Espiar con garbo

No hay vida más doble que la del espía profesional. La escritora catalana afincada en Estados Unidos, Roser Caminals, utilizó la linterna de la ficción documentada para iluminar los aspectos más oscuros del espía de Barcelona que cambió el curso de la II Guerra Mundial.

Texto: Sabina FRIELDJUDSSËN

 

En este recorrido por el doble y la doble personalidad, rastreando el tema que va a ser el leitmotiv del próximo Festival BCNegra de Barcelona, llegamos a Garbo. Fue un espía que no tuvo una doble personalidad, sino 27 personalidades distintas. Hoy los llamarían avatares o boots: eran supuestos espías intermedios y contactos infiltrados que él se inventaba para inflar sus informes, a menudo salidos de su propia intuición e imaginación.

Tuvo una intervención que quizás fue crucial para el desenlace de la segunda guerra mundial, pero, entre los muchos enigmas, hay uno que nos llama especialmente la atención: no era un espía alemán, ni ruso, ni británico ni americano… ¡se llamaba Juan Pujol y era de la calle Muntaner de Barcelona!

En Garbo parla (publicado en catalán por Edicions 62) Roser Caminals explica cómo inicialmente Juan Pujol se alistó en el bando franquista durante la Guerra Civil, pero que luego desertó y se pasó a los republicanos. Cruzar líneas y cambiar de bando sería el denominador común el resto de su vida.

Al estallar la II Guerra Mundial, se ofreció como espía a los alemanes. Y cuando con su inmensa capacidad de liante logró que lo aceptasen, se fue a ofrecer sus servicios como agente doble a los británicos. Para los alemanes era Arabel y para los ingleses, Garbo. Nos explica en la novela por qué lo bautizaron así en los servicios secretos británicos:

 

Tomás Harris sonríe, sacudiendo la cabeza y lanzando una espiral de humo por la boca.

—Es un soñador como una casa, Desmond. Será un agente magnífico.

—Y el mejor actor que he visto en mi vida —remacha Cyril Mijos—.

¿Por qué no le ponemos Garbo?

 

La capacidad de Garbo para adoptar diferentes papeles era asombrosa. A los alemanes les estuvo pasando informes de poca monta o directamente erróneos para despistar a las tropas del III Reich y no se dieron ni cuenta. Les pasaba uno bueno y cinco malos. Su jefe en el espionaje alemán lo adoraba. De hecho, en el libro de Roser Caminals uno llega a sentir incluso ternura por ese alemán muy digno, que trata bien a Garbo y es engañado por él de la manera más descarada. Tanto es así, que incluso al final de la guerra los alemanes lo condecoraron sin saber que les había estado dando gato por liebre.

Su acción más importante, una obra de orfebrería de espía, fue engañar al alto mando del Reich para que pensara que el desembarco de liberación de la Europa ocupada se iba a producir muy lejos de Normandía, donde finalmente ocurrió. Muchos expertos coinciden en que salvó miles de vidas y contribuyó decisivamente a la victoria de los aliados en la Segunda Guerra Mundial.

Al final de la guerra, él mismo se quitó de en medio con la connivencia del servicio secreto británico. Abandonó a su familia, cambió de nombre, armó la noticia de la muerte de Juan Pujol García y se fue a vivir a Sudamérica.

Roser Caminals utiliza la segunda persona y la narradora se dirige a Garbo como en una carta abierta: “Cuando por fin descubrimos que te llamabas Joan Pujol García y te decidiste a hablar, nos explicabas lo que querías y te callabas el resto”. Ella lo define como “un niño callado y educado, y a la vez un travieso de una simpatía desbordante”.

La narradora nos dice y le dice a Garbo “No eres un hombre tan sencillo como nos quieres hacer creer. Al contrario, tus motivos son una telaraña”. “Me inquieta tu facilidad para ser republicano entre republicanos, franquista entre franquistas, nazi entre nazis. ¿No tienes miedo de perderte, Joan?”

En el libro de Caminals las mujeres ocupan una parte importante. Ellas lo ayudan mucho, desde aquella primera novia burguesita tan modosita que le saca las castañas del fuego hasta Araceli, una mujer valiente, la madre de sus hijos. “Por cada hombre que te ha perseguido y te ha encarcelado, una mujer te ha salvado”. La autora, pese a que transmite fascinación por Garbo, no deja de señalar sus peores caras, como el dejar de lado a las mujeres que tanto lo quisieron e incluso dejar de ver a sus hijos durante más de 30 años.  Es su segunda esposa la que le dice: “Ay pape, ¿salvaste a media humanidad y no fuiste capaz de ir a ver a tus hijitos?”

En 1984 -él tenía 72 años- los rescoldos de la guerra parecían haberse enfriado lo suficiente y fue entonces cuando recibió la invitación del Palacio de Buckingham para recibir un homenaje público como el agente secreto crucial que fue en la guerra contra Hitler y por fin, 36 años después, aceptó salir de su vida oculta en Venezuela.

Garbo no fue un santo, queda claro en la obra de Roser Caminals. Pero más que juzgarlo, ella trata de entender todos los hechos de su vida: sus éxitos, su papel heroico en la guerra, y también esa compulsión a la mentira y a dejar todo atrás. La reflexión del espía bombardea nuestra ética acomodada:

“Con la verdad no hay bastante. A veces se tiene que reforzarla con la mentira”.

“Si hubieras pasado lo que yo he pasado, sabrías que para ser fiel a unos se tiene que traicionar a otros”.

De dobles vidas se hablará mucho en el Festival BCNegra que arranca el próximo lunes en Barcelona. El Domingo 12 de febrero  a les 13.00 h en los Multicines Aribau de Barcelona se reunirán Pilar Adón, Jerónimo Andreu y Marina Sanmartín para hablar de “vides paralelas”. Entre otros casos, veremos el de Joseph Sánchez, expolicia de Gibraltar de la obra de Jerónimo Andreu El sueño del cíclope, ganadora de la tercera edición del premio Paco Camarasa de novela negra.  El protagonista vive una vida nueva, cargado de tatuajes, como enlace del Servicio Secreto Británico y recibe la misión de infiltrarse en la mafia de narcotraficantes moldavos de la zona. Un pequeño Garbo en la BCNegra.