Toulouse: la cultura está en el aire

La capital occitana, sede de la mítica compañía del correo Aeropostale donde voló y soñó Antoine de Saint-Exupéry, fue lugar de acogida para muchos exiliados republicanos españoles. El despliegue de la 29 edición del Festival Cinespaña, aliado con el Instituto Cervantes de Toulouse, ha mostrado los fuertes vínculos culturales con nuestro país.

Texto: Antonio Iturbe   Foto: Sandrine Ricart

 

En lo más duro del invierno, en esa derrota de la guerra civil donde los sueños de escuelas laicas, feminismo y libertad de pensamiento de la República fueron fusilados contra las tapias, los exiliados que llegaron cabizbajos a Toulouse se reencontraron con el color morado de su bandera en los macizos de violetas que florecen en los campos de Toulouse.  Fue un soldado piamontés enamorado el que trajo a la ciudad el primer ramillete de violetas en el siglo XIX y a principio del XX Toulouse se había convertido en el vivero de toda Europa. En los primeros momentos de la posguerra cuando en España se hizo un oscuro silencio, en el norte de España era posible sintonizar Radio Toulouse y tener oportunidad de escuchar las emisiones del librero y editor Antonio Soriano, que después regentaría la Librería Española de París. Se alió con el impresor y editor Josep Salvador, otro exiliado afincado en Toulouse, para seguir editando de manera libre desde Francia ensayos y novelas en español.

En Francia la cultura nunca es un gasto, siempre es una inversión. Un paseo por Toulouse te permite percibir enseguida la presencia literaria: el exuberante mercado Victor Hugo con paradas de marisco que parecen la cueva de Ali Baba, un Centro de Actividades Anatole France, los dispensadores de intercambio de libro desplegados por toda la ciudad…  En una esquina de la icónica Plaza del Capitole se asoma el Hotel Grand Balcon, donde se alojaban los mecánicos y pilotos de las Líneas Aéreas Latécoère, que se convertiría después en la Aeropostal. Se conserva, rehabilitada con muebles de la época, la habitación que ocupaba Saint-Exupéry, aviador y soñador, autor no solo de El Principito, sino de un ramillete de deliciosos libros de vuelo y elevación interior. También fue autor de las más emocionantes crónicas de la guerra civil que se han escrito en su etapa de corresponsal en España de L’Intransigeant y París-Soir. En las calles de Toulouse se fraguó su amistad indestructible con dos pilotos que ya forman parte de la leyenda de la aviación civil: Henri Guillaumet y Jean Mermoz.  A las afueras de la ciudad, en el antiguo aeródromo de Montaudran de donde partían al mundo los frágiles aviones cargados con las sacas del correo aéreo bajo la impenetrable mirada del director de operaciones, Didier Daurat, actualmente circulan unos fabulosos ingenios mecánicos de varios metros de altura en la Halle de la Machine, la Pista de los Gigantes. Al lado, el museo L’Envol des Pionniers (de horarios tan restringidos para el público general que no pudimos pasar de la tienda de recuerdos) muestra la aventura del correo aéreo.

Durante los próximos días el Minotauro (personaje del mito y la literatura que fascinaba a Borges) en esta llamativa versión mecánica capaz de llevar a bordo a paseantes dispuestos a mirar la ciudad desde lo alto, se paseará por la Plaza del Capitole junto a otros ingenios retro-futuristas.  Caminarán por una ciudad en la que hay un despliegue de librerías de diversos tamaños y especialidades: Gibert, Terra Nova, L’autre Rive… la librería Ombres Blanches, mucho más grande de lo que parece desde fuera, es un mundo de libros ordenados cuidadosamente por temáticas de manera que las mesas se convierten en bodegones literarios.

La 29 edición del Festival Cinespaña que ha desplegado por la ciudad medio centenar de películas de ficción y documentales en español y portugués, se ha entremezclado en sus últimas sesiones con el Festival de novela policiaca  Polar du Sud que se celebra en el barrio popular de Mirail, al que han asistido los escritores españoles Marto Pariente, Aro Sainz de la Maza, Carlos Salem y Mercedes Rosende.  Escritores que se han cruzado con muchos cineastas españoles invitados por Cinespaña. Entre exposiciones fotográficas con embrujo, conciertos y proyecciones, se ha rendido homenaje a la directora española Isabel Coixet (que vive a menos de una hora de Toulouse) y a la actriz Ana Torrente, que debutó con siete años en El espíritu de la colmena. Javier Macipe se ha llevado este año la Violeta de Oro con La estrella azul, una historia de dos músicos en horas bajas que se encuentran en la encrucijada de sus vidas.

Sobre esta edición de Cinespaña también ha planeado el eco del fantasioso André Malraux, escritor, arqueólogo controvertido, combatiente antifranquista y ministro de cultura con DeGaulle. La proyección en el Instituto Cervantes de Sierra de Teruel llenó la sala para ver o volver a ver esta película de gran valor testimonial que Malraux realizó con la intención de mover la opinión internacional en favor del gobierno democrático de España durante la guerra civil. Con la ayuda de Max Aub (que tradujo los diálogos al español), filmó en plena guerra en circunstancias muy difíciles y con muy pocos medios.

El avance de las tropas franquistas hizo imposible rodar en Aragón y Malraux convirtió la montaña de Montserrat en la sierra de Teruel. La película muestra un episodio que el propio Malraux narró en su libro L’Espoir (la esperanza), que reúne sus impresiones durante el tiempo que estuvo en España dirigiendo una singular unidad de aviación en el bando republicano con pilotos y mecánicos que reclutó él mismo. A Malraux le impresionó la caída de un avión en la sierra de Teruel y la solidaridad de la gente que fue a buscar a los pilotos heridos y a los muertos, formando una comitiva que formaba una silenciosa procesión laica. La película, rodada en parte con actores amateurs, en su simplicidad apasionada tiene una fuerza que impacta. En una de las metáforas visuales con las que Malraux puntea el drama de la guerra, la vibración de una pared hace que de un cuadro se desprenda una mariposa disecada que cae. Como cayó la república. El avance de las tropas fascistas fue más veloz que el rodaje y la película tuvo que terminarse en Francia cuando ya estaba todo perdido.

Antonio Iturbe, Luisa Fernanda Garrido y Patrick Bernabé presentando la película «Sierra de Teruel» en el Instituto Cervantes de Toulouse.

Presentó y dirigió el debate posterior a la película el cofundador y vicepresidente del Festival Cinespaña, Patrick Bernabé, hijo de un capitán de la República exiliado, librero y gran impulsor de las relaciones culturales entre Francia y España. El Festival Cinespaña cuida de manera muy especial la promoción del cine entre los jóvenes y por eso tiene un nutrido programa enfocado a los centros docentes supervisado por la activista cultural Danièle Saint-Amans, una mujer de una generosidad extraordinaria que lo mismo promociona la importancia del cine en los liceos de Toulouse como impulsa una biblioteca en el México más desamparado.

Preside la entrada de la sede del Instituto Cervantes de Toulouse un busto de Manuel Azaña con la mirada extraviada. El importante fondo documental del exilio español en Francia que tienen en su biblioteca (ensayos, novelas, documentales, publicaciones culturales…) y la pasión con que lo muestran a los visitantes pone de manifiesto que se trata de una embajada cultural de primera magnitud. Si alguien se sigue preguntando si los institutos cervantes son únicamente academias de idiomas para extender títulos de español, que vengan al de Toulouse.

Su directora, Luisa Fernanda Garrido, una lectora voraz, es premio nacional de Traducción y ha traducido del servocroata al español con su pareja, Tihomir Pištelek, más de 40 títulos. Nos explica que “un valor del Instituto es el hecho de que nos visiten escritores, cineastas, o artistas o científicos. Consigue que el tolosano sepa más de la España actual y que la cultura en español tenga una dimensión mucho más amplia. Aunque la ciudad tenga una importante raigambre hispánica, si no cuidas esas raíces y no estás constantemente mimándolas, se pudren o se pierden. Y no solo en lo que se refiere a la España y el mundo hispano en general y actual, ya que también nos visitan personalidades de Iberoamérica, sino también en lo que se refiere al exilio y la memoria. El Instituto organiza numerosas actividades relacionadas con la materia y así trabaja para que la memoria no se diluya, ya que la memoria es frágil. Ese es, creo, uno de los principales valores del IC en Toulouse: que cuida y mima la memoria”.