Lecturas ordenadas sobre el nuevo “desorden” mundial
Las novelas de escritores exiliados de una Rusia imperial que no es la suya, analistas de la tragedia de Palestina o miradas a la apretada agenda de la CIA nos muestran un mundo con más intereses que normas.

Texto: José Ángel López Jiménez Foto: Archivo
El actual desorden internacional que caracteriza a la comunidad global nos está brindando escenarios distópicos. La multiplicidad de los conflictos bélicos que se están desarrollando ante los ojos de la aletargada opinión pública está dejando fuera del foco mediático hambrunas, masacres, conflictos interétnicos y crímenes internacionales que se están desarrollando más allá de los sangrientos acontecimientos en Ucrania y la Franja de Gaza. No obstante, estos dos asuntos de larga duración copan un buen número de las novedades editoriales que, desde el ensayo y la literatura, tratan de aportarnos algo de luz o de esperanza ante un panorama que resulta —por momentos— desolador.
Desde la ciencia ficción Anna Starobinets nos muestra una ciudad fantasma en El vado de los zorros (Ed. Impedimenta). Olvidada en el tiempo en un lugar entre China y Siberia se dan cita una serie de personajes humanos y criaturas místicas que luchan entre ellas en un escenario que recuerda el horror de los totalitarismos, aderezado por variadas mitologías en una suerte de mixtura entre episodios históricos de la Unión Soviética, el chamanismo siberiano y la ingeniería genética japonesa. Excelente libro de una autora rusa de referencia que, como tantos otros, vive exiliada desde el año 2022.
En una línea diferente, pero igualmente distópica, Vladímir Sorokin realiza una crítica mordaz de la nueva sociedad neomedieval que ha moldeado Vladimir Putin. El Kremlin de azúcar (ed. Acantilado) es un pequeño libro de relatos en los que el autor retrata las constantes de la historia de Rusia: un poder represivo, una memoria desmemoriada, el paternalismo bajo el que se oculta el autoritarismo y la falta de libertades. Sorokin siempre sorprende gratamente.
María Stepanova resume, en poco más de cien páginas, el sentimiento propio de una escritora rusa también exiliada (en este caso en Alemania) a través de M., una suerte de alter ego. La repulsa y la vergüenza de la agresión de Putin a su vecina Ucrania hace que su liberación provenga, curiosamente, desde el desarraigo y la ruptura con sus raíces e identidades con el Estado del que ostentaba la nacionalidad. Desaparecer (ed. Acantilado) forma parte de la incipiente literatura rusa en el exilio fruto de un régimen execrable.
Olga Medvedkova recrea en La educación soviética (ed. Acantilado) lo que significó nacer y vivir en la Unión Soviética. Su propia biografía se desliza en el libro, a través de escenas cotidianas durante un periodo que confirmó la crisis y disolución final de un sistema. Con un episodio como el del boicot a los Juegos Olímpicos de Moscú del año 1980, como consecuencia de la invasión de Afganistán, que anticipaba el periodo de la perestroika y la glasnost, y el derrumbe final. Un periodo que también describe Timothy Garton Ash en La linterna mágica (ed. Taurus) a través de las denominadas revoluciones de 1989 en Varsovia, Berlín, Budapest y Praga. Testigo directo del triunfo del sindicato Solidaridad, de la caída del Muro y del funeral del asesinado Imre Nagy en Budapest treinta años después de su fusilamiento, también asistió en el teatro de Praga al inicio de la Revolución de Terciopelo. Sin embargo, el gran error de Occidente sería contemplar que aquellos acontecimientos constituirían la nueva normalidad de la comunidad internacional, lo que se ha mostrado como un mero espejismo.
En el caso de España Henry Kamen nos ofrece un recorrido histórico en Las dos Españas (ed. Espasa) de una fractura que el historiador sitúa en el Siglo de Oro. La opción entre un proyecto de construcción nacional y una dimensión imperial desde el siglo XVI que, lógicamente, acabaría con la desaparición de la proyección internacional de la nación y sumió a la historia de España en un cruce permanente entre posiciones antagónicas de lecturas sobre la grandeza y las causas de su pérdida. Los mitos han ido dando paso a la asunción (en mayor o menor grado) de la diversidad y de la existencia de varias Españas.
La ingente publicación de ensayos que han suscitado los dos años de ofensiva de Israel sobre la Franja de Gaza ha permitido realizar un análisis desde enfoques pluridisciplinares. Uno de los más interesantes, en mi opinión, es el que ha utilizado Peter Beinart en Ser Judío. Tras la destrucción de Gaza (ed. Capitán Swing). Israel, según Beinart, tiene derecho a la igualdad, pero no a la supremacía. Por tanto, sus aspiraciones de seguridad no tienen que ser excluyentes con respecto a las que deberían de tener los palestinos. La narrativa judía es, en términos generales, victimista. Y en el caso que nos ocupa en estos días se fundamenta en una suerte de antisemitismo global en el que los términos de genocidio o hambruna califican a aquellos que los utilizan para describir lo que acontece en Gaza automáticamente de antisemitas. A juicio del autor es urgente que Israel cambie sus actuaciones y, simultáneamente, su discurso. Complemento imprescindible de este libro es el que ha publicado Meir Margalit, El delirio de Israel (Libros de la Catarata). Activista pro derechos humanos y político argentino-israelí disecciona la que considera como teología de la destrucción. A modo de conclusión, el autor “se niega a ser ocupador, conquistador, usurpador, opresor y, mucho menos, criminal de guerra”.
Precisamente Acantilado recupera las memorias de H. Leivick (Halpern), poeta y dramaturgo yiddish, que en su defensa de los valores judíos conjugó una conciencia social y política que le llevó a participar en la fallida revolución rusa de 1905. En las kátorgas del zar describe su participación como miembro del Bund (socialismo judío) y su posterior exilio a Siberia, así como sus vivencias en lo que puede considerarse como el preludio del gulag soviético.
La nueva novela de Andréi Kurkov, El corazón negro (ed. Alfaguara) recrea en la Ucrania posterior a la revolución rusa un escenario de crisis política, corrupción, y derrumbe económico que anunciaba la incorporación a la Unión Soviética de esta nación y precedía a un siglo calamitoso para el pueblo ucraniano. Todo ello en el marco de una historia que se puede encuadrar entre el thriller y la novela “negra” al estilo Kurkov.
Vicenç Fisas analiza en un ensayo la naturaleza religiosa de alguno de los conflictos armados más importantes de la actualidad (entre ellos el árabe-israelí) en Geopolítica de los dioses (Libros de la Catarata). La geopolítica de la religión y sus intereses se analiza en el libro a través de una selección de casos muy oportuna (Ucrania, Myanmar, Sri Lanka, Tailandia, Iraq, República Centroafricana, Cachemira, India, el yihadismo global, entre otros) permiten analizar enfrentamientos entre diversas confesiones y Estados.
Ahora y en la hora de Héctor Abad Faciolince (ed. Alfaguara) me parece uno de los homenajes humanos y literarios más directos, impactantes y sentidos que he leído en los últimos años. El crimen de guerra perpetrado en Kramatorsk en el que falleció la joven escritora ucraniana Victoria Amélina permite al autor colombiano (milagrosamente indemne de ese mismo misil que impactó en los comensales entre los que se encontraba aquel día de 2023) ajustar cuentas con la historia de la Rusia de Putin, así como rendir un sentido tributo a la literatura y al pueblo ucraniano a través de un acontecimiento que le mantiene como una especie de muerto en vida. Un crimen entre los centenares que se están cometiendo en un conflicto en curso que, por momentos, desaparece de nuestros radares.
Como avisos de la historia (más remota y mucho más próxima) tres últimas novedades. Julia Boyd traza en Un pueblo en el Tercer Reich (ed. Ático de los Libros) la manera en la que el nazismo impregnó todo el tejido cultural, social, económico y político en un pequeño pueblo de los Alpes, Oberstdorf. A semejanza de lo que aconteció en el conjunto de la nación, la autora, con apoyo documental, traza la vida cotidiana de un microcosmos en el que conviven las víctimas con los brazos ejecutores de un siniestro régimen. En una línea similar Laurence Rees realiza una revisión de las 12 advertencias de la historia que no dejó la experiencia de la Alemania hitleriana. De hecho, si repasamos alguna de las que se recogen en su reciente libro En la mente nazi (ed. Crítica), nos suenan estremecedoramente familiares en estos tiempos turbulentos: atacar a los derechos humanos, corromper a la juventud, intensificar el racismo, difundir teorías conspiranoicas, actuar en connivencia con la élite, usar el “nosotros y el ellos”, o atizar el miedo, entre otros.
Y para aderezar todo este inquietante entorno qué mejor manera que leer La Misión, de Tim Weiner (ed. Debate). Este periodista ganador del Pulitzer realiza un recorrido por la historia de la CIA en este siglo XXI: el 11S, Irak, Bin Laden, Wikileaks, China, Irán, Rusia, Ucrania, Afganistán, Pakistán, la ciberinteligencia, las torturas y las detenciones ilegales. En conclusión, un bonito panorama que anticipa un mundo sin normas y con múltiples intereses.






