El espía de Fernando Rueda
El periodista Fernando Rueda publica una nueva aventura del agente Mikel Lejarza en «Líneas Rojas» (Roca Editorial).
Texto: Alfonso de la Hoz González
No es frecuente encontrar novelas de espionaje en la literatura española. El escritor Luis Mollá, capitán de Navío y admirador de las novelas de John Le Carré se lamentaba de ello y por eso se decidió a escribir “Soldado de nieve”, su segunda novela. Otro capitán de Navío, Jaime Rocha, nos ha deleitado en los últimos años con diversas novelas de espionaje: “Operación El Dorado Canyon«, «El Muro«, «Alta traición» y “Misiles para la ETA”.
El conocido periodista Fernando Rueda, uno de los especialistas más reputados en asuntos de espionaje, nos ofrece una interesante novela Líneas rojas, cuyo protagonista es el legendario agente infiltrado en la banda terrorista ETA, Mikel Lejarza, más conocido como el “Lobo”. Con éste, son ya varios los libros de Fernando Rueda en los que aparece Mikel Lejarza: “El regreso del Lobo”, “El dosier del Rey” o “Yo confieso, 45 años de espía” (con el propio Lejarza como coautor).
En esta ocasión, Mikel Lejarza organiza un equipo con antiguos agentes de los servicios secretos españoles, inspirados en personajes reales, para tratar de neutralizar a una red mafiosa que planea el desvío de millones de euros procedentes del Banco de España. De este modo, la antigua policía infiltrada en ETA, el guardia civil que contribuyó a desarticular un comando terrorista de extrema derecha desde dentro y una pareja de hackers abandonados a su suerte por los servicios de inteligencia, se adentrarán de la mano de Mikel Lejarza en una misión de incalculables consecuencias, con la participación del Mosad y la Yakuza y ramificaciones en Malta.
La novela es una sucesión continua de sorpresas que deja sin aliento al lector. Los giros de la trama son inesperados y nos presentan numerosas situaciones límite, a cuál más trepidante. El retrato psicológico de los protagonistas tiene varios denominadores comunes: dureza de carácter, rebeldía, falta de adaptación a la normalidad, y una incesante necesidad de adrenalina. Como reza el título de uno de sus capítulos, el libro constituye una sorpresa impensable.