«El día que murió David González», de Nacho Escuín

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Nacho Escuín (Ignacio Escuín Borao, Teruel 1981) es Licenciado en Filología Hispánica y Doctor en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada. Ha desempeñado tareas de docente, editor, gestor cultural y crítico literario. Ha sido Director General de Cultura y Patrimonio del Gobierno de Aragón de 2015 a 2019, también ha sido director del Instituto de Estudios Turolenses de 2020 a 2023.  En la actualidad es docente e investigador en la Universidad de Zaragoza.

Ha publicado los poemarios Ejercicios espirituales (Ediciones 4 de agosto), Pop (Aqua editorial), Couleur (PUZ), Americana (Leteo), Habrá una vez un hombre libre (Huacanamo), Huir verano (Siltolá), El azul y lo lejano (4 de agosto), 7:35 (PUZ), La mala raza (Bala pérdida), Nadar hasta la orilla (Olifante) y Cover (Bala perdida). También el álbum ilustrado (por David Guirao) El Libro de Oriana (1ª y 2ª edición) y La Dama en llamas (3ª edición) y las novelas Los papeles de Bruselas (Bala perdida) y La mentira del cazador (Eolas, 2023). Ha realizado diferentes antologías como La verdadera historia de los hombres (Eclipsados, 2005) junto a David González, Yin: poetas aragonesas, 1960-2010 (Olifante, 2010) junto a Ángel Guinda, Aquel agosto de nuestras vidas (ediciones 4 de agosto, 2012) o Beatitud -Visiones de la Beat Generation- (Baladí, 2011) junto a Vicente Muñoz Álvarez o La tierra y la nada (Bala perdida, 2022).  También ha realizado ediciones y antologías de autores como la obra completa de José Ignacio Ciordia (Larumbre, Prensas Universitarias de la Universidad de Zaragoza, 2009) o el recientemente publicado Hacia lo violento (Huerga y Fierro, colección Rayo azul, 2021) de Antonio Méndez Rubio. También ha publicado los ensayos La medida de lo posible –Fórmulas del nuevo realismo en la poesía española contemporánea, 1990-2009- (Universidad de Valladolid, 2013) y Aquellos maravillosos años: la huella de los noventa en la cooltura contemporánea (Universidades de León y Valladolid, 2021), y el manual Vivir para leer (breve historia de la literatura en 101 libros) (Libros del frío, 2022).

Ha coordinado diferentes ciclos como “Este jueves, poesía” o “Los jueves de poesía” –ahora en el Teatro de la Estación de Zaragoza-. Es miembro cofundador de la Plataforma de Poetas por Teruel.

 

El día que murió David González

 

hay dos bares
y  enfrente de cada bar
un muro

 

El día que murió David González una presión descomunal se instaló en mi pecho.

El día que murió David González él y yo ya no éramos amigos, pero tenía su voz en mi cabeza de forma permanente y él estaba en cada uno de mis versos.

El día que murió el poeta David González llamé a unos cuantos amigos de toda España y todos estábamos con el mismo peso en el pecho.

Ese día traté de hacer el amor con una desconocida y la presión en el pecho casi se me lleva también a mí por delante.

El día que el poeta se marchó solo pude pensar en otros dos poetas que acaban de marcharse; JL Rodríguez y Ángel Guinda y brindé por cada uno de ellos mil veces solo.

Me he quedado sin tres de mis referencias poéticas y vitales en menos de un año y el peso que tengo en el pecho así lo demuestra.

El día que murió David González intenté ser más yo y menos una imitación, como era David, absolutamente él.

Ese día apenas pude llorar pero empezaron cinco días de autodestrucción que me llevaron a un ingreso domiciliario tomando sustancias que ahora no podría ni citaros.

¿Qué guarda la cabeza en el fondo del alma que el corazón desconoce hasta que todo hace plassss y ya no hay vuelta atrás?

Ese día tuve que pensar de repente, así, sin tiempo para decidir nada, dónde estaba mi sitio, como en ese poema de David González que se titula “Berlín”, y cuál era mi lugar en el mundo.

El día que murió David González dejé de ser un poco yo y me dejé caer 5 días en autodestrucción masiva. Mi cuerpo tardó otros cinco en recuperarse y ahora, medio lelo por los fármacos no sé quién soy, trovador, he perdido la voz, trovador hoy ya cantar no sé[2].

Hay veces que no sabemos explicar nada y todo parece una historia inventada, como la de aquel muro del que hablaba David, como el de Berlín, como el de Gaza.

El día que murió David González casi sin saberlo supo de qué lado quería estar.

 

a veces paso por allí
pero nunca me quedo
a tomar nada:
aún no he decidido
en cuál de los dos muros

me tengo
que sentar

 

 

COVER

Nacho Escuín

Bala Perdida

136 págs. 16€