El fuego de los dioses, de David Rubín

Las dos obras más personales del autor de cómic David Rubín: «Cosmic Detective» y «El Fuego» (O Lume)

Texto:  Manu GONZÁLEZ  Ilustración: David RUBÍN

 

Hay pocas personalidades tan arrolladoras en el cómic español como la del gallego David Rubín (Orense, 1977), un autor que comenzó a ser conocido con obras notables como El circo del desaliento (Astiberri, 2005) o La tetería del oso malayo (Astiberri, 2006), y que dio un auténtico salto de gigante con los dos álbumes de El héroe (Astiberri, 2011-2012), uno de las mejores cómics de principios de siglo, donde Rubín demostraba un arte expansivo con influencias de los superhéroes americanos, el indie español, el manga o el arte europeo en una historia sobre los doce trabajos de Hércules narrada en forma de space opera de ciencia ficción salvaje. Tan cerca de Jack Kirby como de Moebius y Katsuhiro Otomo, Rubín continúo esa senda expansiva mitológica con la excelente Beowulf (Astiberri, 2013), esta vez con guion de Santiago García, donde demostraba que un texto vetusto podía tener tanta energía como el cómic de acción más trepidante sin perder las ganas de experimentar con la viñeta y la página.

La edición norteamericana de Beowulf le abrió las puertas de Estados Unidos, donde ha estado trabajando incansablemente los últimos años con obras para Dark Horse e Image como La ficción (2015), Ether (2016), Black Hammer (2017), Rumble (2017) y Mitos nórdicos (2022), todas con guionistas anglosajones. A mediados de 2021, anunció que se centraría en dos obras personales que saldrían a la venta a finales de 2022. La primera era la novela gráfica autofinanciada Cosmic Detective, con guion de Jeff Lemire y Matt Kindt, proyecto que alcanzó su objetivo en una semana y que retoma algunos de los temas que Rubín desarrolló en El héroe.

Publicada en español por Astiberri, Cosmic Detective es un homenaje nada velado en forma de ciencia ficción noir al universo cósmico de autores de Marvel y DC como Jack Kirby y Steve Ditko. En un futuro distópico no muy lejano han asesinado a un dios, aunque nunca oímos pronunciar esa palabra. Un detective especializado en casos paranormales y cósmicos tendrá que resolverlo aunque le cueste la vida y la cordura. El guion no es demasiado complicado, pero el arte de Rubín es completamente excelso, con una imaginación que desborda la página solo como Kirby o Neal Adams sabían hacer. Cosmic Detective es un cómic inacabable para los sentidos, bombardeos por mil y una referencias, donde el color adquiere una importancia narrativa superlativa. Un festín para los fans de la ciencia ficción superheroica y el Cuarto Mundo de Kirby.

El segundo cómic que Rubín prometió para 2022 era su primera obra personal desde El héroe; la produciría para el mercado español y para su casa, la editorial Astiberri, que la publica en castellano y gallego. El fuego (o O Lume) es la obra más personal de David Rubín, aunque no abandona esos espacios de ciencia ficción que ha venido desarrollando en gran parte de su obra. La paternidad de Rubín ha marcado una obra con un perfil muy intimista que intenta abarcar las grandes preguntas de la humanidad en una situación apocalíptica, con un gran meteorito que se aproxima inexorablemente a la Tierra. Allí, el arquitecto Alexander Yorba intentará salvar a la humanidad creando ciudades en la Luna mientras va perdiendo lo más importante de su vida: su mujer y su hija. El fuego como pulsión artística que quema el legado más importante que puede generar un ser humano, su propia familia. Si el arte de Cosmic Detective es un punto y aparte en la obra de Rubín, El fuego supera las expectativas depositadas en esta nueva novela gráfica con una sucesión de diálogos en el fin del mundo, tan Wenders, tan Von Trier, a lo largo de varias ciudades (Ámsterdam, Roma, Madrid) que Rubín escenografía de manera ejemplar con dobles páginas por las que se deslizan sus protagonistas, sobre todo en el capítulo que sucede en Roma, muy a lo Gianni de Luca. El fuego es la mejor obra que ha ilustrado hasta la fecha, excelente en su estilo narrativo personal y capaz de remover las entrañas del lector hasta la última página.