Las hadas de Félix J. Palma
Félix J. Palma participará en el festival 42 de Barcelona, en la mesa redonda “Conan Doyle y las hadas de Cottingley: estafa, mito y trama”, el próximo 8 de noviembre.
Texto: Susana Picos Foto: Asís G. Ayerbe
Félix J. Palma es un autor discreto que vive la literatura sin las alharacas y el ruido que rodean el oficio. Nació en Sanlúcar de Barrameda en 1968, pero durante años cambió por amor las playas gaditanas por las de la Costa Brava y, actualmente, reside en la comarca del Baix Llobregat de Barcelona. Se inició en la literatura con los relatos, pero su reconocimiento llegó en 2008 con la novela El mapa del tiempo, con la que ganó el Premio Ateneo de Sevilla. Fue el principio de una trilogía que completaron El mapa del cielo y El mapa del caos, y su entrada en el panorama editorial internacional. La combinación de hechos históricos reales con numerosas referencias literarias y con ciencia ficción/fantasía en un ambiente victoriano fue un cóctel que se ganó el favor de los lectores y la crítica.
Cuando le preguntamos a Félix J. Palma si esa “fórmula literaria” puede considerarse su sello de identidad, nos contesta: “Yo creo que sí, que puede considerarse una especie de sello personal. Ahora ya no me preocupa, más bien lo potencio; pero recuerdo que cuando escribía El mapa del tiempo me asaltaban dudas sobre lo que estaba haciendo. Se trataba de una novela tan diferente a lo que se hacía en España (no tanto en el mercado anglosajón), que me preocupaba la reacción de los lectores. No sabía si le volverían la espalda por ser algo demasiado extraño, o la abrazarían precisamente por eso. Por suerte, no solo ocurrió lo segundo, sino que me abrió las puertas del mercado internacional y, como dices, acabó convirtiéndose en mi marca de fábrica. Aparte de la temática y los plot twists, también marca de la casa, se me reconoce muy fácilmente por mi escritura”.
Después de la trilogía, Palma publicó un par de libros más, uno de ellos Escribir es de locos, a medias entre el diario de escritor y un manual de escritura donde plasma sus experiencias como profesor; pero no ha sido hasta su reciente novela El gran timo de las hadas que ha regresado a ese universo londinense, aunque “la novela transcurre básicamente en los años 1920, con algunos flashbacks al pasado de los personajes situados en finales del XIX”. De esa época, Félix J. Palma nos dice que: “Aparte de su estética, me atrae esa mezcla entre ingenuidad y ciencia que yo exploro en mis novelas, cómo el progreso trataba de delimitar el mundo, decirle al ciudadano lo que era real y lo que no, y cómo este se resistía a ello, por lo que proliferaban las sociedades ocultistas, el espiritismo o la creencia en las hadas y la comunidad feérica, por ejemplo”.
En la novela de Palma, Alan y Violet son dos jóvenes fotógrafos especialistas en retratar hadas y seres mágicos en el Londres de 1922. Ellos han llegado a este oficio por distintos derroteros, sorteando a gánsteres e incrédulos. El enfrentamiento entre la magia y la ciencia, entre el engaño y la ilusión, son conceptos que planean sobre esta historia trufada de referencias literarias y de lirismo: “Alan tiró de la campanita que había asida a la pared, que emitió un tintineo tenue, como de lágrimas de desamor cayendo al suelo”. Félix J. Palma tiene alma de poeta: “Mucha gente me pregunta si escribo poesía, pero nunca lo he hecho. Soy un animal narrativo, y las ideas siempre se me acaban convirtiendo en historias, pero me gusta aplicar los modos de la poesía a mi escritura. Aspiro a una prosa estimulante, lírica y juguetona, que no sea un mero vehículo para contar la historia, si no que tenga valor por sí sola, y me obsesiona el ritmo, la música de la narración. Soy consciente, también, de que mi estilo va mutando con los años. Intento que la pirotecnia formal vaya dejando paso a la hondura”.
En El gran timo de las hadas, igual que en su trilogía, Félix J. Palma crea un complejo universo donde cada personaje tiene su microhistoria, que en caso de estirarse daría pie a otra novela. Su faceta de escritor de relatos se mantiene en él cuando se sumerge en la creación de una historia extensa. “Fueron casi siete u ocho años de dedicación exclusiva al relato, y eso se tiene que notar en mi modo de estructurar las novelas, donde siempre intento introducir pequeños relatos camuflados en el tapiz de la trama. Es algo que me sale