Llega el diluvio Dolores Redondo

La última novela de la escritora donostiarra Dolores Redondo llega hoy a las librerías españolas y a partir de la semana que viene a buena parte de las hispanoamericanas.

Texto: Susana PICOS  Foto: Carlos RUIZ B.K.

 

Esperando al diluvio (Destino) sale con cifras vertiginosas para un lanzamiento editorial. 250.000 ejemplares en castellano y un total de 330.000, incluyendo todas las ediciones y la publicación en catalán por la editorial Columna.

El fenómeno Dolores Redondo se ha fraguado en tan solo diez años, el 15 de enero de 2013 se publicó su primera novela El guardián invisible, y cuenta ya con 3 millones de lectores en todo el mundo, traducciones a 39 idiomas, tres adaptaciones cinematográficas y una serie en proceso en Hollywood  a cargo de David Hayman.

En la rueda de prensa ofrecida ayer en el teatro Arriaga de Bilbao, donde también tendrá lugar la presentación pública de la novela el 28 de noviembre a las 19’30h, Dolores Redondo habló de su amor por la ciudad bilbaína, la cual junto a la ciudad condal, la ha tratado especialmente bien desde su primer libro. En Esperando al diluvio, Redondo hace un homenaje a esa ciudad que es un ejemplo de cómo pasar “de ser un patito feo a un cisne”. En su novela nos lleva al Bilbao del 83, cuando una intensa tormenta sumió a la ciudad en el caos, arrasando con vidas humanas, 34 personas murieron, y parte de la ciudad. En ese momento histórico, que Dolores Redondo vivió con gran temor a los 14 años desde la ventanilla de un tren que provenía de Galicia, es el germen de esta novela donde juega con la posibilidad de que uno de los asesinos en serie más conocidos de Escocia, John Biblia, hubiera huido a la capital vizcaína.

La historia de este asesino, que nunca fue capturado,  se inicia en Glasgow, una urbe que como se dice en la novela, tenía muchos paralelismos con la ciudad bilbaína, aunque como afirma Dolores Redondo “ Bilbao era un Glasgow con trabajo y con dinero, a pesar de estar  acuciada también por la heroína y la reconversión naval”. En la novela de Redondo, el policía escocés Noah Scott Sherrington llega a Bilbao siguiendo la pista de Biblia. Noah es un policía agotado, que lleva catorce años tras John Biblia, obsesionado con detenerlo. Vive al límite de sus posibilidades y se pregunta por la muerte y el sentido de la vida cuando se da cuenta cómo ha desperdiciado la suya.  “Noah es una metáfora del fin del mundo y de nuestra vida”. Este policía se debate entre el amor y el miedo, “el amor sostiene al protagonista y el miedo lo salva”. Esta dicotomía es “característica de toda mi obra”, afirma Dolores Redondo, igual que la defensa de la infancia. «En la novela negra es inherente la crítica social. En mi caso, obedece a un concepto más íntimo. Para que la novela tenga conexión con el lector necesita rabia, pero a veces lo que a mí me conmueve no es lo mismo que a otros. Lo que a mí me conmueve y me da rabia es el dolor de los pequeños, la indefensión de los más vulnerables. Muchos lectores se han unido al infierno de Amaia Salazar porque ven con horror su sufrimiento. El amor y el miedo se aprenden en nuestra casa, pero ¿qué ocurre cuándo el miedo te lo produce tu propia madre?».

En Esperando al diluvio aparece un joven ertzaintza, que ayuda a Sherrington en su investigación, dedicado al seguimiento de un posible comando del IRA del cual sospecha que colabora con ETA. Este personaje servirá a Dolores Redondo para retratar la tensión política de la época, introduciendo episodios verídicos como la “guerra de las banderas” en el día grande de las fiestas de Bilbao. También hay un interés por parte de Dolores Redondo de incluir algunas de las canciones que se escuchaban en aquellos años ochenta, como Amor de hombre de Mocedades o grupos ingleses que empezaban a oírse en nuestro país. “Yo no podría vivir sin leer, pero tampoco sin música” . Y esta novela es una novela de homenajes, porque otro es para la radio y para los programas a los que los oyentes llamaban para dedicar una canción a su pareja, madre, amiga… “Eran las redes sociales de la época. Bilbao era una ciudad, lo que no impedía que la gente se conociese entre sí”…”Durante el diluvio y días siguientes, la radio tuvo un papel fundamental como servicio de emergencias. La ciudad se quedó sin luz, sin comunicaciones y únicamente los transistores funcionaban porque iban a pilas, gracias a la radio las personas sabían lo que estaba ocurriendo y a través de sus emisiones conocían el estado de los desaparecidos y de la ciudad, ayudando a su recuperación”.

En Esperando al diluvio los lectores recorremos el casco viejo de la ciudad de Bilbao, acompañamos a las cuadrillas en sus txiquiteos, y vemos una ría del Nervión y un puerto lleno de lodo y ratas y, a pesar de esa suciedad, somos capaces de ver también el encanto de aquellos tiempos. Pero también encontramos, porque es un sello inconfundible en la obra de Dolores Redondo, el factor sobrenatural que rodea la novela y que influye enormemente en los protagonistas.

John Biblia fue un asesino en serie real que actúo en los años 60 y mató a tres mujeres jóvenes que tenían en común que estaban con la menstruación y habían acudido a la misma discoteca. Nadie nunca  logró hacer una descripción concreta  de él por lo que nunca fue identificado ni detenido. «Se convirtió en una leyenda en Escocia como ocurre con los asesinos que no llegan a capturarse”. Desde las primeras teorías de finales de los 60, en las que se creía que Biblia asesinó a sus víctimas por negarse a mantener relaciones sexuales con él, hasta la de los años 80 donde se empezó a ver que era posible que hubiese asesinado anteriormente por su estudiado método criminal, o en los años 2000 donde se hicieron pruebas de ADN a un par de sospechosos que resultaron negativas, el interés por Biblia no ha decaído y sigue actualmente muy presente, como lo demuestra el hecho de que  este enero de 2022 la BBC emitiera un reportaje sobre él.  Ahora es Dolores Redondo quien ofrece una sólida y plausible teoría de qué ocurrió con John Biblia en su novela Esperando al diluvio, donde la intriga y la emoción está asegurada hasta el final.