«Mañana y tarde», de Jon Fosse

La lectura del crítico David Pérez Vega de la última novela publicada en España del reciente galardonado Premio Nobel de Literatura, Jon Fosse, «Mañana y tarde» (Nórdica/DeConatus).

Texto: David PÉREZ VEGA

 

Este 5 de octubre de 2023, como suele ser habitual por estas fechas, la Academia Sueca anunció el nombre del nuevo Premio Nobel de Literatura, que ha resultado ser Jon Fosse (Haugesund, Noruega, 1959), dramaturgo, poeta y novelista. Lo cierto es que, unos días antes, al leer las listas de los posibles ganadores, su nombre –que al parecer estaba presente en ellas desde hacía años– me había pasado desapercibido, porque no tenía ninguna referencia sobre su obra. Tras el fallo, he leído algunos artículos de prensa y he visto que las novelas de Fosse han sido traducidas y comercializadas en España por la pequeña editorial De Conatus, cuyo nombre no me sonaba. Sin embargo, al ver las portadas de sus libros –blancas y con un pequeño dibujo– sí que me ha parecido que recordaba esos libros de algún suplemento cultural o de alguna librería.

De Fosse parece destacar Septología, que se ha publicado en España en cuatro tomos (alguna de sus partes debe ser muy corta), que contiene elementos autobiográficos, y la novela Trilogía. También he leído que se considera a Fosse uno de los padres literarios del también noruego Karl Ove Knausgård, cuyo éxito, al menos en España, ha sido bastante grande con la pentalogía Mi lucha. Aunque diría que Jon Fosse no ha sido, hasta ahora, muy conocido en España, en otros países –donde ha recibido numerosos premios– no ha sido así.

 

El caso es que sentí curiosidad por Jon Fosse y el mismo jueves 5, al salir del trabajo, me acerqué a La Central de Callao para ver cuáles de sus libros temían. Pensaba que lo más fácil para entrar en su mundo sería con la novela Trilogía, pero esta no estaba disponible, y de la Septología solo tenían los dos últimos volúmenes. El librero me explicó que esa misma mañana habían vendido los primeros volúmenes de esa historia. Lo que sí estaba disponible era la novela Mañana y tarde, que había salido al mercado la semana anterior. En la portada aparece el nombre de la editorial Nórdica y De Conatus. Entiendo, aunque no sé de qué forma o grado, que se trata de una colaboración entre ellas.

 

Seguía releyendo Relatos autobiográficos de Thomas Bernhard, y justo el jueves por la mañana había acabado El frío (cuarto libro de la serie), y antes de empezar el quinto, Un niño, decidí hacer, de nuevo, un alto y acercarme al libro del Premio Nobel.

 

Mañana y tarde comienza con una escena cotidiana: la vieja matrona Anna está en la casa de Olei y Marta, ayudando a que llegue al mundo su segundo hijo, que se va a llamar Johannes (el nombre del padre de Olei). Olei es pescador y la pareja vive en un islote, que el lector entiende que está ubicado en las costas de Noruega. El mismo Olei construyó la casa en la que viven. Todos estos elementos llevan a considerar la idea de que el narrador no está hablando de una historia actual, sino que debe situarse a mediados del siglo XX. Aunque existe un narrador omnisciente, éste cuenta la historia desde el punto de vista de Olei, quien está preocupado por si su hijo (que ha nacido después de que pensasen que su primogénita Magda iba a ser hija única) va a nacer sano y si su mujer no va a tener problemas con el parto. «El niño vendrá al frío de este mundo y aquí estará solo, separado de Marta, separado de todos los demás, estará solo aquí, siempre solo, y luego, cuando todo haya acabado, cuando llegue su hora, se descompondrá y volverá a la nada de la que salió, de la nada a la nada, ese es el curso de la vida», piensa Olai en la página 16.

 

Aunque, como he dicho, existe un narrador omnisciente, éste se acerca constantemente al flujo de conciencia de Olai, en esta primera parte, y al de Johannes en la segunda. Se repite, de forma insistente la forma verbal «piensa» y así el narrador nos lleva a los pensamientos de los dos personajes principales, que van a acabar siendo un padre y un hijo. De hecho, es frecuente la repetición musical de palabras en los párrafos, un rasgo de estilo que me ha recordado al del austriaco Thomas Bernhard, que, como ya dije, andaba yo leyendo, y que, como me he informado, gracias a la prensa, se considera una de las influencias de Jon Fosse. Otra influencia sobre su narrativa (y obra teatral) sería la de Samuel Beckett.

Además de estas repeticiones de palabras, de las que hablaba, el estilo de Fosse se caracteriza por no usar los guiones normativos de los diálogos, y no señalar el final de las frases, cuando corresponde un punto y aparte, con un punto. En muchas páginas, Fosse escribe largos párrafos, y evita el signo del punto y seguido. Da continuidad a sus frases mediante comas, y a veces haciendo un uso repetitivo de la conjunción copulativa «y», normalmente tras una coma. Por ejemplo, en la página 22 podemos leer este fragmento: «Una respiración procedente de algún lugar en calma, fuera del mundo, piensa Olai, junto a la cama en la que Marta descansa y el niño Johannes chilla y chilla y el niño Johannes oye su voz entrar poderosa en el mundo y su chillido llena el mundo en el que se encuentra y ya nada es caloroso y negro y rojizo y húmedo y entero, ya no hay más que su propio movimiento, ahora es él quien llena lo que hay y su voz y él están separados pero a la vez no lo están y también hay algo más, algo de lo que forma parte y viene a su encuentro y suena más fuerte y más fuerte y».

En contadas ocasiones el texto también refleja flujos de conciencia un tanto inconexos y sonidos onomatopéyicos, que imitan a los que produce un bebé.

 

En la segunda parte nos encontramos con un anciano, llamado Johannes, que se levanta en la cama entumecido. Al principio pensaba que este nuevo personaje era el abuelo del niño que acababa de nacer, y que llevará su nombre, pero el lector pronto comprende que este Johannes anciano es el mismo bebé que le ha sido presentado unas páginas atrás. Como especulaba Olei, el padre, el niño venía de la nada y unas décadas después vuelve a la nada. Éste es el juego que nos propone Fosse en su novela: presentarnos el primer día de una persona en la Tierra y a continuación el último. El anciano Johannes se levanta en su casa, de la que ya se fueron sus siete hijos, y en la que ya murió su mujer Erna, y las cosas cotidianas le empiezan a parecer que tienen un halo diferente. Desde este último día de su existencia, Johannes va a evocar algunos momentos clave de su vida, de su paso por la Tierra, y va a empezar a conversar con sus fantasmas. En este sentido, Mañana y tarde me ha recordado a algunas películas existencialistas de Ingmar Bergman, donde se mezclan personajes de diferentes épocas, vivos y muertos.

 

El estilo de Fosse, como ya he dicho, se recrea en la musicalidad de las repeticiones y en una mirada poética sobre la realidad alterada que propone, haciendo uso de un lenguaje sencillo, esencial. Sus escenas se acaban cubriendo de un aire onírico, kafkiano.

Mañana y tarde es una buena novela corta, que me ha abierto el apetito para seguir conociendo la obra de Jon Fosse, este autor noruego, al que el Premio Nobel acaba de poner en el primer plano del interés mundial. Siento bastante curiosidad por su larga novela Septología, que la editorial De Conatus acaba de lanzar al mercado en un solo volumen.