«El sosiego nocturno del limonero en su eterno retorno», de José Siles
José Siles es historiador y catedrático en la Universidad de Alicante y ha publicado varios libros (novelas, relatos). Ha obtenido premios literarios: Iruña de Bilbao de novela con La última noche de Erik Bikarbonato (Aguaclara); Ciudad de Villajoyosa de narrativa corta con El hermeneuta insepulto y finalista en el Ciudad de Barbastro con El Latigazo (Huerga & Fierro). La obra poética está formada por publicaciones en revistas especializadas: Perito en Luna (España), Artquitrave (Colombia); Baquiana (Estados Unidos), Letralia (Venezuela), etc. Ha publicado 7 poemarios: Protocolo del Hastío (Vitruvio, 1995); El Sentido del Navegante (Instituto de Estudios Modernistas, 2002); La Sal del Tiempo (Huerga & Fierro 2008); Los Tripulantes del Líricus (2015); La Estructura del Aire (Verbum, 2019); El desamparo del tabú en flor (Verbum 2023) y Espejo de monos alumbrados (Vitruvio, 2025). También ha sido incluido en varias antologías de narrativa y poesía.
Practica y disfruta José Siles en este libro de poemas la fascinación de lo irreal. Establece en las representaciones líricas que lo componen una multiplicidad de universos que conjuntan reflexiones intensas sobre vida, muerte y destino. Sus criaturas, inmensas e innumerables, transitan por sus poemas enunciando adversidades y caos, entre la soledad, la noche, el mar, las estrellas y la luz inextinguible de una fecunda e imparable inspiración. La diversidad estilística no impide que una cohesión total construya este poemario como un todo de reflexión irredenta.
Establece José Siles un diálogo inagotable e intenso con sus mentores selectos y preclaros, en sus lecturas predilectas de mil civilizaciones, y poetas, narradores, ensayistas y dramaturgos le van entregando pensamientos que inevitablemente terminará glosando en el poema surgido al pie de la cita. Santos y pecadores, peregrinos y rebeldes, escritores excelsos y consumados, suministran a José Siles palabras para que su inspiración desarrolle mundos nuevos, revolucione ideas y provoque rebeliones de manera que la insumisión domine sobre lo establecido, en unos versos que conformen poemas insurrectos. Palabras sobre palabras los símbolos van creando estructuras de pensamiento que reflejan intensidades y descreencias sobre el destino del bípedo racional, que ha surgido en ese mundo con su historia, con su poesía, con sus mitos y tradiciones, con sus leyendas y fábulas.
Nada puede extrañarse el lector cuando compruebe que cada poema abre una puerta de reflexión sobre una incidencia que es vida y progreso de soledad, de introspección, que busca en la palabra soluciones adecuadas y propicias para mostrar intensidades personales que han de forjar como conjunto un determinado poema. Por eso es trascendente la presencia de tantas criaturas míticas, de tantos espacios de leyenda que abren los horizontes de esta poesía a universos de inmensidad considerable. Todo para entender el sentido de la vida y el papel del ser humano, bípedo irreductible, en este universo de complejidades.
Las palabras del poeta alcanzan su final en la era del caos y la disidencia, donde la realidad se desvanece en la bruma entre absurdos y paradojas.
(Del prólogo de Francisco J. Díez de Revenga. Catedrático emérito de teoría de la literatura de la Universidad de Murcia)
El sosiego nocturno del limonero en su eterno retorno
Con qué sosiego en la médula de la noche
la piel granulada del limón,
colgando sin pena de ese árbol de ramas retorcidas
contempla la danza de las estrellas,
allá en un cielo anegado de astros azulados
ofreciéndose como un espejo amarillento y ávido de reflejos
sin cobranzas, sin alquileres,
sin abdicar de su debilitada añoranza
en tanto la bruma envuelve al limonero,
atenuando en su pálida corteza
el destello de las hadas
cuando descifran el destino de piscis.
Y así, en ese instante de incorpóreo silencio,
una flor de azahar despliega sus alas blancas,
emanando el aroma del fruto
mientras la piel del limón, que pierde su resplandor,
contempla el desmayo lento del azahar
sin reproches, sin gimoteos,
sin desasirse de su frágil nostalgia
en tanto la niebla sitia al limonero,
mitigando en su nocturna guardia
el fulgor de las profecías
cuando vaticinan el fin de la noche
y entre tinieblas estelares
se deshacen sobre el humus escarchado
sus hojas inmaculadas.
Al final, la flor desprendida descansa,
fusionándose en una degradación creativa
y de una esencia tan sublime,
como la fragancia desprendida por los dioses
cuando por el amor celestial que los envuelve
acarician sus concubinas
y sudan el mismo néctar perfumado
que desprende el azahar
en la piel reflectante del limón.
Con qué sosiego en la médula de la noche
la piel granulada del limón,
colgando sin pena de ese árbol de ramas retorcidas
contempla la danza de las estrellas,
allá en un cielo anegado de astros azulados
ofreciéndose como un espejo ambarino y ávido de reflejos
sin cobranzas, sin alquileres,
sin abdicar de su debilitada añoranza
en tanto la bruma envuelve al limonero,
atenuando en su pálida corteza
el destello de las hadas
cuando descifran el destino de piscis.
Espejo de monos alumbrados
José Siles
Ediciones Vitruvio
130 págs. 17’68 €