«El orgasmo puede ser parte del vacío», de Adolfo Burriel
Adolfo Burriel, nacido en Aldealpozo (Soria), pero residente desde niño en Aragón, es Licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza. Ha ejercido como abogado laboralista y fue Diputado en las Cortes de Aragón. Ha recibido los premios literarios Ángaro de Sevilla por La ciudad nombrada, el Alegría de Cantabria por Furtivos días, el Isabel de Portugal de la Diputación Provincial de Zaragoza por Cuadros de una exposición, el Flor de Jara por Colores desunidos, el Ciudad de Ronda por Cristales rotos, el Ciudad de Manzanares por ¿Qué hace un ramo de rosas bajo el sol? Recientemente, ha sido publicada una antología de su obra, Antología propia. Señalado como poeta con una extraordinaria capacidad para la imagen y la invocación inesperada, textos suyos en prosa y poemas han aparecido en antologías, libros colectivos, revistas, páginas de poesía, periódicos.
L’année prochaine la fleur d’oranger sera pour rien
Benjamín Péret
El día en que Luc Thomas
huyó de la Injusticia,
yo, ausente de mí mismo,
leía antipoemas de Ene Parra
recostado en mi lecho de azucenas.
La mañana ajustaba con primor
su compostura, y pájaros callados
renovaban el arte del silencio.
Mi mujer evitaba desnudarse
por temor a quedar embarazada
y los enamorados impacientes,
exploraban a tientas los abismos.
La luz vaciaba en los rincones
su espléndida maraña de regalos.
El día en paz aquel,
la guardia
bloqueó las salidas por el este,
puso semáforos y espinas
en los balcones de mi alcoba,
ocultó las miradas y las luces
y metió un general entre mis sábanas.
Cadentes marchas militares
robaban a los aires su sosiego.
El Inspector Mayor desde su trono
mostraba altivo
su cáscara dorada de oropéndola,
mientras bellos diluvios se expandían
por sus plumas caudales
y su cresta.
Oh cuadrado sin forma,
oh gran vaso inconcluso.
La tormenta llegaba de soslayo
salpicando a los frágiles arcángeles,
exterminando pieles rojas,
vistiendo de preguntas los desnudos
y dejando a los ciegos sin paisajes.
Falsos sueños que nunca despertaron
viajaban con el mar a la deriva.
René pobre Magritte
ya no pintaba pipas improbables
ni espejismos azules como pájaros,
Lylia Cercén deshabitaba
la casa de muñecas, y vendía
su pequeña tristeza
en los cines de barrio,
no quedaban prodigios,
era una estatua el día,
y el mundo presagiado
cambiaba de ropajes,
las muchachitas huérfanas
soñaban todavía con los pechos
ardientes de sus madres,
mientras bellos poetas alquimistas
se entregaban brillantes
a su augusto desánimo,
y el orden de las cosas
redondas
ponía paz en los jardines prohibidos.
Qué mañana inasible.
El día en que Luc Thomas
huyó de la Injusticia,
en los cielos ocultos
y gloriosos,
un ángel con librea
se convertía en cuervo vigilante.
El orgasmo puede ser parte del vacío
Adolfo Burriel Borque
Olifante Ediciones de Poesía
88 págs. 9,88€