Tan solo un velo separa a la humanidad de la desolación

La editorial El Transbordador publica la primera novela de Greta Mustieles «El velo» con un prólogo del librero y especialista en ciencia ficción Antonio Torrubia.

 

Texto: Antonio TORRUBIA  Fotografía: GIGAMESH

  

 

Greta Mustieles debuta con El velo, una novela de fantasía épica luminosa. Publicamos el prólogo que le ha dedicado Antonio Torrubia, experto en libros que abren brechas a la realidad.

 

«Respira, inspira.

Antes de que pases el prólogo porque creas que voy a explicarte medio libro, hacerme el listo comparándolo con autores del Siglo de Oro español o con Lovecraft, Le Guin, Tolkien o Sanderson, respira…

Inspira. Esto no va a ser un prólogo tampoco loando mi figura y con un yo, yo, yo disparado cual metralleta. Voy a contaros la historia de un manuscrito, de como la suerte a veces hace que aunque zozobres en el mar editorial al final tu barco llegue a puerto. De que no siempre tienes que enviar tu libro a todas las editoriales sin mirar qué publica cada una, que con que caiga en la persona adecuada en el momento justo, la mitad del trabajo estará hecho.

Empecemos…

Conozco a Greta desde hace unos años ya. Es muy buena amiga de una colaboradora de la librería, con la que hacemos un espacio mensual en nuestro canal de YouTube en el que da visibilidad a autoras (Un desván propio), y de un ex-trabajador y amigo y su mujer (¡Hola, Carlos y Sara!). La he visto pasar decenas de veces en los últimos años por la librería Gigamesh tanto para curiosear y acabar comprando libros como para ir hacia la Sala de Actos Francisco Porrúa a ver o participar en algún evento, pero un día se paró con Gemma en el mostrador, y nos pusimos a hablar distendidamente. Teníamos la coña desde hace bastante tiempo de que los dos habíamos nacido el mismo día (del mismo año) y ya era habitual el hacernos bromas de ser mutuals de cumple y felicitarnos el festivo día de Sant Esteve (día no lectivo en Cataluña por nuestro nacimiento, no tengo pruebas pero tampoco dudas). Ese día, pese a sus apuros y vergüenza, quedamos en que me mandaría el PDF con El Velo, su primer libro. Era una novela corta de fantasía (no oscura) y entre muchas muestras de perdón y decirme varias veces que no era necesario que lo leyese si me sentía obligado o si tenía mucho trabajo. En cuanto tuve un hueco entre manuscrito y galerada, mirando el RemarKable en el que guardo mi verdadera pila (la de novedades en papel cada vez la tengo más desatendida y no le hago demasiado caso) la vi. 100 páginas de letra de tamaño razonable y buenos márgenes (cuando lleguéis a mi edad veréis como esa es una de vuestras prioridades, yo que me reía de Cohen el Bárbaro) y la empecé.

Me atacó un róvegar, hendió sus colmillos en mi carne. Grité, me lo quité de encima de un espadazo. Estaba en mitad de una batalla con unos cuantos compañeros. Había bestias que se asemejaban a hombres lobo, otras volaban, pero nosotros éramos héroes. Alcé la vista y de una pincelada vi una lluvia de estrellas. Un leve infodump y estaba dentro. Acabé el primer capítulo y empecé la historia de la princesa. Paré. Escribí a Pilar Márquez Flores de El Transbordador y le dije que tenía que leer el PDF que le adjuntaba y prometerme que cuando lo fuese a publicar, lo quería leer con los cambios provocados por los sabios consejos que suele aplicar a los manuscritos.

Y entonces El Transbordador cerró. Hablé con Greta, le mandé el manuscrito a dos grandes amigos editores que se interesaron por él (perdón por la pérdida de tiempo, que sé que me están leyendo) pero gracias a Guerra de Mitos, Pak, María y ese acuerdo con Pilar, El Transbordador volvió a volar, retomaron su ruta y este es el segundo libro que, en su nueva etapa, tenéis en vuestras manos. Si la sugerente (y espectacular) cubierta o la sinopsis no os han atraído, espero que tú, lector que estás acabando este prólogo, pases la siguiente página y te internes en El Velo, La Desolación, La Catarata o como quieras llamarlo y conozcas a la princesa, la maga, el devoto, la isla, la tumba y el pozo.

Que Vasaak no interrumpa tu lectura y Olare te guíe»