actuales apenas dan oportunidades para apostar por grandes transformaciones. La herencia de Margaret Thatcher se traduce también en una gran polarización. Y recordemos que los años que Tony Blair estuvo en el poder no revirtieron sustancialmente las políticas del partido conservador.